En el gran hotel de madrid, una habitación llenaba frialdad y temor.
- No quiero casarme Sofia - Expuso Catalina con una pizca de dolor y mucho temor en sus ojos.
Catalina de la Cruz había sido elegida como la esposa de un hombre que catalogan como el hombre más cruel, egocéntrico, tirano de Alemania que reside en España por cuestiones Empresariales. Sofia Morgan observaba a su mejor amiga desde el gran ventanal, podía sentir prácticamente que tan horrorizada estaba Catalina.
- Si pudiera ayudarte ten por seguro que lo haría - La voz de Sofia se escuchaba muy baja.
- Créeme que lo se Sof. Pero aquello es imposible cariño, no hay manera de que yo escape de este destino tan cruel que me ha tocado, creo que solo me queda resignación.
- No entiendo como tus tíos han podido venderte como una mercancía.
- No tener padres muchas veces conlleva a esto, tu mi pequeña Sofia tienes el amor de tus padres, de tus hermanos y tus hermosos sobrinos.-Sofia es la menor de los Herederos de Morgan, siempre sería la preciosa de la familia.
- Catalina, he escuchado acerca de Harry Meyer, y es tal cual lo mencionas además es un hombre mayor.
- Las cláusulas son una asquerosidad - Dijo Catalina sintiendo náuseas - Iniciando que debo de esperar aquí 24 horas.
- Catalina, definitivamente si pudiera ayudarte lo haría.
- Pero ya haces mucho al estar aquí Sofia. Además tu tienes un examen hoy, creo que es momento de que nos despidamos.
- Si, es mi último examen antes de la Defensa de Tesis, pero ni bien termine el examen estaré aquí nuevamente.- Consolaba a su mejor amiga como posible.
- No es necesario Sofia. Quizás después de tu examen deberías de hablar con tus padres ser feliz tú, yo no quiero ser una aguafiestas.
- Claro que hablaré con mis padres también con mis hermanos y mis 3 sobrinos, pero tú eres un miembro más de la familia para mi, ellos tienen su vida, sus familias, yo estoy tratando de hacer lo mismo y tu eres como una hermana para mi así que, te veo después del examen.
- Bien estaré esperándote aquí - Catalina se coloca de pie y abraza a Sofia qué segundos después abandona la Suite y se adentra en el ascensor.
Sofía se quedó quieta frente al ascensor al salir. Las palabras de su amiga retumbaban en su cabeza, y la impotencia la carcomía. No podía permitir que Catalina fuera entregada como una ofrenda al mismísimo demonio.
Justo en ese momento, escuchó una conversación entre dos empleados del hotel:
- El señor Meyer llegará en unos minutos. Todo debe estar listo en la suite 701.
- Nadie debe molestarlo. Ya sabes cómo es - Expuso uno de los Empleados con cautela.
Sofía sintió que el corazón le latía con fuerza. ¿Estaba Harry Meyer en ese mismo hotel? La oportunidad era única, quizás inigualable.
Sin pensarlo demasiado, presionó el botón del ascensor. Llegó al séptimo piso y caminó decidida por el pasillo alfombrado. Cuando se encontró frente a la puerta, respiró hondo y tocó.
La puerta se abrió lentamente.
Un hombre de traje oscuro le hizo una señal para que pasara sin decir palabra. Quizás Harry estaba esperando a alguien y la confunden con esa persona.
La suite era aún más lujosa que la de Catalina. El aire olía a cuero caro y whisky añejo. Al fondo, sentado en un sillón giratorio, un hombre observaba por la ventana. La silueta era elegante, imponente. No podía verle el rostro.
- Señor Meyer -dijo Sofía con voz temblorosa-. Sé que esto puede parecer una locura una falta de respeto absoluto, pero le suplico que no obligue a Catalina a casarse con usted. Ella no quiere hacerlo. Por favor... debe haber otra manera, usted quizás ya lo sabe, pero no es justo que unos familiares la vendan de tal manera a usted.
El silencio fue espeso.
Entonces, el hombre giró lentamente el sillón.
Sofía se congeló.
El rostro que la miraba no coincidía con ninguna de las fotos que había visto del temido Harry Meyer. Era más joven, más atractivo, pero con una mirada igual de afilada. El tipo de mirada que podía diseccionar el alma.
- ¿Catalina? -repitió él, con una ceja alzada, como si probara el nombre en sus labios-. No tengo idea de quién es. Pero lo que me acabas de ofrecer suena... interesante.
- ¿No es usted Harry Meyer?
- No -respondió, sonriendo apenas-. Soy Naven Fort, y acabas de irrumpir en mi suite suplicando un favor.
Sofía tragó saliva.
- Lo lamento... fue un error... yo...
- Nadie entra a mi suite y me suplica algo sin que yo decida el precio -interrumpió él con tono gélido.
Sofía retrocedió un paso, asustada.
- ¿Qué... qué quiere decir?
Naven se levantó del sillón. Era más alto de lo que imaginó, y el poder que irradiaba era casi palpable.
- Dijiste que tu amiga no quiere casarse con Meyer. Yo puedo evitarlo. Tengo influencias, recursos... y contacto directo con él.
Sofía lo miró con esperanza y desconfianza.
- ¿A cambio de qué?
Él la miró directo a los ojos.
- A cambio de que tú seas mi esposa. Justamente estaba buscando una para mantener un matrimonio de Contrato.
Sofía se quedó inmóvil, como si el tiempo se hubiese detenido con aquellas palabras.
-A cambio de que tú seas mi esposa. Repitió el hombre.
Sofía sintió que le faltaba el aire.