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Antes la burlada, ahora es la reina

Antes la burlada, ahora es la reina

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Dos años de matrimonio habían dejado a Brinley cuestionándolo todo; su supuesta felicidad era una mera ilusión. Abandonó su pasado por Colin, solo para encontrarse con la traición y una boda falsa. Se dio cuenta de que el corazón de él no le pertenecía, así que llamó a su padre, con quien no había hablado en mucho tiempo, y aceptó el matrimonio arreglado. La burla la seguía, con susurros sobre el desprecio de Colin hacia ella. Sin embargo, se reinventó: piloto de carreras legendaria, genio del casino y diseñadora aclamada. Cuando Colin intentó recuperarla, otro hombre atrajo a Brinley hacia sí. "Ella ya lleva a mi hijo. ¿Y todavía no puedes superarlo?".

Capítulo 1 Un matrimonio frágil

Brinley Shaw dejó su carta de renuncia sobre el escritorio del gerente de recursos humanos, alisando con la yema de los dedos el borde del papel como si quisiera asegurarse de que no quedara ni un solo pliegue o arruga.

El otro entreabrió los labios, dejando escapar un suspiro resignado antes de hablar.

"Es una verdadera lástima verte marchar, Brinley. ¿Estás absolutamente segura de esto?".

"Sí", respondió ella con una suave sonrisa, y sus ojos se curvaron como medias lunas. "Quiero pasar más tiempo con mi familia".

Al salir del edificio de la empresa, la recibió la luz solar.

Entrecerró los ojos ante el resplandor y sacó de su bolso unas gafas oscuras, colocándoselas con delicadeza.

En ese instante, su celular vibró. Era un mensaje de Ryland Francis, un agente inmobiliario.

"Señora Palmer, el propietario de la villa que le interesa ha aceptado bajar el precio. ¿Podría venir a verla esta tarde?".

Brinley sonrió al recibir la buena noticia.

Esa pequeña villa en las afueras, un refugio lejos del ruido y el ajetreo del centro de la ciudad, era un lugar que había admirado durante mucho tiempo.

Su entorno pacífico podía ser, al fin y al cabo, la oportunidad que necesitaba para fortalecer su frágil matrimonio con Colin Palmer.

Llevaban dos años de casados, pero nunca habían tenido intimidad.

Al principio, ella se había convencido de que la apretada agenda laboral de su esposo era la culpable; sin embargo, poco a poco comenzaron a surgir dudas sobre su propio atractivo femenino.

Finalmente, admitió que algo tenía que cambiar: renunció a su trabajo para dedicar más tiempo a su marido y salvar su relación.

Esa misma tarde visitó la villa, la cual se veía todavía más encantadora en la realidad que en las fotografías.

Los ancianos dueños de la misma habían cultivado un jardín rebosante de rosas, cuya fragancia impregnaba el ambiente.

De pie en el centro de la sala iluminada por la luz del sol, Brinley vio cómo su sombra se alargaba sobre el suelo brillante.

"¡Esta es la indicada!", exclamó con firmeza. "¿Cómo procedemos?".

El rostro de Ryland se iluminó al instante.

"¡Excelente! Prepararé el contrato enseguida. Por cierto, ¿el señor Palmer vendrá a acompañarla para firmar?".

Brinley negó sacudiendo la cabeza.

"No, está demasiado ocupado con el trabajo, yo me encargaré de todo".

"Perfecto. Entonces, por favor traiga mañana todos los documentos necesarios para la firma", contestó él.

Mientras regresaba a casa, Brinley sacó el celular y le envió un mensaje rápido a Colin:

"Renuncié a mi trabajo y encontré una villa que me encanta, estoy pensando en comprarla".

Su respuesta llegó casi al instante:

"¿No es algo repentino? Pero lo único que importa es que seas feliz. Llegaré a casa temprano esta noche para celebrar".

Una calidez se extendió por el pecho de la joven mientras miraba la pantalla.

Él siempre la había tratado con cariño y ternura: recordaba sus comidas favoritas, tenía a la mano chocolates y dulces cuando ella estaba en sus días, y jamás olvidaba un aniversario sin un detalle especial.

Si no fuera por su negativa a tener intimidad con ella, algo que la hería profundamente, habría sido, sin duda, el esposo perfecto.

A la mañana siguiente, Brinley se arregló con especial esmero antes de salir hacia la agencia inmobiliaria.

Eligió un vestido en tonos rosa y blanco, el mismo que Colin solía decir que era el que mejor le quedaba.

"Señora Palmer, por favor, tome asiento", la saludó Ryland cordialmente. "Traeré el contrato en un momento".

Con una sonrisa, ella le entregó una carpeta.

"Aquí tiene una copia de mi certificado de matrimonio con Colin. Me gustaría registrar la casa como propiedad conyugal compartida".

Ryland recibió los documentos y comenzó a teclear en la computadora, pero de pronto frunció el ceño.

"Qué raro... el sistema no muestra ningún registro de su matrimonio".

La sonrisa de Brinley se borró al instante.

"¿Cómo dice?".

"Probablemente solo sea un error del sistema", dijo él rápidamente, intentando tranquilizarla. "Puede confirmarlo directamente en el Registro Civil. A veces esto pasa".

A la joven le latía el corazón con fuerza y una sensación de inquietud la invadió por completo.

Entonces, obligándose a mantener la calma, respondió:

"Está bien, iré allí de inmediato".

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