Mis alternativas son mínimas, trabajar en el campo es mejor que estudiar, eso es lo que mi padre siempre dice, sino él me prohibiría ir a la escuela, menos mal que el consejo tutelar lo impidió.
Trabajábamos en la labranza del señor Carlos de Almeida, antes de ir a la escuela yo estaba allí trabajando con una azada en las manos, pero yo siempre fui un poco débil y flaco, no conseguía dar cuenta de todo el servicio en mi espalda, mi padre decía que eso era por causa de la escuela, Decía que me estaba convirtiendo en un vagabundo.
Durante la mañana él y mi hermano se quedaban jugando indirectas y actuando como si yo no estuviera allí, no éramos pobres, pero él se negaba a comprar mis uniformes escolares, así como cualquier ropa y zapato.
Mi hermano Juan, no estudió, él tenía dieciocho años y no sabía escribir su propio nombre, él era el orgullo de mis padres, y yo era el vagabundo que no trabajaba por la tarde, que perdía tiempo en la escuela.
Él contaba con la oportunidad de que yo parase los estudios en octavo grado, una vez que el colegial no era obligatorio, pero yo me golpeé el pie, yo no quería pasar el resto de mis días viviendo de favor en aquella granja, no quería ver mis días resumiéndose al cabo de la azada.
Me encantaba leer, si pudiera vivir dentro de la biblioteca de la escuela, no tenía muchas opciones, era muy humilde, como toda biblioteca de pueblo pequeño, mi diversión era Barsa, la increíble enciclopedia que costaba un riñón y quizás un ojo.
Eran muchos abusos que yo sufría en casa, ni mi madre me defendía, para empeorar todo yo tenía una manera medio diferente por así decir, entonces era la receta perfecta para el bulling, que hoy yo sé lo que es, en la época llamaban de broma, de broma.
Mi padre me pegó mucho cuando actualicé la matrícula para asistir a la primera secundaria, él usó un cable de acero, estuve tres días en cama con fiebre y con dolor, él sacó sangre de mí en aquella paliza, mi madre pensó que sería mejor darme un baño de salmuera con vinagre, según ella iba a limpiar la herida y sanar más rápido, así como cubrir toda la herida con polvo de café.
Mi hermano era tan ignorante como mis padres, me dijo que me orinara que en dos días ya estaba todo bien, cuando me recuperé de aquella paliza, estaba todavía con la espalda cortada y con los dos ojos morados, él me dijo que podía irme, pero que fuera por la mañana, Porque él iba a necesitar más ayuda en la tarde, el patrón iba a comenzar con la cosecha de naranjas aquel año y por la tarde era mejor.
Yo no le agradecí ni nada, era mi derecho estudiar y garantizar la posibilidad de tener un futuro, yo todavía tenía sueños, quería ser medico de niños, pero mi padre se reía de mi cara cuando decía eso, decía que me iba a romper las piernas si salía de casa.
Mi hermano se burlaba, decía que yo era un burro que creía en cualquier tontería, según él estudiar no llevaba a ninguna parte.
Como dije, todavía tenía fuerzas para soñar, aún tenía planes de días mejores, mis padres eran evangélicos y el pastor de la pequeña capilla siempre decía que tenía que ser vigilado de cerca, había la sombra del enemigo alrededor de mi ser.
Tal vez era mi manera de caminar o hablar, pero después del culto él siempre me ponía de rodillas en el maíz y me hacía rezar pidiendo perdón a Dios por permitir que el enemigo me usara.
Cuando finalmente comenzaron las clases tuve una noticia un poco perturbadora, la gente de la secundaria iba a ser todo reubicado a la noche, dar esa noticia en casa no sería fácil, pero a diferencia de lo que pensé que les gustaba, Porque según ellos, podía trabajar todo el día con ellos.
- Al menos una cosa buena hizo esta basura de director. - Mi padre gruñó mientras tomaba una cucharada llena de comida. - Tú y Juan se quedan con las patatas, yo y tu madre vamos a la cosecha de naranja, así que va a rendir el servicio.
No dije nada, continué comiendo, sabía que si decía algo estaría muy mal, recuerdo cuando dije algo en la mesa y él tiró mi comida, haciéndome tener hambre por dos días, sólo me dio comida de nuevo cuando me desmayé en el campo.
La vida no era fácil, mi vida era un verdadero tormento, yo contaba los días para ir a la escuela, sólo para tener un momento en paz, un momento en que yo podía huir de mi realidad, ellos eran abusivos y opresores, eran el tipo de personas que no daban ni un ápice de dignidad a quien pensaba diferente de ellos.
La ciencia era basura, así como la literatura, las matemáticas, el portugués, la historia, y otras cosas, todo lo que implicaba el estudio, era una gran tontería y una pérdida de tiempo.
El material escolar era un poco caro, sabía que mis padres tenían dinero, pero sabía que no me darían un solo centavo, pues yo trabajaba, pero no recibía nada, Juan también era así, él daba todo el dinero en la mano de nuestro padre.
Yo siempre pedía ayuda para el hijo del patrón, pues él siempre compraba varios cuadernos y libros y usaba poco, esta vez no fue diferente, él me dio los cuadernos, las plumas y los libros de cada materia, dijo que no usó casi nada el año anterior y que tendría ventaja ya que tenía todas las respuestas y anotaciones en el libro.
- El año que viene te lo vuelves a pedir, sé que tu vida es complicada, de verdad, mi padre solo no manda a esos idiotas a casa por tu culpa y por la de Juan, sabes tu hermano puede ser medio ignorante, pero no sería así si tuvieras el mínimo de estudio. - Jose me dio una sonrisa animada, él estaba muy feliz de ayudar.
- Todavía soy menor de edad, no tengo mucho que hacer, tengo que acatar las reglas y otra si denuncio esta situación mi madre es capaz de ponerme a dormir en el bosque. - Me burlé de la situación, pero era capaz de hacerlo.
Incluso había hecho eso hace poco menos de dos meses, ella no me dejó entrar en casa y rompió un palo de escoba en mi pierna, todo eso por el hecho de que el pastor me dijo que todavía andaba con la sombra del enemigo.
- Un día van a tener que pagar por esto, cuando cumplas dieciocho, te juro que te ayudo Felipe, yo voy a estudiar en la capital y yo vengo a buscarte, no vas a quedarte con esos monstruos. - Él me extendió la mano y yo negué con la cabeza, si mi padre veía un apretón de manos iba a golpearme, él entendió y meneó la cabeza. - Todo saldrá bien al final, amigo mío.
Estaba muy feliz con mi material, era de segunda mano, pero yo iba a usarlo muy bien, José era realmente una persona caritativa igual al padre, arreglé todo en la mochila y para no correr el riesgo de tener mis libros quemados los llevaría el primer día de clase y los guardaría en mi armario, La seguridad era cero, ¿pero quién robaría libros de segunda mano?