Horribles e incesantes golpes en mi puerta me despiertan muy temprano, tapo mi cabeza con la almohada para seguir durmiendo, pero mi visita insiste en tumbarme la puerta.
- ¡¡Ya voy!! - grito frustrada desde la cama asustando a mi compañero que se pone a ladrar. Me levanto como un zombi y lavo mi cara para despertarme por completo, recojo mi cabello y me arreglo un poco antes de abrir.
- Hola... - le digo al uniformado frente a mí, que me mira como si fuera un bicho raro.
- Buenos días señora, vengo de parte del banco, esta es la última oportunidad que tiene de pagar sus cuotas atrasadas o deberá abandonar el local. - la noticia me llega como un balde de agua fría y parpadeo varias veces a ver si escuché mal.
- ¿Pero... cómo que lo voy a perder? - Me atraganto con mis propias palabras.
- Ya debería saberlo, tiene siete meses de atraso en el pago y sabe cómo es el banco de exigente, el acuerdo decía que este año si terminaba de pagar el dinero le entregaríamos los documentos legales de la propiedad, pero no podemos seguir omitiendo que nos debe mucho dinero... este es un departamento muy costoso para alguien que no tiene trabajo... reconsidérelo. - me dice con un tono arrogante y aprieto mis puños por la impotencia.
- ¿Cuánto tiempo tengo de plazo para pagar?
- Solo un mes señorita, lo siento mucho, por favor firme aquí. - me entrega unos documentos y los tomo con las manos temblorosas.
- Vale... - trago grueso el nudo que se forma en mi garganta y firmo el documento. Sin decir una sola palabra más me da la espalda y se larga.
Me dejo caer hasta el suelo cuando cierro la puerta y lloro abrazando mis piernas contra mi pecho. Axel baja sus orejas y cola echándose a mi lado, como si entendiera lo que me pasa. Hace ocho meses que la empresa donde trabajaba quebró por la crisis que hay en el país, hay desempleados por todas partes y los precios cada vez están peor, desde entonces he buscado trabajo sin éxito ninguno, ya se agotaron mis reservas y ahora también perderé mi departamento.
- No puedo quedarme en la calle. - digo en voz baja y quito las lágrimas de mi cara. Podría recurrir a Laura, mi compañera y mejor amiga del orfanato, pero no quiero ser una carga para ella, suficiente tiene con sus problemas para que cargue también con los míos.
- ¿Qué rayos voy a hacer ahora? - me pongo de pie caminando a mi cuarto. Solo se que prefiero quedarme en la calle y morir de hambre a trabajar de forma indecente, eso nunca lo haría.
Una semana después:
Los repletos estantes del centro comercial me deprimen, no puedo permitirme hacer compras como las hacía antes, termino de tomar la comida de Axel de la sección de mascotas y algunas personales cosas para mí.
- Lo siento... - dice un señor a mi espalda cuando su carrito de compras me atropella.
- No se preocupe. - me volteo para encontrar la enorme sonrisa de Joseph, mi antiguo instructor en la academia de defensa personal donde recibí clases desde los diez años.
- Maestro, que alegría verlo. - lo abrazo con entusiasmo.
- Hace años que no sé nada de ti Erika, ¿Cómo estás? - me dice sin dejar de sonreír.
- Estoy bien ¿qué tal si esperas que pague esto en la caja y hablamos un rato en el parque que está enfrente? - Asiente con la cabeza y me dispongo a pagar.
- ¿Y qué ha sido de su vida? ¿Ya se retiró de las luchas? - le pregunto cuando nos sentamos en uno de los bancos del lugar.
- No que va, me retiraré de eso el día que no pueda levantarme de una silla, ahora dirijo una agencia de guardaespaldas. Hace tres años me casé, ahora tengo dos bebés hermosos con Paula, no sé si la recuerdas, era mi asistenta. - dice con orgullo.
- Claro que la recuerdo y me alegra mucho saber que te va bien, te lo mereces. Yo visito a las hermanas del orfanato a menudo siguen siendo mi única familia.
- Lo se florecita... - dice y me saca una sonrisa.
- No me llamabas así desde los diez años. - se me hace un nudo en la garganta al recordar aquellos tiempos.
- Dejé de hacerlo porque en ese entonces dejaste de ser una delicada y temerosa florecita para volverte una chica fuerte y valiente. - toma mi mano y da un beso en el dorso.
- Nunca lo hubiera hecho sin ti...
- Tonterías, si lo hubieras hecho, yo solo te di un empujoncito... - se ríe - ¿Sabes? te llamé así de nuevo porque te noto triste y frágil... ¿Quieres contarme lo que te sucede? - Bajo la mirada al suelo y le cuento lo que me tiene tan mal.
- Oh linda cuanto lo siento. - me dice y me da un abrazo.
- Estoy desesperada Joseph, necesito un trabajo lo antes posible. - limpio mis lágrimas.
- ¿Aun eres buena en lucha o estás oxidada? - levanta la ceja con una sonrisa.
- Eso es una falta de respeto a tu mejor estudiante... sigo igual de hábil que antes. - le dedico una sonrisa de suficiencia.
- Entonces creo que puedo ayudarte con tu problema, ayer me llegó la solicitud de un cliente que necesita un nuevo guardaespaldas, ponte en contacto con él.
- No me lo puedo creer, joder... mil gracias. - lo vuelvo a abrazar con lágrimas en los ojos.
- Mira esta es mi tarjeta para que estemos en contacto y esta es la del cliente, debes decir que vas de parte de "The agency of YOUNG bodyguard"
- No tengo palabras para decirte lo agradecida que estoy, cuando me den respuesta del trabajo me pongo en contacto contigo. - le digo tomando ambas tarjetas y luego de un rato hablando me despido con dos besos en la mejilla.
Continuará...