Capítulo 8 Chloe - Orientación

Se limitó a negar con la cabeza, así que le cogí de la manita y me dirigí a la clase de Luisa. Cuando llegué, hablé con su profesora y permitió que mi hija saliera de clase. La cogí también de la manita y nos llevé hasta donde yo estaba con Pietro. Aunque Anna Luísa solo tenía 4 años, sabía que sería más fácil para Pietro si le explicaba que no había motivo para que estuviera triste.

- Lulú, mi amor, este es Pietro, es alumno de mamá y está un poco triste porque sus papás se separan. La misma situación que su madre y su padre. Le explicaba que eras feliz, aunque papá y mamá vivieran en casas diferentes. - Le di la señal a Luisa, para que interactuara con Pietro.

- ¡Sí, mamá! No tienes que estar triste, Pietro, porque tu mamá y tu papá te seguirán queriendo. ¿Puedo contarte un secreto?

- ¡Sí! - Vi brillar los ojos de Pietro, ahora con curiosidad.

- A veces incluso mola que papá y mamá no vivan juntos. Porque entonces lo tengo todo en dos. Tengo una habitación en casa de mamá y otra en casa de papá. Y cuando me hacen un regalo también es en dos. Y cuando recibo un regalo, también es en dos, uno de mamá y otro de papá. ¡Así que me parece genial! - Mi hija hablaba de la forma más natural.

Y los dos se rieron. Aunque sabía que las cosas no eran tan sencillas como decía mi hija, me gustó la forma simplificada en que le explicó a Pietro que no tiene por qué estar triste.

- Verás, mi amor, esto tiene incluso algunas ventajas. Pero lo que de verdad quiero que entiendas es que, vivan donde vivan tus padres, ambos te seguirán queriendo. Seguirás siendo la joya más preciada de sus vidas, como Lulu lo es para mí. La quiero independientemente de su padre. ¿Puedes entenderlo, mi amor?

- ¡Sí, tía Chloe! - dijo, sacudiendo la cabeza.

- Entonces volvamos al aula, ¡porque aún tienes mucho que aprender!

- ¿Voy a tu clase, mamá? - preguntó Luisa con alegría.

- ¡No, mi amor! ¡Volverás a tu clase!

- ¡Quería quedarme con Pietro, mami! - Hizo un mohín casi irresistible, pero yo tenía que seguir las normas del colegio.

- Más tarde, cuando suene el timbre y si su madre no está aquí, te recogeré en tu habitación y podrás quedártelo, o mañana a la hora del recreo. ¡Ahora vamos!

Así que llevé a Luisa a su clase y me fui a mi habitación con Pietro. Sabía que tenía que seguir observándole y comprobar cómo evolucionaría tras nuestra conversación. Tenía que avisar al profesor, ya que tenía que ir a otra clase. Y en ese momento me di cuenta de que tenía otra misión igual de importante que esa, que quizá no fuera tan fácil, hablar con su madre de lo que estaba pasando.

Cuando llegué al aula hablé brevemente con Rejane, y poco a poco Pietro volvió a ser el niño que yo ya conocía, interactuando con sus amigos. Pasé a la otra clase que había que dar, pero volvería al aula de Pietro a última hora, dedicada a la organización de la feria de ciencias.

Cuando llegó la última clase, estaba de nuevo en primer curso. Volví a mi clase didáctica, que era sobre nuestra feria de ciencias, cómo crear un tornado. Sabía que no todo el mundo prestaría atención a la parte teórica, pero sabía que la parte práctica sería una auténtica fiesta para todos. Necesitaba proporcionar el material necesario para nuestro tornado, así como los recuerdos para entregar a nuestros visitantes, y alertar a los padres de la importancia de su asistencia, y solo disponía de una semana más para todo ello.

Pedí en la puerta de la escuela que cuando llegara el transportista de Pietro lo dirigieran a la sala de reuniones y que me avisaran. Y así sucedió. Cuando llegué a la sala de reuniones, encontré a una mujer joven como yo, pero muy bien vestida. Sabía que la mayoría de los tutores de los alumnos que estudiaban allí eran de clase alta.

- ¡Buenos días! Me llamo Chloe y soy una de las profesoras de Pietro. ¿Eres su mamá?

- ¡Buenos días, profesor! Sí, soy su madre. Me llamo Sarah Almeida.

- Encantado de conocerla, Sra. Sarah. Pedí que te trajeran aquí para que pudiéramos hablar de Pietro. Mamá, me di cuenta de que tu hijo tenía algunas dificultades en clase, y me pareció extraño porque siempre ha sido muy comunicativo y ha interactuado con todos los alumnos. Hoy más que nunca le he notado retraído, así que le he llamado para hablar con él. Me contó que sus padres se están separando y que estaba muy triste por ello. ¿Es consciente de que su hijo está pasando por esta dificultad? - pregunté, pero por la sorpresa en sus ojos, supe que no.

- Su padre y yo nos estamos separando de verdad, maestro, y no está siendo amistoso, tengo que confesarlo. Pero no era consciente de que estaba afectando tanto a Pietro, también porque es un niño, así que supuse que no entendía realmente lo que estaba pasando.

- Uno de nuestros primeros errores como padres es este, mamá. Pensar que el niño no entiende lo que ocurre a su alrededor. Tuve que hablar con él e intentar hacerle entender que, pase lo que pase entre sus padres, tu amor por él seguirá siendo el mismo. Te pedí que vinieras aquí precisamente para alertarte sobre este problema. Como consejera es mi papel, recordarte que independientemente de lo que esté pasando entre vosotros padres, es necesario que entiendas que hay un niño en medio de los dos, y que siente todo lo que está pasando, aunque tenga dificultades para hablar. Así que le pido que también hable con su hijo sobre el hecho y, si es necesario, busque la ayuda de alguien que pueda tender un puente entre usted, su hijo y su padre. Porque de alguna manera esto está afectando a su faceta académica.

- Te agradezco tu orientación, Chloe. Haré todo lo posible para que nuestra situación no interfiera tanto en la vida de Pietro. Me cuesta mucho comunicarme con su padre. Su padre se fue de casa y ni siquiera recuerda que tiene un hijo.

- Siento mucho su situación. Sé que el divorcio no es fácil, porque he pasado por uno. También comprendo que no podemos obligar a su padre a desempeñar su papel, pero te pido que hables con él y le demuestres a Pietro que puedes quererle por ti, como madre y por su padre. Como educadora intentaré hacer todo lo posible para que, al menos aquí, no sienta esta situación por la que estáis pasando en casa. Incluso le pedí a mi hija que hablara con él, ya que como niña vive esta realidad de padres separados.

- ¿Puedo hacerte una pregunta personal, Chloe? - Me preguntó indecisa si preguntar o no

- ¡Por supuesto, Srta. Sarah!

- Puedes llamarme Sarah de todos modos. ¿Cómo superó su divorcio?

- Tengo que decir que no fue fácil, Sarah. Cuando me separé aún no sabía que estaba embarazada. Así que Luisa, mi hija, no sintió mucho de lo que está sintiendo Pietro, por lo que creo que ha sido más difícil para él. Como mujer tuve que establecer prioridades en mi vida. Y para cualquier madre el primero siempre será su hijo. Así que me tragué mi orgullo, porque sabía que si no tenía una buena relación con su padre, eso la afectaría directamente. El segundo paso fue ponerme metas a lograr en mi vida, esto me funcionó, porque me concentré en lo que quería lograr y olvidé la rabia que sentía por su padre, pero también tengo que decir que las cosas no sucedieron muy rápido, todo fue cuestión de progreso, el tiempo cura muchas heridas, y cuando no lo hace, al menos hace que deje de sangrar. Si yo puedo hacerlo, tú también puedes, pero el primer paso es intentarlo.

- Espero tener la mitad de tu determinación, porque lo único que deseo es que mi hijo y yo podamos ser felices.

- Superarás esto Sarah, solo dale tiempo. Y no olvides a tu hijo en el proceso. ¡Te necesita más que nunca! Voy a buscarlo ahora. ¿Quieres venir conmigo?

- Claro, Chloe. Muchas gracias por lo que hiciste por Pietro y por tus palabras conmigo. Al menos me has dado algunas ideas qué pienso seguir, y más que nunca prestaré más atención a las señales de Pietro. - Se levantó y me siguió al aula, donde Pietro estaba con Lulú y Rejane.

            
            

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