Esta noche, sin embargo, había decidido cambiar las cosas. Por primera vez en años salía sola. Necesitaba sentirse viva, querida. Con un vestido negro ajustado que abrazaba sus curvas a la perfección, se aplicó un toque de lápiz labial escarlata y alisó su cabello ondulado. Una última mirada en el espejo: estaba lista.
El bar estaba animado, lleno de risas y animadas discusiones. Ariane estaba sentada en el mostrador, su corazón latía salvajemente. Pidió un martini y examinó a la multitud, con la esperanza de encontrar a alguien que pudiera interesarle. Sus ojos se detuvieron en un hombre, solo, al otro extremo de la barra. Alto, bien formado, con una confianza natural que se notaba en sus movimientos. Parecía completamente a gusto en este ambiente, como si perteneciera allí.
Sus ojos se encontraron. Él sonrió y Ariane sintió que el calor invadía su cuerpo. El hombre se levantó y se acercó a ella, con una encantadora sonrisa en los labios.
"Buenas noches", dijo, sentándose a su lado. Mi nombre es Romain.
Ariane sintió que se le enrojecían las mejillas. Tomó un sorbo de su martini para animarse.
"Ariane", respondió ella, extendiendo su mano.
Romain la tomó con firmeza pero gentilmente. Su intensa mirada la inquietó.
-Entonces, Ariane, ¿qué hace una mujer hermosa como tú sola en un lugar como este? preguntó, inclinándose ligeramente hacia ella.
Ella se encogió de hombros, tratando de parecer indiferente.
- Necesitaba salir un rato, para cambiar de aires.
Romain asintió, sin dejar de mirarla a los ojos.
- A veces hay que saber escapar, aunque sea por una tarde. ¿Déjame invitarte otra bebida?
Ariane dudó un momento antes de aceptar. Pasaron la velada charlando, riendo y compartiendo anécdotas. Aprendió que Romain era un emprendedor, confiado y ambicioso. Tenía ese encanto irresistible que hacía que el corazón latiera más rápido. Ariane se sintió atraída hacia él de una manera que no se había sentido en mucho tiempo.
En un momento dado, colocó una mano sobre su rodilla, provocando que una descarga eléctrica recorriera todo su cuerpo. Ella no retiró la mano. Al contrario, se acercó un poco más, saboreando esta nueva y excitante proximidad.
"Tienes una sonrisa magnífica", dijo suavemente.
Ella miró hacia abajo, con una sonrisa tímida en sus labios.
"Gracias", susurró.
La conversación derivó hacia temas más personales. Ariane habló de su matrimonio, sin entrar en detalles, simplemente hablando de la falta de pasión que había invadido su vida. Romain escuchó atentamente y hizo preguntas que demostraban su sincero interés.
"Mereces sentirte vivo", dijo finalmente. Sentir esa chispa que hace latir más rápido el corazón.
Ella lo miró, cautivada por sus palabras.
-¿Y crees que podrás reavivar esa chispa? preguntó, casi desafiante.
Romain sonrió, una sonrisa que le provocó mariposas en el estómago.
"Estoy seguro de que podemos intentarlo", respondió.
Intercambiaron números y Ariane sintió un escalofrío de excitación recorriéndola. De regreso a casa, se metió en la cama junto a William, con la mente llena de pensamientos y deseos. Por primera vez en mucho tiempo, se fue a la cama con la sensación de que algo emocionante se avecinaba en el horizonte.
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A la mañana siguiente, Ariane se despertó con una sonrisa que no había tenido en meses. Guillaume ya se había ido a trabajar, como de costumbre. Se levantó, preparó su café y releyó los mensajes intercambiados con Romain la noche anterior. Continuaron hablando incluso después de separarse, compartiendo chistes y cumplidos. Sintió una conexión, una química innegable.
- Que tengas un buen día, hermosa Ariane. No puedo esperar a verte de nuevo, escribió antes de acostarse.
Ella respondió con una simple sonrisa enviada mediante emoji, pero sus pensamientos eran mucho más complejos. El deseo ardía en su interior, un fuego que ya no podía ignorar.
El día pasó lentamente. Cada vez que su teléfono vibraba, su corazón se aceleraba al pensar que podría ser Romain. Y cada vez que era él, sentía esa misma calidez invadirla. Hicieron planes para volver a verse esa noche. La espera fue insoportable, cada minuto se prolongó como una eternidad.
Finalmente, cuando llegó la noche, Ariane se preparó cuidadosamente. Eligió un vestido rojo que resaltaba sus curvas, se maquilló ligero pero seductor y miró su reflejo en el espejo por última vez. Se sentía nerviosa, pero la emoción superaba al miedo.
El bar donde habían acordado encontrarse era más íntimo que el anterior, iluminado por luces tenues que creaban un ambiente cálido. Ariane llegó un poco temprano y se sentó en una mesa en un rincón, con el corazón latiendo salvajemente. Unos minutos más tarde entró Romain. Llevaba una camisa blanca ligeramente desabrochada, que mostraba su tez bronceada y sus músculos abultados. Al verlo, Ariane sintió que su emoción aumentaba un poco.
"Buenas noches", dijo, sentándose frente a ella. Te ves hermosa esta noche.
"Gracias", respondió ella, tratando de ocultar su nerviosismo.
Pidieron una bebida y empezaron a charlar. La conversación fluyó naturalmente, cada palabra, cada mirada alimentaba el creciente deseo entre ellos. Romain era un hombre de palabras y sus elogios y atenciones despertaron en Ariane sensaciones que ella creía perdidas.
"Entonces, Ariane", comenzó después de un momento de silencio. ¿Qué te gusta de todo esto? ¿La emoción de lo prohibido? ¿La emoción de lo desconocido?
Ariane lo miró con los ojos brillando de deseo.
"Tal vez un poco de ambos", respondió ella, sonriendo.
Romain extendió su mano y acarició suavemente la de ella.
"Me gusta ese brillo en tus ojos", dijo suavemente. Te hace aún más hermosa.
Ariane se estremeció ante este contacto. Sus sentidos estaban alerta, cada caricia, cada palabra de Romain intensificaba su deseo. Siguieron hablando y sus voces se volvieron más bajas, más íntimas. Ariane sentía que estaban al borde de algo irreversible y estaba dispuesta a dar ese paso.
"Vamos", dijo de repente, levantándose y extendiendo la mano.
Ariane tomó su mano y se puso de pie junto a él. Salieron del bar y se dirigieron hacia el hotel que estaba a unas cuadras de distancia. El viaje se hizo en silencio, pero las miradas intercambiadas hablaban de un deseo ardiente. Al entrar en la habitación del hotel, Romain cerró la puerta detrás de ellos y se volvió hacia Ariane, con los ojos llenos de pasión.
"Te quiero", susurró.
"Yo también", respondió ella, acercándose a él.
Sus labios se encontraron con febril urgencia, sus cuerpos presionándose uno contra el otro. Las manos de Romain exploraron cada curva de Ariane, sus caricias despertaban escalofríos de placer en su piel. Se desnudaron lentamente, saboreando cada momento, cada descubrimiento.
Romain la hizo acostarse en la cama, sus labios trazaron un camino de besos calientes por su cuerpo. Ariane se arqueó bajo sus caricias, sus gemidos de placer llenaron la habitación. Se movió más abajo, sus labios y lengua encontraron su punto sensible. Ariane se perdió en la ola de sensaciones, su cuerpo respondía a cada movimiento de Romain con una intensidad que nunca había conocido.
- Oh, Romain... continuó, jadeando, sus dedos cerrándose sobre las sábanas.
Romain intensificó sus caricias, sintiendo que Ariane se acercaba al orgasmo. Se sintió invadida por una ola de placer y su cuerpo se contrajo bajo la intensidad de sus sensaciones. Ella gritó de placer, su cuerpo temblaba bajo las expertas caricias de Romain. Ariane gritó de placer, su cuerpo temblaba bajo las expertas caricias de Romain. Su mente se vio abrumada por una ola de éxtasis que nunca antes había experimentado. Se sentía viva, más que nunca.
Romain, saboreando cada gemido de Ariane, subió lentamente por su cuerpo, sus labios exploraron cada centímetro de piel. Él la miró a los ojos, con una sonrisa de satisfacción en los labios.
"Eres increíble", susurró, besándola suavemente.
Ariane respondió a su beso con renovada pasión y sus manos se perdieron en su cabello. Podía sentir su deseo contra ella, su calidez extendiéndose por todo su ser.
"Romano", susurró. Te quiero ahora.
Roman asintió, sus ojos ardían de deseo. Se colocó encima de ella y su mirada se clavó en la de ella. Sus cuerpos se unieron en un movimiento sincronizado, una perfecta armonía. Ariane dejó escapar un gemido profundo cuando él entró en ella, su cuerpo acogió con entusiasmo cada centímetro.
"Oh, Ariadne", respiró él, deleitándose con sus reacciones.
Sus movimientos se volvieron más intensos y cada embestida los acercaba al clímax. Ariane sintió que el placer crecía en su interior, una explosión inminente. Se aferró a Romain, sus uñas se clavaron en su piel y sus gemidos se hicieron cada vez más fuertes.
"Más fuerte, Romain", suplicó, sintiendo que el éxtasis crecía dentro de ella.
Romain aceleró el paso y respondió a su llamada con renovada intensidad. Cada movimiento era una sinfonía de placer, sus cuerpos se movían en perfecta sincronización. Ariane sintió que una ola de placer la invadía y su cuerpo se contraía cuando alcanzó el orgasmo. Romain se unió a ella y un grito de satisfacción escapó de sus labios.
Sin aliento, permanecieron entrelazados, sus cuerpos temblando por la intensidad de su unión. Ariane sintió que la invadía una profunda satisfacción, una sensación de plenitud que nunca antes había sentido. Romain la miró con una tierna sonrisa en los labios.
"Eres increíble", dijo en voz baja.
Ariane sonríe y se acurruca contra él.
"Gracias", susurró. Tú también eres increíble.
Permanecieron así por un momento, saboreando el calor de sus cuerpos. Finalmente, Romain se levantó y fue a buscar dos vasos de agua y se los entregó a Ariane. Tomó un sorbo y disfrutó del frescor del líquido.
"Entonces", dijo, sentándose a su lado, "cuéntame más sobre ti.
Ariane vaciló un momento y luego decidió confiar. Le habló de su matrimonio con Guillaume, de la pasión extinguida, de su deseo insatisfecho. Romain escuchó atentamente y sus ojos reflejaban una sincera comprensión.
"Por eso estoy aquí", continuó. Necesitaba sentirme viva, querida. Y lograste hacer eso esta noche.
Romain sonríe y coloca una mano sobre la de ella.
"Me alegro de poder traerte lo que estás buscando", dijo en voz baja. Pero debes saber que mereces más que momentos robados. Mereces sentirte así todo el tiempo.
Ariane miró hacia abajo, sus pensamientos dando vueltas en su cabeza. Sabía que sus palabras eran ciertas, pero no estaba preparada para afrontar las consecuencias de sus acciones. Por ahora sólo quería saborear este momento de felicidad y satisfacción.
"Gracias", dijo finalmente. Por esta noche, por todo.
Romain le sonríe y la estrecha entre sus brazos.
- Siempre estaré aquí para ti, Ariane. Siempre.
Se quedaron dormidos así, entrelazados, sincronizándose sus respiraciones. Ariane se sintió en paz, un sentimiento que no había sentido en mucho tiempo.
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Los días siguientes fueron un torbellino de emociones y pensamientos encontrados para Ariane. Se despertaba cada mañana con el recuerdo ardiente de su noche con Romain, con una sonrisa secreta flotando en sus labios. Pero en cuanto vio a Guillaume, una oleada de culpa la invadió. Todavía amaba a su marido, pero el deseo que había sentido por Romain era algo que ya no podía ignorar.
Ella y Romain continuaron intercambiando mensajes, y cada conversación alimentó el fuego de su deseo mutuo. Planearon otra reunión y Ariane sintió que se le aceleraba el corazón ante la idea de volver a verlo.
Una noche, después de que Guillaume partiera para una conferencia de trabajo, Ariane se preparó cuidadosamente y eligió un vestido azul que resaltaba sus ojos. Fue al mismo hotel donde había pasado aquella memorable noche con Romain. Al entrar a la habitación, encontró a Romain ya allí, esperándola con una sonrisa.
"Buenas noches, hermosa Ariane", dijo acercándose a ella.
Ariane sintió que su corazón volvía a acelerarse.
"Buenas noches, Romain", susurró.
Se besaron con renovada pasión, sus cuerpos presionándose uno contra el otro. Ariane sintió cada fibra de su ser encenderse bajo sus caricias. Se desnudaron lentamente, saboreando cada momento, cada sensación.
Esa noche fue aún más intensa que la anterior. Romain parecía conocer cada rincón de su cuerpo, cada punto sensible. Ariane se dejó llevar por la ola de placer, sus gemidos llenaron la habitación.
Después siguieron abrazados, discutiendo de todo y de nada. Ariane se sentía más cerca de Romain que nunca. Sabía que su relación estaba prohibida, pero no pudo evitar sentir lo que sentía por él.
"Eres una mujer increíble, Ariane", dijo Romain suavemente, acariciando su cabello.
Ariane sonrió y sus ojos brillaron con lágrimas de felicidad.
"Y tú eres un hombre increíble", susurró. No sé a dónde me llevará esto, pero me alegro de haberlo encontrado.
Romain la besó tiernamente.
"No importa adónde nos lleve", dijo. Lo importante es que seamos felices, aquí y ahora.
Ariane se acurrucó contra él, saboreando el calor de su cuerpo. Sabía que su relación era complicada, pero por ahora sólo quería disfrutar de esta felicidad fugaz.
Pasaron los días y las semanas y la relación entre Ariane y Romain se hizo cada vez más intensa. Se conocieron lo antes posible, siendo cada encuentro una mezcla de pasión y complicidad. Ariane se sintió viva, deseada, algo que no había sentido en años.
Pero la realidad finalmente los alcanza. Una noche, mientras estaban juntos, Ariane recibió una llamada de Guillaume. Le dijo que regresaría temprano de su viaje de negocios. Presa del pánico, Ariane se vistió rápidamente y salió del hotel, con el corazón latiendo salvajemente.
De regreso a casa, intentó calmarse. Guillaume regresó unas horas más tarde, visiblemente agotado pero feliz de verla. Ariane hizo todo lo posible por ocultar su nerviosismo, pero sintió que algo había cambiado. La culpa la estaba carcomiendo por dentro y sabía que no podía continuar así.
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Una noche, después de otro encuentro apasionado con Romain, Ariane decidió arreglar las cosas. Ella lo miró a los ojos, con el corazón cargado de tristeza.
"Romano", susurró. Tenemos que hablar.
Romain la miró y su expresión se endureció ligeramente.
-¿Qué pasa, Ariadna? preguntó suavemente.
Ariane respiró hondo y le temblaban ligeramente las manos.
"Ya no puedo seguir así", dijo. Guillaume no se merece esto y yo no puedo vivir con esta culpa.
Roman asintió con los ojos llenos de comprensión.
"Entiendo", dijo en voz baja. Es difícil, pero lo entiendo.
Ariane sintió que se le llenaban los ojos de lágrimas.
"Te amo, Romain", susurró. Pero no puedo destruir mi matrimonio por esto.
Romain la tomó en sus brazos y la acercó a él.
"Yo también te amo, Ariane", susurró. Pero quiero que seas feliz, sea lo que sea que eso signifique para nosotros.
Ariane permaneció en sus brazos, saboreando esta sensación de seguridad y calidez por última vez. Sabía que era la mejor decisión, pero eso no la hacía menos dolorosa.
Se separaron esa noche y cada uno regresó a sus respectivas vidas. Ariane encontró a Guillaume, decidida a darle otra oportunidad a su matrimonio. Sabía que tomaría tiempo y esfuerzo, pero estaba dispuesta a hacer cualquier cosa para salvar lo que quedaba de su relación.
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Las semanas siguientes fueron un verdadero desafío para Ariane. Cada momento que pasaba con Guillaume le recordaba lo que había perdido con Romain. Sin embargo, intentó reconstruir su matrimonio, reavivar la llama apagada. Inició conversaciones profundas con Guillaume, compartiendo sus sentimientos y deseos. Empezaron a salir juntos, redescubriéndose.
Una noche, mientras cenaban en un pequeño restaurante romántico, Guillaume tomó la mano de Ariane y la miró con nueva intensidad.
"Ariane, sé que hemos pasado por momentos difíciles", dijo en voz baja. Pero me preocupo por ti más que nada. Quiero que encontremos lo que perdimos.
Ariane sintió que las lágrimas brotaban de sus ojos, conmovida por sus sinceras palabras.
"Yo también, Guillaume", susurró. Quiero que seamos felices juntos.
Continuaron trabajando en su relación, cada pequeño gesto, cada atención fortaleciendo su vínculo. Ariane se dio cuenta de que todavía amaba a Guillaume, a pesar de todo lo sucedido. Poco a poco su matrimonio empezó a recuperar color y Ariane se sintió más en paz consigo misma.
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Sin embargo, Romain nunca estuvo lejos de sus pensamientos. Cada vez que su teléfono vibraba, secretamente esperaba que fuera él. Un día, mientras estaba sola en casa, recibió un mensaje de Romain. Ella lo extrañaba. Quería verla de nuevo, aunque sólo fuera para conversar.
Ariane dudó mucho antes de responder. Sabía que volver a ver a Romain podría reavivar sentimientos que estaba tratando de enterrar. Pero ella sentía que le debía una explicación, una conclusión real a su historia.
Se encontraron en un café discreto. Al ver a Romain, Ariane sintió que se le encogía el corazón. Parecía más distante, pero aún atractivo.
"Ariane", dijo en voz baja, sentándose frente a ella. Cómo estás tú ?
Ella le sonrió, una sonrisa triste.
"Está bien", respondió ella. Guillaume y yo estamos intentando reconstruir nuestro matrimonio. Y tu ?
Román se encogió de hombros.
"La vida continúa", dijo. Pero te extraño, Ariane. Cada día.
Ariane sintió que una oleada de emoción la invadía. Ella respiró hondo antes de responder.
- Yo también te extraño, Romain. Pero no puedo seguir así. Amo a Guillaume y tengo que darle una verdadera oportunidad.
Romain asintió, sus ojos brillaban de tristeza.
"Entiendo", dijo en voz baja. Yo sólo quiero que seas feliz.
Hablaron durante mucho tiempo, compartiendo sus pensamientos y emociones. Ariane sintió un cierto cierre en su relación, una paz que no había sentido en mucho tiempo. Al separarse, se besaron por última vez, un beso tierno y lleno de arrepentimiento.
"Cuídate, Ariane", susurró Romain.
"Tú también", respondió ella.
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Pasó el tiempo y la vida de Ariane tomó un giro más estable. Su matrimonio con Guillaume se fortaleció y cada día le reportó pequeñas victorias. Encontraron una complicidad perdida, un amor renovado. Ariane se dio cuenta de que la felicidad que había buscado con Romain también podría existir con Guillaume, si se esforzaba en ello.
Una tarde, mientras caminaban tomados de la mano, Guillaume se detuvo y la miró a los ojos.
"Ariane, te amo", dijo con una intensidad que la conmovió profundamente. Gracias por darme una segunda oportunidad.
Ariane sonrió y sus ojos brillaron de felicidad.
- Yo también te amo, Guillaume. Gracias por quedarte.
Se besaron tiernamente, saboreando este momento de paz y felicidad recién encontrada. Ariane sabía que el camino había sido difícil, pero estaba orgullosa de lo que habían logrado juntos.
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Un año después, Ariane paseaba por un parque cuando vio a Romain. Estaba sentado en un banco, pensativo. Ella dudó por un momento antes de acercarse a él.
- ¿Romano? ella llamó suavemente.
Levantó la vista y su rostro se iluminó cuando la vio.
"Ariane", dijo, levantándose. Qué sorpresa.
Se sentaron en el banco e intercambiaron noticias. Romain había cambiado de trabajo y parecía más tranquilo. Hablaron de sus respectivas vidas, compartieron recuerdos y risas.
"Me alegro de que estés feliz, Ariane", dijo finalmente.
Ella sonrió, conmovida por sus palabras.
- Gracias, Romain. Y tú cómo estás ?
"Estoy bien", respondió sonriendo. La vida continúa.
Permanecieron en silencio por un momento, saboreando la tranquilidad del momento.
"A veces me pregunto qué habría pasado si las cosas hubieran sido diferentes", susurró.
Ariadna asintió.
-Yo también, a veces. Pero creo que todo sucede por una razón. Ambos aprendimos y crecimos a partir de esta experiencia.
Romain sonríe, una sonrisa llena de sabiduría.
- Tienes razón. Tenemos que seguir avanzando y me alegra saber que estás feliz.
Se despidieron en buenos términos, y un sentimiento de paz y cierre los acompañó. Ariane se dio cuenta de que había encontrado lo que buscaba, no en los brazos de Romain, sino en ella misma. Era más fuerte, más resiliente y estaba preparada para afrontar el futuro con confianza.
Cuando regresó a casa, encontró a Guillaume preparando la cena. Él le sonrió cuando la vio y ella sintió que una ola de calidez la invadía.
- Cómo te ha ido el día ? preguntó, besándola.
"Muy bien", respondió ella, sonriendo. Estoy feliz de verte denuevo.
Cenaron juntos, compartiendo risas e historias. Ariane se sintió realizada, feliz de haber encontrado el equilibrio entre sus deseos y su realidad. Sabía que la vida nunca sería perfecta, pero estaba preparada para afrontar todos los desafíos con Guillaume a su lado.
El fatídico encuentro con Romain supuso un punto de inflexión decisivo en su vida, una experiencia que la impulsó a redefinir sus prioridades y redescubrirse a sí misma. Y aunque su historia fue intensa y apasionada, Ariane agradeció la lección aprendida. Había encontrado la fuerza para luchar por su felicidad y estaba decidida a nunca rendirse en esta búsqueda.
Y así, Ariane y Guillaume continuaron su camino, tomados de la mano, dispuestos a afrontar cada día juntos. Su amor, aunque marcado por pruebas, fue más fuerte que nunca, alimentado por una profunda comprensión y complicidad. Ariane sabía que el viaje apenas comenzaba y estaba lista para saborear cada momento con el hombre que amaba.