El aroma a café recién hecho inundaba la pequeña oficina de The Truth, el semanario donde Isabella Ramírez había construido su reputación como la periodista más incisiva y temida de la ciudad. No era la típica redactora de notas suaves ni se doblegaba ante el poder. Su especialidad era exponer a los hombres más ricos e influyentes, desenterrando las verdades que preferían mantener ocultas.
-Isabella, entra a mi oficina -dijo la voz grave de su editor, Hugo Martínez.
Ella tomó su libreta y entró con paso firme. Hugo, un hombre de cincuenta y tantos años con el ceño siempre fruncido, le hizo un gesto para que se sentara.
-Tengo una historia para ti. La exclusiva del año.
Isabella arqueó una ceja. Rara vez algo lograba sorprenderla.
-Dime.
Hugo deslizó un sobre sobre su escritorio. Isabella lo tomó y, al abrirlo, vio la imagen de un hombre de mirada intensa y mandíbula cincelada. Ojos fríos como el hielo.
-Alexander Blake -leyó en voz alta, sin poder evitar que un deje de desprecio tiñera su tono-. CEO de Blake Industries, millonario, implacable en los negocios. Tiene una reputación que haría temblar hasta al diablo.
-Exacto. Quiero que lo investigues a fondo. Rumores dicen que ha estado involucrado en movimientos financieros turbios. Si hay algo sucio en su empresa, tú lo encontrarás.
Isabella esbozó una sonrisa sarcástica.
-Así que el arrogante magnate va a ser mi próximo objetivo. Me gusta.
Hugo se recostó en su silla.
-Escucha, este tipo no es como los demás. Es peligroso. No solo en los negocios, sino personalmente. Tiene enemigos, pero también aliados muy poderosos. Si vas a hacer esto, necesitas ser cuidadosa.
-No te preocupes, jefe. Sé cuidarme sola.
La Primera Impresión
Esa misma tarde, Isabella se encontraba en el vestíbulo del imponente rascacielos donde Blake Industries tenía su sede. Las paredes de vidrio reflejaban la luz del sol, dándole un brillo casi etéreo a la estructura. Todo en ese lugar gritaba poder y exclusividad.
Se acercó a la recepción, donde una mujer impecablemente vestida le dirigió una sonrisa ensayada.
-¿En qué puedo ayudarla?
-Isabella Ramírez, periodista de The Truth. Me gustaría una entrevista con el señor Blake.
La sonrisa de la recepcionista se tensó.
-El señor Blake no da entrevistas.
-Insista.
La mujer tecleó algo en su computadora antes de levantar la vista con una expresión aún más rígida.
-Me temo que no será posible.
Isabella sonrió.
-Entonces tendré que encontrar otra forma de hablar con él.
Dicho esto, se giró sobre sus talones y salió del edificio. Si Alexander Blake no quería ser entrevistado, eso solo significaba una cosa: tenía algo que ocultar. Y ella lo descubriría.
Encuentro Explosivo
No pasó mucho tiempo antes de que Isabella encontrara su oportunidad. Esa misma noche, Blake Industries organizaba una gala benéfica en el Hotel Imperial, un evento donde la élite de la ciudad se reuniría para presumir su riqueza mientras fingían preocuparse por la caridad.
Vestida con un elegante vestido negro -una rareza en ella, que prefería la comodidad de los jeans y chaquetas de cuero-, Isabella se abrió paso entre los invitados con una copa de vino en la mano y la determinación de una cazadora acechando a su presa.
Y entonces lo vio.
Alexander Blake estaba al otro lado del salón, vestido con un impecable traje negro, rodeado de empresarios y modelos que reían ante cada palabra suya. Era exactamente como lo había imaginado: imponente, arrogante, intocable.
Pero Isabella no era alguien que se intimidara fácilmente.
Con paso decidido, se acercó a él.
-Señor Blake -dijo con una sonrisa contenida.
Alexander giró el rostro y la miró con una intensidad que la tomó por sorpresa. Su mirada la recorrió de arriba abajo con una mezcla de interés y desconfianza.
-¿Quién eres?
-Isabella Ramírez, periodista de The Truth.
Por un momento, un destello de reconocimiento cruzó sus ojos.
-Ah, la mujer que disfruta destruir reputaciones.
Ella arqueó una ceja.
-Solo las de aquellos que lo merecen.
Alexander inclinó ligeramente la cabeza, como si la estuviera analizando. Luego, con una sonrisa que no le llegó a los ojos, respondió:
-Si has venido a cazarme, señorita Ramírez, te advierto que no será fácil.
-Me encantan los desafíos -replicó ella sin titubear.
Él dejó escapar una breve risa, pero sus ojos permanecieron fríos.
-Entonces será interesante ver quién gana esta partida.
Y en ese instante, Isabella supo que había encontrado a su adversario más peligroso. Pero lo que no sospechaba era que, en el proceso de destruirlo, podría terminar perdiéndose a sí misma.