Regresé a la Ciudad de México después de dos años, buscando recuperarme de una enfermedad misteriosa que me dejó pálida y frágil.
Pero la salud no era lo único que debía recuperar: esta noche era la fiesta de compromiso de Alejandro, mi prometido de toda la vida, ¡con mi propia prima, Sofía!
Al bajar del coche, mi vestido negro no era de luto, era una declaración de guerra ante la escena: Sofía lucía mi diseño de vestido de novia que había bocetado años atrás, mientras susurraban sobre mi apariencia demacrada y su "virtuosa" dedicación a la familia.