Quién sentía que le faltaba el aire pocos minutos después de haber inhalado la cocaína, su respiración se acortaba y sus manos trataban presionar su pecho para que no doliera.
Ian cayó al piso de rodilla llamando la atención de todos sus amigos y su novia quien ya bailaba cómodamente con uno de ellos.
-¡Ian! ¿Qué tienes?- Chilló Vanessa desesperada al verlo que volteaba los ojos e iba quedando inconsciente.
-¡Llamen una ambulancia! -gritó uno de ellos.
Los que decían ser amigo de Ian habían desaparecido completamente incluyendo a su querida novia.
El miedo de que fueran acusados sí Ian moría por una sobredosis de droga y alcohol le hizo olvidar la amistad que según tenía.
Los de seguridad encontraron a Ian completamente inconsciente con el pulso muy débil. Llamaron inmediatamente a los paramédicos quienes no daban mucha esperanza de vida.
La familia fue puesta en aviso mediante una llamada anónima que le hicieron, informando un accidente, por el cual Ian se encontraba en mal estado y la hora en que se habían enterado ya era casi al amanecer.
-Buenos días señorita, venimos por el paciente que trajeron por la madrugada inconsciente -preguntó la madre de Ian desesperada.
-¿El joven que ingresó por la sobredosis? -indagó la enfermera.
-¿Disculpe? -habló Misael incrédulo.
Ambos pensaban que la chica estaba confundida, no podía estar hablando de su hijo y nieto.
-No, señorita, mi hijo no consume drogas -alegó Isabel.
-Esperen un momento -les dijo la enfermera.
Sintió algo de pena por ellos, regresó a su puesto y levantó el teléfono para llamar al médico que había atendido a Ian.
-Buenos días -interrumpió el doctor los nervios de Isabel y su padre.
-Buenos días doctor, soy Misael Lincoln, abuelo del joven.
-¿El joven que trajeron en la madrugada por una sobredosis de droga y alcohol? -nuevamente Isabel y Misael quedaron sin entender.
-Nos hicieron una llamada anónima sobre un accidente que tuvo mi nieto -comentó Misael buscando entender.
-Por favor, acompáñenme para que vean el paciente y confirmen su identidad.
Ambos se dirigieron a la sala de terapia intensiva guiados por el médico, con la total seguridad de que el joven del que ellos hablaban no sé trata de su Ian.
Las puertas se abrieron dándole entrada ellos para observar al joven acostado en la cama, con tubos en su boca y cable en todo su cuerpo.
-¡Ian mi amor! -gritó Isabel acercándose a él.
-¿Por qué está así? -preguntó Misael.
-Este joven llegó en la madrugada con una sobredosis de alcohol y droga -volvió a repetir el doctor.
-Eso no puede ser, mi nieto no consume eso -aseguró Misael.
-Eso arrojaron todos los estudios y la sobredosis que tuvo le causó un coma, lo siento mucho -habló el doctor dejando a su familia en estado de shock.
Los chillidos de una mujer sacaron a Isabel y Misael del trance.
-¿Dónde está Ian? Papá me llamó que estaba aquí? -preguntó Vanessa actuando de la mejor manera.
- ¿Tú sabías que usaba drogas? ¿Por qué no dijiste nada? -reclamó Isabel inmediatamente.
-Mi nieto está en coma, ¿no estabas con él? -interrogó Misael ocultando el dolor que sentía en su pecho.
-Salimos juntos, Pero él se fue con unos amigos y me dejó a mí en el club -respondió Vanessa con lágrimas en sus ojos.
-Ya dejen de acusar a mi hija, ¿Acaso no ven que está sufriendo? -reclamó inmediatamente Rogelio.
Isabel se acercó nuevamente a su padre y ambos lloraban, seguían sin entender absolutamente nada estaban seguros que su hijo no era un drogadicto.
Su vida al llegar al país era totalmente diferente y Misael culpaba a Vanessa y su padre de absolutamente todo lo que estaba pasando.
En otra ciudad se encontraba una hermosa mujer de 26 años, sus labios rosados y su piel blanca, caucásica, alta, figura delgada, estatura 1:70 ojos azules rayados.
Su amor por las plantas la llevó a tener un hermoso vivero, donde tenía colecciones de plantas colgantes.
-Mi niña, su abuelo está en la clínica, el joven Ian tuvo un accidente y está en coma -informó la nana de la hermosa mujer.
La maceta donde estaba plantada una planta muy especial, cayó al piso, su corazón dolió tanto que las lágrimas ya empezaban a salir, como podía recibir esa noticia tan dolorosa.
Fue corriendo a su habitación en busca de una pequeña maleta para viajar inmediatamente a la capital donde se encontraba su abuelo.
-Mi niña debe descansar, estuviste de guardia toda la noche.
-Nana, prepara todo y nos iremos a vivir a la capital junto al abuelo e Ian. -comunicó Melisa. -Aceptaré su propuesta de trabajar en su clínica.
La nana aceptó inmediatamente se fue a preparar todo para un viaje que deseaba tanto Misael pero que jamás pensó sería en esas circunstancias
Dos largas horas fueron las que Melisa tuvo que soportar para llegar a la capital, Ian ya había sido trasladado a la clínica de Don Misael Lincoln, siendo tratado con los mejores especialistas en busca de una solución para que despertara del coma.
Lamentablemente estaba afectado y debían seguir con el tratamiento hasta ver buenos resultados.
Misael no creía en las lágrimas que derramaba Vanessa en ese momento. Los abrazos que le daba Rogelio a su hija para él eran totalmente hipócritas.
-Pueden ir a descansar pondré unas enfermeras a disposición del cuidado de Ian. -Habló Misael buscando librarse de la presencia de esa gente.
La nana de Melisa le había informado que su niña iba en camino y sabía que debía mantenerla oculta por un tiempo más.
-Iré a cambiarme y vengo a cuidarlo -habló Vanessa mostrando preocupación.
-No es necesario, no permiten compañía en la clínica -Mintió Misael lo menos que deseaba era a esa mujer al lado de su nieto.
-Tranquila hija, él estará bien mañana puedes venir todo el día que quieras -Le dijo su padre consolando a la lamentable mujer.
-Nos vemos más tarde papá -Habló Isabel dejándole un abrazo que Misael correspondió sintiendo tanta pena por su hija.
Tomar la decisión de casarse con ese hombre fue lo peor que pudo hacer, pero no pudo evitarlo ya que el hombre fue tan astuto en hacerlo oculto.
Misael se aseguró de que todos salieran y quedara solo él en la habitación con su nieto, lo observó por unos minutos y lágrimas salían de sus ojos con un llanto desgarrador difícil de controlar.
Salió a la sala en busca de un poco de aire y tratar de calmar su dolor hasta que una suave voz interrumpió detrás de su espalda haciéndolo sonreír y voltear.
_ Lo siento mucho, abuelo -susurró Melissa abrazando a su abuelo, lo consolaba, sabía cuánto le dolía eso, era su único nieto de sangre.
-Mi niña, gracias por venir -susurró el hombre con mucha alegría. -estás hermosa.
Verla era la cosa más linda y consoladora que podía sentir en ese momento, ella sabía que decir para hacerlo sentir bien.
-Estará bien abuelo, no te alteres y descansa, yo te ayudaré ¿si? -prometió ella llevándolo a que se sentara.
-Ya tienes suficiente con tu trabajo, mi niña, descansa tú -le pidió el viejo algo apenado.
El abuelo no la quería molestar y hacer que se excediera en trabajar, era ya un cardiólogo, quiso estudiar eso en honor a su madre.
-Aceptaré trabajar aquí como me lo pediste por ti, de esa manera te ayudo -le informó Melisa dándole una paz inmensa.
Su abuelo sonrió, quería mucho a esa niña, siempre estaba pendiente de él y hacía cualquier cosa por verlo bien.
-Gracias mi niña, eres una mujer muy madura e inteligente -La chica sonrió.
Decidir mudarse a ese lugar había sido una decisión no solo para ayudar a su abuelo, también para olvidar la ruptura con su novio.
Así pasaron la mañana, con sus corazones destrozados por esa noticia que dolía tanto, ese chico que tanta alegría daba cada mañana, se fue, ya no estaba, solo podían esperar con paciencia a que despertara y esa era la fe que tenían.