Capítulo 5 Tocar lo indebido

Sonrió mientras el alcohol baja por mi sistema y la idea de marcharme desaparece cuando la música suena para mí, más atractiva. Varias chicas se acercan a hacerme cumplidos o más bien, a tomar y maravillarse con mi vestido y accesorios de los que ellas conocen perfectamente la marca.

Sorprendida por hablar con desconocidas de cosas lujosas que ni vendiendo un riñón podría costearme, pasan las horas hasta que las innumerables copas de vino, comienzan a hacerme efecto y mi vejiga amenaza con explotar.

- ¿Me permiten un momento? Vuelvo pronto - digo marchándome hacia uno de los baños, bajo la morada disimulada de los presentes.

Esta claro que sigo siendo alguien que no pertenece a esta fiesta, pero, su insistencia en colocar conversación y hacerme compañía, me hace olvidar las miradas que escanean hasta lo más interno de mí. Intentando despejar mi mente y sentirme menos ebria, entro al baño, donde alguien tropieza dentro del baño, donde maldice.

Bueno, al menos no soy la única ebria aquí. Su voy a hacer el ridículo, tendré compañía. - me digo mentalmente, mientras entro a un cubículo y hago mis necesidades mientras Queen esta en el baño, sale y maldice en la puerta de la salida.

Lista, salgo del baño, pensando que su vestido es tan complicado como el mío y por eso, entrar al cubículo del baño es complicado. Pero, cuando salgo del mismo, intentando ayudarla. Las luces de apagan y ello me hace ahogar un grito asustadizo.

- No puede ser- digo derrumbándome en el baño, mientras mi cuerpo tiembla al estar a oscuras.

- ¿Estás bien?- pregunta una voz muy masculina.

- ¿Quién eres? ¿Qué haces en el baño de mujeres?- pregunto angustiada.

- ¿Este es el baño de mujeres? - pregunta confundido.

- Lo es.

- ¿Estás segura?

- Lo estoy perfectamente. Ya qué, cuando entremos había orinal y también puede ver un dispensador de toallas sanitarias.

- Vaya estoy demasiado ebrio que no note que estaba en el baño equivocado.

- Ahora que lo sabes, ¿puedes llevarme a la salida o abrir la puerta para que el lugar se ilumine? - pregunto angustiada y él suspira profundo, mientras yo intento no llorar.

- Las puertas se abren o cierran por sí solas. Por ello, están conectados a la energía. Así que, si no hay energía, quiere decir que no se puede abrir.

- No puede ser.

- Pero, tranquila. Pronto van a reestablecer la energía. Todo estará bien. - murmura el hombre y yo trago duro.

- Ojalá lo hagan pronto o podría morir del nervio. - murmuro angustiada.

- ¿Temes a la oscuridad?

- Sí - respondo sabiendo que no puedo mentir en lo obvio.

- Creo que la luz volverá pronto, pero, si algo te tranquiliza, puedo abrazarte. He leído que eso ayuda a sentir a la persona más segura.

- No creo que eso se culpa, cuando te abraza un extraño.

- Bueno, nada de lo que te diga va a hacerte cambiar de opinión, cuando ni siquiera me has visto el rostro y que estoy tan ebrio para entrar en el baño que me corresponde, pero, no soy una mala persona. Así que, no debes temerme. No quiero que pienses que me voy a aprovechar de tu situación. Yo solo, quiero ayudarte un poco. Pero, sentado. Porque, estoy tan ebrio que me estoy tambaleando.

Sonrió por su comentario y asiento, ya después es que recuerdo que estamos a oscuras y que por ende, él no puede verme.

- ¿Puedes seguir mi voz? Estoy en el lavamanos - digo tocando la base del mismo para levantarme.

- Tienes una linda voz. Así que, ¿te gustaría hablar sobre algo mientras llego hasta donde estás? - pregunta el hombre y yo pienso en cualquier cosa que pueda decir. Pero, el miedo me mantiene sin poder hablar algo lógico.

- Me da miedo la oscuridad. - murmuro - también, estar encerrada sola en una habitación.

- ¿Siempre ha sido así? - pregunta mientras lo escucho tropieza con el cesto de la basura.

- No, fue después de la muerte de mis padres que comencé a tener a la oscuridad y el encierro.

- ¿Por qué?

- Estábamos por subir a un ascensor, cuando uno un temblor en el edificio y nosotros quedamos atrapados por unos cuantos días bajo los escombros. Ellos murieron por el peso de los escombros y cuan duro los había golpeado.

>> Yo solo me salve, porque el ascensor me protegió como una fortaleza que aunque sufrió daños, me ayudó a sobrevivir a eso. Desde allí, la oscuridad me asusta y el encierro, me lleva a ese momento que deseo olvidar. Ese día que me marcó.

- Te tengo - dice y yo llevo mi mano al pecho, cuando su toque abrupto me hace ahogar un grito asustado. - lo siento - murmura y me abraza.

- Se me había olvidado que estabas buscándome - murmuro.

- Que mal que me olvides tan fácilmente- se queja, mientras huele mi cabello

- ¿Qué haces?

- Hueles a coco. Me gusta- murmura y yo sonrió.

- Gracias.

- ¿Cómo puede incluso tu piel oler a coco? - pregunta, mientras me frota los brazos y lo agradezco, hace frío.

- Un largo baño ayuda mucho- murmuro.

Ninguno de los dos habla y es allí, cuando mi corazón comienza a acelerarse, de una forma distinta, mientras mi cuerpo comienza a calentarse y mis zonas erógenas, comenzar a hormiguear.

Mi compañero, respira profundo y yo me quedo paralizada al excitarme al escuchar ello.

¿Qué te pasa, Selena? ¿un abrazo va a excitarte? ¿Es en serio? - me pregunto mentalmente.

Incomoda por saber la respuesta, tomó al hombre de sus brazos que me rodean y él entiende mi movimiento, aflojando su agarre.

- Necesito lavar mi rostro, ¿podrías apartarte un poco? - pregunto agradecida que no vea mi tono carmesí por una excitación sin justificación.

- Claro, yo haré lo mismo - dice con voz grave y yo respiro profundo.

Desesperada por bajar mi calentura, enjuaga mi rostro y cuello con agua fría, sin importar que me enferme por el frío que hace en el baño. Pero, el calor interno no alivia eso. Sabiendo que no hay remedio para ello, busco con mis manos alguna toalla y es por ello que toco a ciegas todo donde me encuentro, mientras me muevo lentamente.

Sin embargo, por más que busque, no logro encontrar algo y por ello, cuando giro para caminar por donde vine, algo me golpea y aturde al punto de perder el equilibrio. Por fortuna, antes de caer, alguien me sostiene y no precisamente del brazo, sino, de mi abdomen e inicio de mi pecho.

Pero, ese toque no me resulta vergonzoso. Después de todo, antes de caerme busque sostenerme de algo y terminé agarrándome de lo que su bragueta protege. De inmediato, el hombre me atrae hacia él y yo lo suelto avergonzada por lo que he agarrado.

- Lo siento - decimos al unísono.

La vergüenza aumenta y yo deseo que la luz venga pronto, antes que algo malo pueda pasar, sobretodo, porque sentir ello, me ha calentado más.

¿Qué te pasa, Selene? Tú no eres así. ¿Por qué estas siendo tan torpe? ¿Tanto deseas quedarte quedar en ridículo? - me regaño mentalmente. Pero, ni eso hace que deje de pensar en lo que toqué.

Sin duda, he perdido la razón. ¿Qué voy a hacer para que la tensión entre nosotros se disipe? Sería increíble que viniera la luz y así, podría escapar de este incómodo momento.

            
            

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