CAPÍTULO 1
CAPÍTULO 1
Nota de advertencia de contenido: este libro posee escenas fuertes y situaciones que retratan temas delicados y podrían herir la susceptibilidad del lector. Contiene también lenguaje inapropiado, contenido sexual, violencia explícita, consumo de alcohol y de sustancias ilícitas. Se mencionan, además, diversas condiciones mentales que se han tratado con sumo cuidado y con el respeto que merecen. Recalcamos que varios de los personajes de esta novela piensan y actúan de forma éticamente incorrecta y que ninguno de ellos, ni nada de lo aquí detallado, representa la moral del equipo editorial o del autor. La historia tiene como único propósito ser leída para entretenimiento y para reflexión. Gracias por leer.
PRÓLOGO
Cada decisión tomada te puede llevar a la superficie, o un poco más profundo. Hasta que no haya nada que puedas hacer.
Lo bueno, lo malo, todo es gris aquí abajo: modelo, representante, víctima, secuestrador.
¿Y tú?
¿Qué bando tomarás para el Desfile Macabro?
LYRA COPPENS
Reviso mi celular de nuevo. No hay ningún mensaje, aparte del «hola» que me ha dejado mi mejor amigo, Sonnet. Lo lanzo a la cama mientras enciendo la televisión y me acomodo. Mi vida ha sido aburrida últimamente. Siempre camino a la universidad y regreso; no hay emoción. De vez en cuando, salgo con amigos a comer, a pretender que me importan sus vidas cotidianas; pero la mayoría del tiempo espero algo diferente.
En la televisión están hablando sobre los casos policíacos más famosos en Ciudad Onírica. Hablan sobre la antigua leyenda del Asesino Astral; es uno de esos documentales que ya he visto antes, pero no tengo nada más qué hacer en esta tarde aburrida de verano. Me inclino en la almohada, incómoda por mi búsqueda de actividades. Sin embargo, me rindo luego de varios intentos de buscar entretenimiento.
Observo por la ventana que está no muy lejos de la cama. Es un día soleado, el viento mueve las blancas cortinas con suavidad, mientras el tiempo sigue fluyendo y el silencio bochornoso quiere opacar los sonidillos de los pájaros en la calle. Siento que no estoy siendo productiva. Es un sentimiento al que me he acostumbrado, pero hoy no estoy con ganas de batallar.
Una llamada se hace presente en mi celular. Es Sonnet de nuevo, siempre me llama cuando no le contesto sus mensajes en sus días libres.
-¡Hola! ¿Hacemos algo hoy? Estoy aburrido -dice con un tono perezoso y siento un bostezo. Hace eso desde que estuvimos juntos en la secundaria.-¿Hoy? Hmm... ¿algo como qué? -cuestiono. La verdad es no tengo ganas de salir, pero tampoco quiero quedarme en casa y no hacer nada.
-¿Vamos a ver una película y a comer, como siempre? Hay una nueva, ¡dicen que está buena! -expresa con emoción, su energía es contagiosa-. Es de terror... a ver si esta vez sí te asustas.
-¿De terror? -mofo, pero muestro más interés-. Está bien, vamos. ¿Ya sabes a qué hora está?
-Nos vemos a las ocho en el centro comercial. ¡Lleva pañales! -ríe y cuelga.
-Nos vemos -pronuncio con una sonrisa y vuelvo a lanzar el celular de nuevo en la cama.
Vuelvo a mirar la televisión. Noto que hay algo interesante; es un anuncio.
Hablan sobre una nueva aplicación para el móvil que sirve para conocer personas de tu ciudad. Es uno de esos típicos anuncios de mala calidad, mal narrados y con malas cámaras. Pero me llama la atención.
Levanto las cejas. Habla sobre tener citas y hacer «amigos». Tomo el celular y la descargo, quiero experimentar algo nuevo, a ver qué sale.
«¿Qué más da?», pienso.
Siempre vi estas aplicaciones para hablar con desconocidos, pero nunca les di una oportunidad. Mis padres me educaron con alta restricción respecto a las redes sociales, me han advertido de sus peligros, pero ya soy una adulta y sé que podré manejar la situación.
Me creo un perfil y coloco la foto que siempre uso en mis redes. Es la mejor que tengo. Resalta mi cabello café oscuro y mi piel blanca, se me ven las mejillas ligeramente ruborizadas y mis cejas gruesas. Al fondo, aparecen unas montañas de cuando fui de paseo a Ciudad Evocativa, conocida por sus llanuras y valles verdes y frondosos.
Ahora estoy disponible para conocer a personas en línea, para hacer nuevos amigos y llevarme, con suerte, alguna sorpresa.
Apenas subo mi perfil, me llega un mensaje. Un tal «Robert» quiere conocerme. Veo su foto y me río.
No sé qué es peor, la gente que muestra fotos hermosas pero falsas o la gente «fea» que pone sus verdaderas fotos. No le respondo a su saludo, y empiezo a buscar chicos que, por sus perfiles, parezcan reales. Observo varios fotografías, pero ninguno me llama la atención. Tomo un largo respiro y me decido por eliminar la aplicación.
Nuevo mensaje de [Duke]
Lo abro.
>¡Hola! ¿Cómo estás?
Leo el mensaje y me emociono; el chico de la foto es guapo, pero no resulta un modelo increíble.
>Bien. ¿Tú?
Le respondo, aunque odio las conversaciones que empiezan así de superficiales. Algo hace que quiera seguirla.
Reviso su perfil mientras conversamos. Tiene veinticinco años y yo, veintitrés. También es de Ciudad Onírica. Estudia teatro y, al parecer, es muy feliz, pero... ¿quién no aparenta ser feliz en sus redes sociales?
Hablo con él toda la tarde. Nos mandamos fotos para ver si somos quienes decimos ser. Le pido fotos de su cara y que haga muecas, como sacar la lengua o cierre los ojos con fuerza. Él me pide las mismas. Es alguien simpático.
Observo con detenimiento los alrededores de sus fotografías. El lugar en el que está parece ser una casa normal, como la mía. Sonrío. Ambos estamos satisfechos con el resultado, o, al menos, eso me parece. Es amigable y creo que es alguien a quien sería interesante conocer...
Algo que definitivamente necesito en mi vida.
...
Se me hace tarde mientras me alisto para salir de casa. Al bajar las escaleras, observo que la mesa de la sala está llena de papeles. Mis padres todavía están buscando la manera de pagar sus deudas. Sé que se han ido a una reunión con algún milagroso prestamista, de los tantos que los han intentado salvar. Decido no pensar en la situación; no quiero arruinar mi noche.
Salgo de casa y camino hacia el centro comercial por la fría calle. Llevo puesta una larga bufanda negra, pero eso no logra cubrirme del gélido clima.
Tardo aproximadamente quince minutos en llegar, pues no se encuentra tan lejos.
Sonnet se encuentra sentado en una banca, esperándome. Al verme, su mirada se ilumina. Sus profundos ojos me reciben con cariño, seguido de un cálido abrazo. Está vestido de verde oscuro, un color que contrasta con su blanca piel y su cabello café. Su sonrisa constante es reconfortante, siempre lo ha sido.
-¡Vamos! ¡Se hace tarde! -exclama y se mueve para tomarme del brazo.
Compramos las entradas y entramos justo antes de que empiece la película. Nos acomodamos y leo el título en la pantalla de la tenebrosa producción: Secretos macabros.
-Justo a tiempo, como siempre. -Sonnet guiña su ojo. Río y le lanzo una palomita en la cara.
La película empieza. Trata temas muy fuertes y se concentra en la deep web, la parte de internet que pocos conocen. Esa que contiene atrocidades, como la compra de drogas, armas ilegales, venta de documentos, pornografía infantil, órganos, carne humana y un extenso etcétera.
El protagonista es un muchacho que es reclutado por miembros de una secta, un culto secreto, o algo por el estilo. Él tiene que seguir su juego hasta el final, ocultando los secretos macabros, los cuales son cada vez peores de soportar. En un punto, no puede más y, por algunos sucesos, tiene que envolver a más gente para terminar por salirse de control.
Me parece una trama impactante. Ha sido muy gráfica en cuanto a la trata de personas, las escenas sexuales y hasta las de asesinato. Me quedo pensando mientras veo los créditos pasar luego del cortante final.
-Bueno, eso me traumó. -Sonnet ve hacia el vacío, luego suelta una risa-. ¿Vamos a comer?
-Ver esas tripas hicieron que las mías empezaran a sonar.
Vamos. -Sigo su sarcasmo y me levanto.
Caminamos hacia el salón de comidas y nos sentamos en la mesa de siempre tras ordenar lo que ya es costumbre.
Sonnet toma mi teléfono y lo desbloquea, sabe la contraseña y siempre lee mis mensajes. Le parece entretenido. Es nuestra forma de comentar las novedades del día.
Abre la aplicación de citas y levantas las cejas:
-¿Y esto? -se burla mientras limpia con una servilleta el refresco que ha regado en la mesa-. ¡No pensé que estuvieras así de desesperada!
-Oh, vamos. Es para ver qué me encuentro, no planeo hacer nada -digo al reírme y tomar un sorbo de mi refresco.
-¿Ah, sí? ¡Dile eso a «Duke»! -ríe y mueve el celular.
-Como sea, tal vez lo vea y tengamos una noche de sexo apasionado. -Parpadeo con coquetería-. Mi nuevo príncipe azul, el que me hará saltar de alegría.
-¡Ja! Suerte con eso. ¿Cómo sabes que no es un violador o un viejo de cincuenta años? La película no te enseñó mucho, ¿cierto? -cuestiona y se toca la cabeza.
-Mira las fotos. Le pedí unas con muecas específicas, y ahí están. -Se las muestro con orgullo-. Soy experta en esto.
-Está bien, después te diré «te lo dije» en la cara. No digas que no te lo advertí. -Le pega un mordisco a su hamburguesa.
-Como sea, luego te contaré qué tal.
Terminamos de comer tras varias conversaciones amenas.
Siempre la paso muy bien con Sonnet.
-En tu casa pediré un taxi. ¡Me está saliendo caro venir siempre! ¿Cuándo vendrás tú a mi casa? -pregunta al ver hacia arriba a la enorme luna en el cielo despejado.
-Algún día, no pronto, pero algún día -río y le golpeo el brazo. Ambos sabemos que no pasará, me da mucha pereza salir.
Charlamos mientras caminamos por las calles nocturnas. Él va pisando todas las líneas de la calle. No hay autos a esta hora de la noche en mi vecindario que es muy tranquilo la mayoría del tiempo.
-¿Cómo te va con Serina? -pregunto; siempre me interesa saber cómo le va con su novia, quien también es mi mejor amiga.
-Todo va muy bien -comenta y sus ojos se iluminan al pensar en ella-. Últimamente todo ha sido perfecto.
-Bien, tengo pendiente verla. Hace algún tiempo que no hablamos. -Reviso mi celular con esperanza, pero no hay ningún mensaje nuevo de Duke.
Llegamos a mi casa, Sonnet espera el taxi sentado junto a mí en la grada de la entrada.
-Ya casi llega. -Se levanta al verlo-. ¡Nos vemos! Espero que te vaya bien en la universidad mañana. Nada de andar faltando a clases, como has estado haciendo, vagabunda.
-Claro, claro. Nos vemos, Sonnet, buenas noches. ¡Te quiero mucho! -Me despido con un largo abrazo.
Él se sube al taxi y se va en segundos. Entro a mi casa mientras pienso en lo refrescante que ha sido verlo.
Si hubiera sabido lo que ocurriría en el futuro, le hubiera dicho tantas cosas más...
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