En lo más profundo del bosque, se cuenta que existen humanos con sangre de bestias, las cuales les gusta la sangre y carne humana, cualquiera diría que son demonios salidos del mismísimo infierno, pero no, son vampiros amantes a la sangre.
Estos seres tienden a tener una apariencia humana, salen en el día y conviven con su alimento, se ganan la confianza de la gente para luego en la noche, escabullirse y atacar.
Una noche, una pequeña familia de tres integrantes estaban cenando muy feliz mente, entre risas y el buen ambiente parecía que nada malo pasaría. En la madrugada a la 1:00 a. m. se escucharon ruidos fuertes provenientes de la cocina.
La pareja reacciono rápido y se despertaron, se miraron el uno al otro y se levantaron.
-Ve por nuestro hijo -Susurro el padre de aquella familia
La mujer asintió con la cabeza y fue en busca de su hijo, el hombre de aquella familia ya estaba preparado por si algo como eso pasaba por lo que busco en uno de sus cajones un cuchillo el cual en la punta tenía un veneno letal para vampiros.
Cuando estaba en la cocina no vio nada fuera de lo normal, lo que era preocupante.
-¡AAAAAAA! -Un grito provino de la habitación del niño
El hombre se alarmó y correo en dirección a la habitación de su hijo y lo que vio lo dejó en shock. El cuerpo de su hijo tenía mordidas las cuales dejaban visible la carne y un gran charco de sangre debajo de él.
Su esposa estaba tirada en el piso con una herida en el estómago y en la mitad de los dos cuerpos una vampiresa se chupaba los dedos ensangrentados para limpiarlos.
-Oh hola, mi amor -La vampiresa lo miro con una sonrisa malévola -Parece que tu mujer no será un inconveniente para que nos veamos, pero ahora lo que quiero es comerte, pero no en el ámbito sexual.
El hombre no lo podía creer, su amante era una vampiresa la cual había asesinado a su hijo y mujer, se sentía asqueado y enojado.
-Maldita zorra- El padre estaba tan enojado, que sin pensarlo dos veces se abalanzó contra la vampiresa y lo único que hiso esta fue sonreír.