Capítulo 4 Se aseguraría de cazarlo y matarlo lentamente

Mark tenía una sola cosa clara después de lo sucedido.

Lamentándose de su suerte y extrañando a su familia no solucionaría su asesinato.

Estaba furioso, ver a Camile entrar a su casa y no poder seguirla, explicarle que todo estaba bien, que él estaba vivo, lo hacía sentir muy frustrado y con unas intensas ganas de vengarse.

Él era un hombre poderoso y sabía que tenía enemigos, pero hasta ese momento ninguno se había atrevido a orquestar algo en su contra.

La primera vez que sucedía y acababa muerto.

Había bajado la guardia, se había confiado demasiado.

¿Cómo pudo aceptar esa invitación sin más? No tuvo ni la precaución de ir en su propio vehículo. Si le hubiera llegado a ocurrir algo a Camile no se lo habría perdonado nunca.

Estaba decidido a buscar respuestas y algo le decía que podría encontrarlas en el grupo Sharpe.

Resuelto a representar su papel como Rayan Sharpe, condujo a la empresa rival.

El grupo Sharpe era conocido por sus sucias jugadas en los negocios y se rumoreaba que la empresa era una pantalla legal para sus actividades delictivas. Mark sabía bien que no eran solo rumores, porque él mismo se había involucrado en esos negocios, aunque siempre se lo ocultó a su esposa. Camile pensaba que el grupo Langley era una simple empresa de ingeniería naval. Lo era, pero ocultaba mucho más.

Cuando Mark tomó el mando y se casó con Camile, intentó crear oportunidades de negocios legales porque no quería esa vida para su familia. Aunque de la mafia no se salía, él intentaba que su alcance fuese cada vez menor. Mientras el grupo Langley fuese productivo y diese dinero, los capos retirados del consejo no se metían en sus asuntos. Pero ahora, Mark no estaba, había muerto y Camile se estaba metiendo en su mundo sin tener idea de a qué se enfrentaba.

Al llegar al grupo Sharpe, ya se encontraba tan furioso que no le importó no conocer las instalaciones.

La suerte le sonrió en esa ocasión, porque una mujer que portaba una carpeta en uno de sus brazos y se sostenía con torpeza la montura de las gafas sobre su nariz, se acercó a él corriendo.

-Señor, Sharpe, no sabe cuánto me alegro de que esté bien. Hemos sabido que sufrió un infarto, estábamos muy preocupados. Usted es muy joven... -La mujer se silenció en cuanto le dedicó una mirada que demostraba que no estaba del mejor humor.

Era cierto, Rayan era más joven que él, tenía treinta tres años, pero por todos eran conocidos sus excesos con el alcohol y otras sustancias.

-¡¿Quién se supone que eres?! -gruñó, iracundo.

-¿Perdone? Y-yo soy su secretaria, Amelia. -La mujer lo miró confundida y como si de pronto llegara a la conclusión de que la falta de memoria era debida al infarto, le dedicó una sonrisa tranquilizadora.

-Amelia, o como sea que te llames, convoca una reunión y llévame a la sala de juntas. Diles a todos los directivos que los quiero allí... ¡Y era para ayer! Más les vale que se den prisa.

Su nueva secretaria dio un paso atrás asustada y se apresuró a cumplir sus órdenes.

Apenas veinte minutos después, todos los miembros de la junta directiva se encontraban reunidos. La mayoría de ellos se apresuraron a saludarlo y a interesarse por su salud. Algo que en lugar de mejorar su estado anímico, lo estaba enfureciendo.

Estaba seguro de que entre esas personas se encontraba el culpable, o los culpables de su muerte. Sin permitir que aquello se alargara, enlazó su teléfono con la pantalla que colgaba en la pared y comenzó a mostrar las fotos de la noticia sobre su deceso.

Al principio todos se quedaron en silencio, pero varios de ellos comenzaron a dedicarse miradas satisfechas y a asentir con la cabeza.

Mark no necesitaba mucho más para cerciorarse de que sus sospechas eran ciertas, pero quería saber quiénes eran todos los involucrados. La intromisión de uno de los altos cargos de la empresa se lo facilitó.

-Señor Sharpe, tal vez aún se encuentra algo... Indispuesto por lo ocurrido, por ese suceso que lo llevó al hospital -dijo con un tono de voz que le resultó burlona-, pero para hablar de ciertos asuntos, quizá es mejor tener más privacidad.

-Privacidad -siseó entre dientes y les dedicó una mirada cargada de ira-. Adelante, tiene mi permiso para despedir de esta sala a todo el que no deba hablar del «asunto».

El hombre lo miró extrañado, pero obedeció y comenzó a pedir que salieran de la reunión. Cuando terminó, los únicos que quedaron en la sala fueron los altos cargos del grupo Sharpe. Mark supuso que aquellos eran las personas de confianza de Rayan.

-Señor Sharpe -interrumpió un hombre con el cabello plateado por las canas-. No entiendo por qué parece tan furioso, después del atentado celebramos que el plan había salido bien. Ese desgraciado de Langley por fin está criando malvas.

Un coro de asentimiento envolvió el ambiente.

Mark casi no podía controlarse, odiaba ver los rostros de los culpables. Habían destrozado su vida, lo habían separado de su familia, de sus hijos. Solo su empecinamiento por no dejar cabos sueltos y saber quién había dado la orden fue lo que lo hizo contenerse.

Rayan era un bueno para nada, lo tenían al frente de la empresa porque era un hombre manejable, adicto a los vicios y a las mujeres. Estaba casi seguro de que alguien como él no podría haber planificado su asesinato.

-Tal vez deba regresar a su casa, descansar. Deje este asunto en nuestras manos y no se preocupe. Tenemos un contacto en el grupo Langley que nos hará saber si la investigación avanza, pero puede calmarse. Le aseguramos que no será así, todo se hizo con métodos muy profesionales.

«Así que con métodos profesionales», pensó Mark. Él le demostraría sus propios métodos y los de él podían ser incluso menos ortodoxos.

-Quédense aquí -ordenó-. Todavía no he terminado, así que más les vale que a ninguno se le ocurra salir de esta sala.

Mark se marchó indignado. Buscó un lugar donde hacer una llamada y no ser interrumpido, después se dispuso a darle uso al personal que empleaba para los negocios turbios. Ellos nunca habían visto su rostro, ni sabían quién era su jefe. Cuando los llamaba, Mark solo debía hacerles llegar un código secreto y las órdenes. Sharpe también tenía a su gente y se daba cuenta de que eran leales a pesar de ser un inepto, pero en esa ocasión él quería hacerlo con sus medios y no involucrar a personas en las que no confiaba.

Tras la llamada y ordenar que irrumpieran en la sala de juntas y se llevaran a todos los directivos, siguió a su jefe de seguridad hasta el punto donde se llevaba a cabo ese tipo de movimientos. Era la primera vez que aquellos hombres le ponían rostro. Ninguno mencionó nada sobre ello, cuando el código se activaba y las órdenes eran dadas, todos hacían su trabajo sin hacer preguntas.

Mark había intentado durante años dedicarse cada vez menos a actividades delictivas. Cuando las personas se involucraban en ese tipo de negocios, debían estar dispuestos a emplear la violencia y a recibir lo mismo. Por amor a su familia, él, de cierta forma, le había dado la espalda a los mayores y gracias a sus buenos resultados había salido victorioso siempre, pero ahora todo había cambiado. Había perdido a su familia y, para descubrir la verdad, estaba dispuesto a volver a abrazar a su lado oscuro. Esos miserables no sabían con quién se habían metido, primero los torturaría hasta que dijeran la verdad... Después, los mataría.

******

Cuando Mark tuvo a los cinco directivos maniatados y encarcelados en una especie de celda clandestina. Colocó al primero en una silla que se encontraba colocada en el centro de la sucia estancia.

Por el nauseabundo olor que se concentraba en el lugar, estaba seguro de que no era la primera vez que se utilizaba para retener a gente.

-Tú serás afortunado, serás el primero -dijo, esbozando una sonrisa diabólica-. Si hablas, será rápido. Tú decides.

Le dirigió la mirada a los otros cuatro hombres que se encontraban tirados en el suelo y se mantenían uno al lado del otro.

-No voy a decir nada -pronunció el hombre y, para crispar más su estado de ánimo, le sonrió con burla-. No eres más que un pelele, tu familia te usa por si se llega a descubrir algo y que el inservible acabe con las culpas. Desátame, nunca has servido para nuestros negocios.

Mark no podía decir que no estaba de acuerdo sobre que Rayan era el pelele de su familia, pero si desde ese momento él iba a llevar su vida, les iba a demostrar que él no era ningún inútil.

El primer golpe sorprendió a su cautivo. Mark sintió el crujido de la nariz al romperse contra su puño. La sangre comenzó a resbalar por el rostro y el grito de dolor que emitió fue música en sus oídos.

-Eso fue tan solo un saludo, ahora dime... -Sacó un cuchillo que llevaba oculto en la cintura del pantalón y se lo mostró-. Por cada negativa a darme información te cortaré un dedo, o quizá la mano, todo depende de ti.

-¡Vete a la mierda! -gritó-. Me has roto la nariz, imbécil. Esto se lo haré saber a...

Mark lo escuchó atento, pero el hombre calló y apretó los labios en una fina línea.

-A quién -interrogó, y sin pensarlo un segundo, le sostuvo la mano que tenía amarrada en el brazo de la silla.

Al no obtener respuesta, acercó el cuchillo, lo despojó de cuatro dedos y dejó solo el pulgar. Había decido comenzar con rudeza, tal vez el primero no deseara hablar, pero cuando los otros cuatro vieran de lo que era capaz, estaba seguro de que no querrían sufrir el mismo destino.

****

Cuatro horas después, Mark se encontraba con la ropa ensangrentada, sudoroso y rodeado de cinco hombres muertos y mutilados. Con cada negativa a hablar, su furia había continuado aumentando hasta que llegó un momento en que ni él mismo se reconocía.

Cuando comprendió que nada haría hablar a los directivos, la cólera lo cegó de tal forma que los mató sin remordimientos. No se arrepentía, tal vez no colocaron los explosivos ni los hicieron detonar, pero eran igual de culpables.

Lo única información que logró averiguar fue algo que le heló la sangre y lo llenó de ira.

La persona que estaba detrás de su muerte no era un enemigo visible o formaba parte de los rivales, eso habría sido muy fácil. Puede que el grupo Sharpe hubiera confabulado contra él para quitarlo del medio, pero lo preocupante era que el verdadero asesino, el que había orquestado su homicidio y había buscado apoyo en sus opositores, era alguien cercano..., «pero ¿quién?», se preguntó.

Mark no descansaría hasta descubrirlo, tenía que proteger a su familia. La persona que estaba detrás de eso estaba muy cerca de ellos y él no iba a descansar hasta descubrirlo. Después..., ¡ah, sí! Más tarde se aseguraría de cazarlo y matarlo lentamente.

            
            

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