Un trueno resonó en la noche y ahogó el suave gemido de Cheryl mientras su cuerpo se estremecía en su punto álgido.
El hombre se retiró y su calor se disipaba, dejándola temblar en el frío que quedaba.
Antes de que el alivio pudiera asentarse, unos brazos fuertes la atraparon y la hicieron girar de nuevo, reavivando el fuego en sus venas. Fue arrastrada como un surfista que lucha contra las olas salvajes, completamente llevada por la corriente.
Los momentos se confundieron y el tiempo se escapaba. Una y otra vez, la oscuridad amenazaba con engullirla, solo para que nuevas olas de éxtasis la devolvieran.
La lluvia golpeaba el alféizar, impregnando el aire con una humedad densa y pesada.
El amanecer despuntaba, pálido y vacilante, cuando Cheryl sintió de nuevo el peso del hombre sobre ella. Él le inmovilizó las muñecas y, con sus dedos callosos, acarició el pequeño lunar rojo que tenía debajo del ojo.
Una voz, profunda y áspera como el cristal roto, le envió un escalofrío por la espina dorsal.
"¿Tienes idea de quién soy? Tuviste el descaro de meterte en mi cama. Muy atrevida, ¿no crees?".
Había algo en su tono, un filo de navaja entre la seducción y el peligro. Le provocó un vuelco en el corazón, y el pánico comenzó a mezclarse con la salvaje intensidad de su sueño.
Con un jadeo, inhaló profundamente, aferrándose a la realidad mientras los últimos vestigios del sueño se desvanecían.
La estridente vibración de su celular la sobresaltó. Frunció el ceño al ver que la llamada era de Rodger Dale.
La despiadada propuesta de Rodger una semana atrás todavía resonaba en su mente.
"Cheryl, ya conoces a Shane, el niño de oro de la familia Warren, ¿cierto? Hazme un favor: acuéstate con él, solo una vez. Estoy perdidamente enamorado de tu hermana y, si ella deja a Shane, por fin será mía. Vas a ayudarme, ¿verdad?".
Sus palabras la habían golpeado como la bofetada de un extraño, y Cheryl todavía podía imaginar la sonrisa burlona en el rostro de Rodger.
Su respuesta había sido tajante. "Hay muchas mujeres que se mueren por una oportunidad con Shane. ¿Por qué tengo que ser yo?".
Su contestación fue fría y rápida. "Porque eres la hermana que Zoey más odia. La última persona con la que querría verlo a él".
Cheryl bajó la mirada, y una sonrisa irónica se dibujó en sus labios mientras contestaba la llamada justo en el último timbre.
"¿Qué pasa, Roddy?", preguntó con un tono dulce y complaciente, ensayado a la perfección.
Hubo una pausa antes de que Rodger hablara. "Esta noche hay una fiesta. Shane va a estar ahí".
Así que ese era el plan.
"Claro, ahí estaré", respondió Cheryl, con una falsa calidez en la voz.
Las instrucciones de Rodger llegaron, tajantes e inapelables. "El chofer tiene tu vestido. Póntelo", ordenó, y luego añadió con indiferencia: "¿El gran final del desfile retro primavera-verano de Ensoñación de Eco? Deja que Zoey ocupe tu lugar. Ya te conseguiré otra cosa".
Su suposición de que todo saldría como él quería le provocó a Cheryl una risa amarga.
Desde el principio, Zoey Blake, su hermanastra, había hecho todo lo posible por apartarla del Grupo Blake, convencida de que intentaría robar la fortuna familiar.
Cheryl nunca había querido pelear. Entonces, el modelaje apareció en su vida.
Mantenerse alejada de Zoey y su familia parecía sencillo, hasta que su hermanastra, por puro aburrimiento, decidió incursionar en el modelaje el año anterior.
Con el apellido Blake y los contactos de Rodger, Zoey ascendió de la noche a la mañana y le arrebató trabajos que deberían haber sido suyos.
Un simple capricho de su hermana había puesto el mundo de la joven de cabeza, con Rodger siempre moviendo los hilos en segundo plano.
Una y otra vez, él le arrebataba las oportunidades que tanto le había costado ganar solo para dárselas a su hermana, sin siquiera disimular que lo hacía a propósito.
Así había sido siempre. Cada vez que Zoey quería algo, incluso si era de Cheryl, se esperaba que ella simplemente se lo entregara.
La razón era simple.
Zoey, después de todo, era la hija legítima. Era la favorita de Rodger, y él haría cualquier cosa por ella.
Cheryl, en cambio, no era nadie, una simple extraña que luchaba por respirar en el mundo de ellos.
"Lo que tú digas, Roddy", murmuró ella, rindiéndose.
La llamada terminó. La satisfacción de Rodger era casi audible en el silencio que siguió.
Un destello frío endureció la mirada de Cheryl mientras desbloqueaba su celular y editaba el nombre de contacto de Rodger, cambiándolo de "Roddy" a "Imbécil" con una pequeña y amarga satisfacción.
Soltó un largo suspiro para aplacar los nervios antes de levantarse y meterse bajo el chorro de agua caliente de la ducha.
Treinta minutos después, su celular vibró. Era una llamada del chofer de la familia Dale.
Al abrir la puerta, Cheryl recibió la bolsa de ropa. A pesar de haberse preparado mentalmente, el revelador vestido de seda que había dentro la tomó por sorpresa.
Las palabras acudieron a sus labios, pero se las tragó. Sus quejas caerían en oídos sordos.
En su lugar, entró a su habitación para cambiarse.
De pie frente al espejo, Cheryl era un espectáculo: su belleza era tan imponente que podía detener el tráfico, tenía la piel suave como la porcelana y una mirada que era pura tentación.
Un solitario lunar rojo debajo del ojo acentuaba su atractivo hasta hacerlo inolvidable.
Su silueta era impecable, esculpida; no había nada artificial en su encanto.
Cuando Cheryl finalmente salió, el chofer apenas se atrevió a mirarla y, cuando lo hizo, se sonrojó y apartó la vista rápidamente. "¿Está lista, señorita Blake?".
Ella asintió en silencio.
Nocturno era el tipo de lugar al que solo la élite de la ciudad tenía acceso; un patio de recreo para los más ricos y poderosos de Onistin.
La curiosidad brillaba en los ojos de Cheryl; nunca antes había estado allí y cada detalle captaba su atención.
El chofer la guio por una entrada VIP, delimitada por un cordón de terciopelo, y la llevó directamente al piso exclusivo.
Adentro, el aire estaba impregnado del humo de puros, que se arremolinaba en la suite privada, apenas iluminada.
Al empujar la puerta para entrar, una densa pared de humo la golpeó, haciéndola toser mientras sus ojos ardían por la bruma.
Ocultando su molestia, localizó a Rodger a través de la cortina de humo y forzó una sonrisa radiante. "Rodger".
Él le echó un vistazo rápido a su revelador vestido, pero apenas reaccionó; simplemente le hizo un gesto despreocupado para que se acercara. "Cheryl, ven aquí".
Ella cruzó la habitación con una elegancia estudiada. "Ya voy".
Cada uno de sus movimientos atraía las miradas: la seda se ceñía a su figura y sus piernas desnudas avanzaban con confianza mientras se deslizaba hacia él.
Su espalda estaba casi al descubierto, y la tenue luz se reflejaba en sus omóplatos, resaltando una piel que parecía luminosa e increíblemente suave.
Ignorando las miradas depredadoras que la seguían, Cheryl examinó la sala discretamente.
Una figura en una esquina apartada captó su atención.
Recostado con una confianza natural, el hombre estaba sentado con las piernas cruzadas y la mirada serena. La luz perfilaba su silueta, dándole un aire de misterio y peligro.
Por un instante, sus miradas se cruzaron. Su mirada era fría, y el corazón de Cheryl se aceleró en respuesta.
Un escalofrío la recorrió al recordar su propósito, y sus nervios se tensaron con una mezcla de ansiedad y excitación.