Andrea y su esposo Ricardo llevaban 12 años de casados y la relación marital entre ellos era cada vez más difícil.
Ricardo casi nunca estaba en la casa y los pocos momentos que compartían juntos se la pasaban discutiendo todo el tiempo. Andrea le demandaba a Ricardo más atención para ella y sus hijos pero a Ricardo no le importaba dejarla por mucho tiempo sola, mientras él se la pasaba de bar en bar y coqueteando con otras mujeres. Y la pobre de Andrea lo esperaba con lágrimas en los ojos y con una profunda decepción por amar a un hombre que no la valoraba.