A Zora se le iluminaron los ojos. Ezrah no había vuelto a casa en casi tres días y lo extrañaba muchísimo. Esta enfermedad parecía su amuleto de la suerte para tenerlo de nuevo a su lado. "Está bien. Vamos".
Ella sintió un calor en el pecho. Al menos a su esposo le importaba su futuro hijo. Ambos se vieron envueltos en un escándalo dos años atrás, y el matrimonio fue la única forma de calmar la situación.
Ezrah dejó clara su postura desde el principio. "Cuando todo esto se calme, nos divorciaremos".
Zora, sin embargo, tenía la esperanza de que para entonces habría logrado derretir su frío corazón, así que sostenía las esperanzas. Sin embargo, con el paso del tiempo, él se alejaba cada vez más de ella, a pesar de que trabajaban en la misma empresa e incluso dormían en la misma habitación.
Dos meses atrás, Ezrah había vuelto a casa para pedirle el divorcio, pero se encontró con los resultados de una prueba de embarazo. Al verlos, su expresión se ensombreció.
"Pospondremos el divorcio hasta que nazca el niño, pero no esperes seguir siendo la señora Gannon. Ese título le pertenece a otra persona, y definitivamente no es para ti".
Después de esas palabras, el matrimonio se volvió insoportable. Ezrah apenas volvía a casa y casi no había intimidad entre ellos. La única razón por la que Zora seguía con el título era porque llevaba su heredero.
Ella pensaba que la ausencia del hombre se debía al trabajo. Al fin y al cabo, era el CEO del Grupo Gannon, una empresa multimillonaria donde ella también trabajaba como gerente adjunta.
Ezrah no sabía que Zora llevaba cinco años secretamente enamorada de él, hasta la noche de borrachera en el cumpleaños de su mejor amiga, Coco, cuando despertó en la misma cama que él.
Ella decidió guardarlo como un preciado secreto, un recuerdo que atesoraría por siempre, hasta que los medios se hicieron eco de la noticia.
Ezrah no podía permitir que el escándalo arruinara su impecable reputación ni le causara pérdidas, así que anunció que él y Zora ya salían en secreto y que pronto se casarían.
La mujer, que estaba perdidamente enamorada de él, recibió la noticia de la boda con emoción.
Esperaba que con el tiempo Ezrah se enamorara de ella, pero eso nunca sucedió. Durante esos años, él rara vez pasaba la noche en casa.
De camino al hospital, el celular de Zora sonó. Al ver el contenido, se le encogió el corazón.
La foto mostraba a su esposo sosteniendo la delicada mano de una mujer hermosa, con una sonrisa de orgullo en el rostro. Y el título decía:
"El señor Ezrah Gannon confirma que ha reavivado el romance con su antiguo amor, la señorita Piper Henshaw".
Los ojos de Zora se llenaron de lágrimas que comenzaron a rodar por sus mejillas, mientras se negaba a creerlo. Tenía que ser una foto editada.
Nunca se había sabido que Ezrah saliera con nadie antes de que ella quedara embarazada de él; ni siquiera mostraba interés por las mujeres. Siempre había sido reservado, ocultando su rostro de los medios.
Además, Rudolph le había asegurado que Ezrah iría el hospital. Los medios solo debían de estar inventando noticias para ganar popularidad.
Aun así, no pudo evitar la inquietud en su corazón y marcó su número de inmediato.
Aunque le había advertido que solo se comunicara con él a través del mayordomo, esta vez Zora decidió tomar el toro por los cuernos.
Su llamada pasó, pero no hubo respuesta. Antes ella habría colgado, pero la inquietud que le causó la noticia no se lo permitió. Al cuarto timbre, una voz femenina contestó.
Su voz, tan melodiosa, hizo que Zora se sintiera menos mujer. "Ezrah está en el baño".
Sus manos temblaron al sostener el celular, con el corazón hecho pedazos. Ezrah nunca le permitía ni tocar su celular, y sin embargo, esta mujer contestaba su llamada con tanta naturalidad. ¿De verdad estaría en el baño? Sintió un dolor en el pecho, mucho más fuerte que el dolor de su abdomen.
"¿Quién eres?". Las palabras se le escaparon de la boca.
La mujer respondió con despreocupación: "Piper, su prometida. ¿Y tú quién eres?".
"Como sea que me tenga guardada", respondió Zora con calma. El dolor de la noticia era más de lo que podía soportar.
Sabía que Ezrah no la amaba, pero creía que podrían vivir en paz por el bien del bebé, pero él nunca tuvo la intención de hacer realidad sus sueños.
Al otro lado de la línea, la mujer apartó el celular de la oreja para ver mejor el identificador de llamadas.
"Ah, Zora... Si es algo urgente, puedo dejarle un mensaje cuando salga".
Así que todas esas noches que Ezrah pasaba lejos, las que Zora creía por trabajo... ¡En realidad estaba con la mujer que amaba, dejándola sufrir sola con su hijo nonato!
Aún en su primer trimestre, había dejado de trabajar en la empresa para recuperarse de las náuseas y otros problemas de salud.
Su mente carecía de claridad y empezó a dudar de todas las respuestas que Rudolph le había dado cada vez que le pedía ponerse en contacto con Ezrah.
"Solo dile que me llame", dijo y colgó.
En la habitación del hotel, Ezrah volvía de la reunión en la sala de conferencias. Como nunca permitía que nadie contestara sus llamadas durante las reuniones, dejaba su celular en la habitación.
"¿Qué haces con mi teléfono?", preguntó apenas entró en la alcoba. Y antes de que Piper pudiera responder, volvió a preguntar: "Te dejé claro que debías esperarme en la sala de estar. ¿Cómo entraste?".
El puchero de Piper solo la hacía ver más linda mientras fingía enojo. "¿Está mal que venga? Ya estaríamos casados si Zora no se hubiera metido en medio".
Ezrah siempre había mantenido su vida amorosa en privado. Él y Piper llevaban años en una relación secreta a distancia.
Habían acordado verse en la fiesta de cumpleaños de la hermana de un socio, pero a ella le surgió una emergencia de último minuto y no pudo asistir.
Esa noche, misteriosamente, terminó en la cama con Zora. El incidente debería haberse pasado por alto, hasta que los medios se hicieron eco.
Para no dañar su bien cuidada reputación, se casó con ella a regañadientes, pidiéndole perdón a Piper en secreto y prometiéndole que se divorciaría en dos años, cuando la noticia se calmara.
Pero las cosas dieron un giro inesperado cuando, justo después de prometerle a Piper que pondría fin a las cosas con Zora, se encontró con la prueba de embarazo.
"Te dije que estaba trabajando en ello. Debes mantenerte alejada de la prensa. No debemos ser vistos juntos". La voz de Ezrah era severa. Los negocios eran lo primero y la presencia de Piper podía arruinar sus planes.
Su mujer se sintió incómoda ante el recordatorio. Forzó una sonrisa y dijo: "Podría ser tu secretaria confidencial. Por favor, Ezrah, no quiero estar más lejos de ti".
Él no respondió. Siempre meditaba bien sus acciones. No le había sido fácil convertirse en el director ejecutivo del legendario Grupo Gannon, siendo el menor de tres hermanos.
Cualquier movimiento en falso y sus hermanos mayores empezarían a luchar por el puesto. "¿Alguien llamó?", preguntó mientras revisaba su celular y se topó con el nombre de Zora.
"Sí, Zora. Dijo que la llamaras", respondió Piper con una sonrisa, deslizando los dedos por sus muslos desnudos mientras se recostaba de forma seductora en la lujosa cama king size.
"¿Qué le dijiste?". Ezrah frunció el ceño. Quería mantener a Piper en secreto hasta después del divorcio.
"Fingí no saber que existía". La joven se incorporó. Debido a la larga abertura de su vestido, sus muslos quedaron completamente al descubierto, pero él tenía la atención puesta en el celular que sostenía en la mano.
"Hazme un favor y no vuelvas a contestar mis llamadas". Su voz carecía de calidez.
Piper fingió remordimiento y respondió: "Lo siento. Pensé que era urgente".
Ezrah finalmente la miró y habló con dureza: "Nada sobre Zora es urgente".