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Mi loca perdición

Mi loca perdición

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5.0
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Acerca de

Quién dice que para tener sexo es necesario enamorarse, que tenemos que formalizar una relación e incluso casarse. Quién dice que la mujer por no querer enamorarse, solo tener sexo es una puta. ¿Por qué los hombres si hacen bien cuando se acuestan con un millón de mujeres y cuándo lo hace la mujer está mal? Andrea Anderson viene a romper todos esos estereotipos y comentarios de la sociedad. Es una mujer loca, extrovertida, pueden existir millones de mujeres pero ninguna puede hacerle sentir menos. Hace lo que quiere y lo que la gente comenta le da absolutamente igual. No busca un príncipe azul, ni un cuento de hadas con un final feliz; busca un lobo feroz que se la coma mejor.

Capítulo 1 1. Andrea

Soy Andrea. Esa mujer que sin dudas, tu no quisieras ser. Tengo dos conceptos muy claros en mi vida, el primero "la vida es corta y hay que vivirla al máximo", el segundo "el sexo es algo maravilloso, que han jodido con amor".

Creo enormemente en que cada persona es, lo que elige ser. No discrimino a quién cree ciegamente en el amor. Pero, yo soy yo. A mí no me importan los estúpidos criterios de la sociedad sobre el sexo. "Tantas personas escondiéndose para tener sexo, mientras la violencia se practica en la calle".

En 1948 declararon la igualdad de género, aunque aún, las personas siguen creyendo que el hombre es superior. ¡Señores somos iguales! Si tú puedes tener sexo con veinte mujeres, porque yo no puedo con veinte hombres.

Al oír esto, todos lo ven mal. A las mujeres las tachan de putas, de fáciles. ¿Y saben qué? ¡No me importa!

No quiero ser la típica mujer que trata de ser la más recatada del mundo, la que es buena esposa y un ejemplo, la que tiene una reputación impecable y todos la llaman señora. Soy la burguesa, la princesa del penthouse; la que el colchón tiene más huella que una playa en pleno verano; la que celebra que está viva, explotando en libertad, y si no sabes de qué te hablo es porque seguramente no has escuchado a Ricardo Arjona.

No soy esas mujeres que delante de la sociedad son un ejemplo mientras que a escondidas tiene más de un pecado.

Y no estoy criticando a nadie, ya mencioné que cada cual es lo que elige ser, pero entonces no me señalen a mí. Soy lo que quiero, lo que me gusta o lo que la vida me enseñó. Y absolutamente nadie, me va a hacer sentir una p-u-t-a.

Abro la puerta con un poco de trabajo. Su boca recorre con húmedos besos mi cuello. De un portazo la cierra, también creo que hemos perdido mucho tiempo. Deslizo mi mano por su pantalón mientras que agarra mi cara para que el beso sea mucho más intenso. Acaricio su dura erección. Mueve un poco la cabeza hacia atrás, soltando un gemido.

Le agarro la mano y lo llevo hasta mi cuarto. Lleva la otra mano a mi nalga y me da un azote. La excitación me estremece por dentro.

Justo frente de la cama lo empujo hasta que logro tumbarlo sobre ella. Me gusta tenerlos así, a mi disposición.

-Sube un poco más -le ordeno. Él cumple sin problemas.

Apoyo las rodillas y las palmas de mis manos en la cama y me muevo hasta estar a horcajadas sobre él. Su cara, la manera en la que me mira me hace sentir aún mejor. Estiro una mano hacia la mesita de noche, abro la gaveta, tomo unas esposas.

No puedo evitar reírme con su cara de preocupación.

-¿Algún problema cariño? -pregunto mientras levanto las esposas y las muevo delante de su cara.

-¿Qué vas a hacer? -pregunta.

-Te encantará -le digo mientras le coloco las esposas.

Despacio me bajo de encima de la cama. Me acerco a una cómoda y pongo música. Me coloco frente a él, abro un poco más las piernas. No deja de mirarme y eso me encanta. Me muevo despacio, deslizando poco a poco mi vestido, mientras que con mis dedos rozo mis muslos acariciándolos. Lanzo el vestido y continúo bailando para él. Me voy deshaciendo de las bragas y el sujetador. Desliza su lengua por su labio inferior.

Yo hago lo que quiera con ellos. Me gusta tenerlos a mi control. Aunque se crean muy machos, obedecen a lo que mandes. Sé lo que les gusta, sé satisfacer sus caprichos y deseos.

Paso mi lengua por todo su abdomen, hasta que llego a su cuello, dejo húmedos e intensos besos en él, subiendo hasta el lóbulo de su oreja. Él se mueve un poco.

-¿Qué pasa cariño? -Llego a sus labios y le doy una mordida-. ¿Quieres que me detenga?

-Sabes que no -contesta.

Sonrío satisfecha.

Tomo el preservativo, me deshago de su envoltura y se lo coloco. Unto saliva sobre él y me siento a horcajadas, introduciendo poco a poco su erección.

El placer me recorre por dentro. Esto es lo único que me interesa de los hombres. ¡No creo que todos sean iguales! ¡Sé que todos son iguales! Enamorarse es darle la oportunidad de que te jodan algún día.

Me inclino hacia atrás. Apoyo la palma de mis manos sobre sus piernas y me muevo permitiéndole a él una vista espectacular.

Sus ojos se encuentran perdidos cuando entra su sexo en mí. Yo continúo moviéndome sin prisa. Haciendo que disfrute él, pero sobre todo disfrutando yo.

Después de unos segundos me acuclillo, apoyando todo mi peso sobre la planta de los pies. Continúo moviéndome.

En ambiente se inunda de gemidos y placer. Todo se conjuga perfectamente haciendo que explotemos.

No me detengo. Aún no termino.

De un ágil movimiento me pongo a horcajadas nuevamente, pero, está vez de espalda. Apoyando las palmas de mis manos sobre la cama me muevo sobre su sexo, permitiéndole otra increíble vista, está vez de mi culo.

Llámenme como quieran, pero, esta es la forma en la que me gusta vivir mi vida.

Cuando mi cuerpo empieza a dar las primeras sensaciones de un orgasmo espectacular, mantengo el ritmo, contrayendo las paredes de mi sexo. Esto lo vuelve loco y acaba corriéndose.

-¿Mañana podemos salir? -comenta él mientras le retiro las esposas.

-Con una condición -le digo.

No salgo con nadie. Eso no es lo mío, pero...este hombre trabaja en A.S Enterprise y mi Keiri, mi mejor amiga, necesita un trabajo. Y esa es una oportunidad de lujo.

-Lo que quieras -expresa.

-Consíguele una entrevista de trabajo a mi amiga en A.S Enterprise - le suelto de pronto -Me comentaste que trabajas ahí.

-Sí pero...-empieza a decir.

Me le quedo mirando fijo.

-Tú has decidido cariño -le digo.

-Está bien -expresa al fin.

-Muy bien nos vemos mañana entonces -le digo-. Ya márchate.

-Me quedo esta noche contigo -me dice con una sonrisa.

-No -respondo seria-. Ya márchate.

Recoge todas sus cosas y se va. No duermo con nadie. Me acomodo en la cama y me quedo dormida.

Escucho un sonido a lo lejos. Es mi teléfono. Quién diablos está llamándome ahora. Con un poco de trabajo alcanzo el teléfono, es un número que no conozco.

-Dime -contesto.

-Te dije que te encontraría -me dice la persona que habla, esa maldita voz la conozco muy bien.

-Y qué mierda me importa -respondo tratando de sonar fría, en el fondo tengo pánico-. Ya no soy la niñita que conociste hace años.

-Espérame pronto -expresa-. Iré a buscarte.

Y así, sin dejarme contestar cuelga. Este hombre conocido como "el jefe" me jodió la vida, junto a mi madre. No hay personas que odie más en el mundo.

Intento volver a dormir, pero me es imposible. La preocupación invade mi cuerpo. Sé que me vendrá a buscar. No sé cómo diablos tiene mi número.

***

La alarma suena. Tengo que ir a trabajar. Sin embargo, el cuerpo me pesa, no tengo ganas de levantarme. No he dormido mucho.

A los minutos, me levanto de la cama. Yo me mantengo, así que no puedo permitirme no trabajar.

Yo me acuesto con quién se me pegue la gana, así soy, pero me gano la vida trabajando. A mí ningún hombre tiene que pagarme nada.

Después de una ducha y cepillarme los dientes paso a arreglarme. Tengo que serles sincera, yo sí me paso muchísimo tiempo en eso. Me encanta lucir bien. Seco mi cabello y me lo recojo en una coleta. Aplico sombra en un tono carne en mis párpados y rímel en las pestañas, delineo una fina línea que sobresale al final del ojo y un brillo en mis labios. Me pongo unos aretes grandes con forma de cuadrado. Voy al armario y elijo un pulóver largo que queda como vestido color blanco con la palabra Smile en varios colores. Los tenis en blanco a juego y listo. ¡Me encanta!

Al llegar al trabajo saludo a todos. No estoy de humor, pero definitivamente no puedo cogerlo con las personas.

Dejo la cartera y me coloco el delantal. Sí, trabajo como camarera en un gastropub. La campana que informa la entrada de clientes al local suena. Voy a atender la primera mesa.

-Buenos días preciosa. -Rodeo los ojos.

-No eres el primero en decirme preciosa -le comento. Es una mentira, tampoco sé quién es él, pero, es muy temprano para que estén haciendo de machitos-. Deja la muela y dime qué vas a pedir.

Él me mira serio y yo también a él.

-Podría hablar con tu jefe -me dice arrogante.

-Sí podrías -le contesto-, y tal vez me despidan, pero sabes qué, hoy todo me da absolutamente igual.

Él se me queda mirando.

-Tráeme un café y un donuts -comenta-. Después hablaré con tu jefe.

Ahora sí sonrío.

-Podría envenenarte -expreso-. Así que si quieres hablar con mi jefe escríbele una nota, prometo entregársela.

Él termina riendo. Voy a buscar su pedido y a los pocos minutos regreso.

-Tanto tiempo para traer está sencillez -dice.

-Lamento no correr para complacerlo -digo-pero a mí ningún hombre me hace correr.

Él vuelve a mirarme. No estoy nerviosa ni nada, pero, automáticamente pienso que me encantaría tenerlo en mi cama.

Descarto ese pensamiento. Este no es mi día, mierda.

Atiendo a otras mesas. La mañana pasa pronto. El hombre de antes se ha marchado y ha dejado propina, pero no volvimos a hablar ni media palabra.

Termino mi turno y me apresuro en salir del gastropub, tengo que luchar una enorme batalla ahora: la de convencer a mi mejor amiga de salir hoy.

Paso por mi departamento y recojo algunas cosas para arreglarme en su casa. La convenzo sí o sí.

-Andrea -me saluda Keira al entrar a su departamento-. Pensé que hoy irías de fiesta.

-Nos vamos de fiesta Keiri -expreso entusiasmada, con el simple motivo de contagiarla con mi energía, pero aún no lo logro.

-No -se queja tirándose en el sofá de la sala-. No tengo ganas, ni dinero.

-No acepto un no -le digo sentándome a su lado -pareces Rapunzel mierda.

-Ah porque viste muñes de princesas-expresa -pensé que saltaste esa etapa, que lo tuyo era la porno.

Acabamos riéndonos. Keira sabe cómo es mi vida, aunque ella no es como yo, aún así nos llevamos muy bien.

-Sigue esperando el príncipe azul -le digo-. Tu sabes a qué se refieren cuando hablan de final feliz, a un orgasmo durante un sexo espectacular, eso de se enamoraron y vivieron felices para siempre es pura ficción.

-Cállate -me dice casi sonrojada-. Mejor vamos a vestirnos, sino te quedas aquí contándome hasta los beneficios de los orgasmos.

Río y la sigo. Esto me tomará tiempo. Yo que normalmente me demoro en arreglarme y Keira que si la dejas va en ropa de dormir y sin maquillaje.

Después de dos horas estamos listas. Convencí a Keira de salir pero no de cambiar su atuendo.

Al llegar al club, este club que es la bomba y me encanta, me parece ver al hombre de hoy, del gastropub. ¡Se está convirtiendo en una pesadilla!

-Ya me arrepiento de venir -comenta Keira -me puedo ir.

-No -expreso-. Es día de fiesta Rapunzel. Además este hombre que me está esperando ahí, quiero quitármelo de encima.

-Haz lo que normalmente haces -me dice-, para que te complicas.

-Trabaja en A.S Enterprise, la empresa de logística más prestigiosa del estado. Tenemos que conseguirte una entrevista de trabajo ahí.

-No te sacrifiques por mí-. Declara mientras me fulmina con la mirada.

-Sí lo hago -le respondo-. Eres mi mejor amiga. Además no es ningún sacrificio.

Entramos al club después de una cola tremenda.

-Pienso acostarme con el portero -le digo a Keira, esta protesta.

-A ti claramente tienen que quitarte esa cabeza y ponerte otra -expresa y luego resopla-. ¿Acaso tienes algo en el cerebro?

-No voy a responderte esa pregunta -digo entre risas.

Rodrigo me está observando y se acerca a mí.

Rodrigo es con quién tuve sexo ayer, el que me conseguirá una entrevista de trabajo para Keira.

-Hola -comenta saludándonos-, guapas.

-Ella es Keira -le digo -dime qué le tienes una buena noticia.

-Mañana a las tres -responde-lega puntual.

Keira le agradece con una sonrisa. Necesitaba trabajar y mucho mejor si es algo que le encanta.

-Iré a buscar algo de tomar -dice y camina hasta la barra.

-Hoy si me quedo contigo -expresa.

Yo río.

-Tu sabes cómo funciona esto -le digo-, conmigo no duerme nadie.

-Puedo hacerte cambiar de opinión- comenta.

-Ni lo intentes cariño -respondo.

Recuerdo haber visto al hombre del gastropub afuera, pero al conversar con Keira se me ha perdido, no lo he visto más.

Keira regresa de la barra y se coloca a mi lado. Está nerviosa, mueve mucho el pie derecho cuando algo le pasa, la conozco como si la hubiese parido.

-¿Estás bien? -le pregunto. Ella asiente.

La noche pasa. Hemos bailado muchísimo. Hace tiempo no salíamos juntas. A Rodrigo le dije que me quedaría con Keira y he logrado por hoy librarme de él.

***

Me levanto en la mañana. Me he quedado en casa de Keira. Nosotras podríamos compartir departamento y así tener menos gastos, pero, yo tengo que vivir sola. Por mucho que Keira sea mi amiga, somos totalmente distintas, yo llevo una vida muy loca.

Voy a la cocina y busco que desayunar. Agarro mantequilla y tostadas. Me siento en la mesa a desayunar y escucho ruido en el cuarto de Keira, al parecer ya se levantó.

-Keiri -le grito a mi mejor amiga.

-Dime que ayer si echaste un polvo increíble -digo mientras unto mantequilla a una tostada.

-¿A qué se debe eso? Fui a hacerte la cama a ti. No tenía que haber ido. -La muy descarada me quita la tostada con mantequilla.

-No seas ridícula. Tu siempre serás mi mejor amiga, irás conmigo a donde vaya, él solo es un chico que me mantiene totalmente liberada de estrés -Preparo otra tostada-. ¿Conociste a algún hombre ayer? -Ella no responde, solo estira su mano para volver a quitarme la tostada, pero no, esta vez fui más rápida-. Esta es mía, prepárate otra si tienes hambre y respóndeme lo que te pregunté.

-No -Ella toma el cuchillo para cortar una rebanada de mantequilla-. ¿No me vistes a tu lado todo el tiempo?

-Te conozco como si te hubiese parido. Cuando regresaste de la barra estabas muy nerviosa, mueves mucho el pie derecho cuando eso ocurre. Y no me trates de decir que fue la multitud porque eso no te lo crees ni tú misma. No eres de las tímidas que se comen las uñas la mayor parte del tiempo -comento.

-Suelo ser un poco tímida a veces, especialmente cuando un hombre clava su mirada en mí, desde que entro en su campo de visión hasta que salgo de él.

-¡Ah! Fue eso lo que sucedió ¿Y qué tal estaba? -pregunto

-Cañón, lo tenía todo y un poco más -contesta.

-¿Por qué no le dijiste papi échame el palo aquí mismo? -Me pongo en posición de mujer seductora.

-¿De dónde sacaste eso? -me pregunta con cara de «en qué idioma estás hablando»

-Una canción cubana, Desnúdate y échame el palo aquí mismo. Así se llama. Es una locura. Creo que en mi cortiquísima lista de fantasías sin cumplir, acostarme con un cubano tiene el puesto número uno. -Keira se ríe de mis ideas.

Después de conversar con Keira, paso por mi casa y me cambio de ropa, debo entrar pronto al trabajo.

El sonido de la campana de la entrada me indica la llegada de clientes. Me dirijo a la mesa.

¡Oh no! Esto se está volviendo sofocante.

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