"Edmund, has estado casado con Chelsea durante tres años. Ya es hora de que ambos tengan un hijo. Quisiera conocer a mis bisnietos antes de que la muerte venga por mí".
La seria voz del anciano sonó a través de la puerta del estudio, la cual se encontraba entreabierta en ese momento.
El joven le respondió con frialdad: "¿Por qué debería tener un bebé con una mujer que yo no amo?".
Chelsea Williams estuvo a punto de llamar a la puerta para informales que la cena se encontraba lista. Pero cuando escuchó su conversación, se quedó congelada en su sitio. El rostro de la chica se volvió pálido en tan solo fracción de segundos.
La voz del joven volvió a escucharse. Esa vez, sonaba más firme y desinteresado. "Abuelo, solo para dejar las cosas en claro, no tendrás bisnietos de mi parte mientras siga casado con Chelsea. No quiero que ella sea la madre de mis hijos. ¡Así que no me vuelvas a molestar con este tema!".
"¡Tú, mocoso!", gritó el anciano con enojo. Un segundo después, se escuchó el sonido de una taza rompiéndose en el suelo. Y eso fue seguido por el sonido de pasos que se acercaban a la mujer.
Chelsea se apresuró a meterse en el baño que estaba a un lado para poder esconderse. En el proceso, se raspó la cintura con el borde afilado del lavabo.
Un intenso dolor se disparó desde allí hasta su corazón. Luego, lo sintió en todo su cuerpo. Ella comenzó a temblar y se mordió el labio inferior con fuerza. Las lágrimas debido al dolor pronto cayeron de sus ojos.
Hace tan solo unos días, había recibido el resultado de una prueba de embarazo de Diane Stevenson, la amante de su esposo, Edmund Nelson.
Junto con el resultado de la prueba había recibido una dura burla de su parte.
"Chelsea, ¡qué mujer tan miserable eres! Aunque has estado casada con él durante tres largos años, sigue sin estar enamorado de ti. Vives bajo su mismo techo, pero te odia con cada fibra de su ser. ¿Acaso no te da vergüenza? ¿Cómo puedes estar con un hombre cuyo corazón pertenece a otra persona? ¡Dios mío! Si yo fuera tú, estaría muerta de la vergüenza desde hace mucho tiempo".
Ella no sabía sobre la existencia de Diane antes de casarse con Edmund.
En su noche de bodas, el hombre no se había quedado en casa. Él la había dejado tan pronto como la ceremonia llegó a su fin. A la mañana siguiente, Chelsea se despertó con una noticia impactante. Su esposo había sido visto en un hotel con una popular estrella femenina la noche anterior. La noticia fue la comidilla de todo el pueblo.
Fue ese día que ella se dio cuenta de que el corazón de su esposo ya le pertenecía a otra persona.
No estaba dispuesta a renunciar a su nuevo matrimonio, así que decidió quedarse. Esperaba que Edmund se pudiera llegar a enamorar de ella algún día. Había renunciado a su trabajo y se quedó como ama de casa a tiempo completo.
Desafortunadamente para Chelsea, nada había cambiado incluso después de tres años.
Mientras la mujer seguía perdida en su mente, la puerta del baño fue abierta con fuerza desde afuera. Ella se tambaleó y sostuvo su peso en el lavabo.
Miró hacia arriba con los ojos llorosos solo para encontrarse con la mirada fría del hombre que entraba. Era su marido, Edmund.
Sus ojos eran tan fríos que incluso podrían llegar a congelar el infierno. El traje negro que llevaba puesto ese día lo hacía parecer más antipático de lo normal. Él se acercó a ella, la sujetó de la barbilla y le preguntó agresivamente: "¿Incitaste al abuelo a presionarme para tener un bebé contigo? Perra, te has vuelto más maquinadora con los años. ¿Qué te hace pensar que quiero que tú seas la madre de mis hijos? ¿Acaso te has vuelto loca?".
Sosteniendo su barbilla aún más fuerte, el hombre agregó furioso: "Me tendiste una trampa, y me obligaste a casarme contigo hace tres años. Y ahora quieres asegurarte de ser parte de esta familia teniendo a mi hijo. ¡Pues sobre mi cadáver!".
El rostro de Chelsea se tornó rojo. Ella se mordió el labio inferior, y respondió: "No lo hice".
"¿Que no lo hiciste? ¿Entonces por qué me está presionando? ¿Y por qué estabas escuchando a escondidas nuestra conversación?", se burló Edmund.
Con un tono entrecortado, él continuó: "Ya que escuchaste lo que estábamos hablando, debes saber lo que siento por ti. Me das asco, Chelsea. No eres digna de tener un hijo conmigo".
Ella apretó los puños con fuerza al escuchar sus fuertes palabras. Sus uñas estuvieron a punto de perforar su piel.
La mujer sabía muy bien que Edmund no la amaba, pero su corazón se rompió en mil pedazos cuando escuchó que no era digna de tener a su hijo.
Durante esos últimos tres años, Chelsea se había estado esforzando al máximo para que su matrimonio funcionara. Chelsea siguió siendo una esposa obediente a pesar de saber su infidelidad.
Durante día y noche, mantuvo la esperanza de que el corazón del hombre algún día se ablandaría por ella. Sin embargo, el corazón de Edmund pasó de ser un iceberg a un pesado plomo. Nada de lo que ella había hecho lo derritió.
"Por favor, sé honesto conmigo. En los últimos años, ¿tú...? ¿En algún momento me has amado, aunque haya sido por tan solo un segundo?".
La voz de Chelsea era baja y lamentablemente. Su cuerpo estaba temblando violentamente, como si estuviera haciendo esa pregunta con toda la fuerza y el coraje que tenía.
Esa pregunta tan repentina envió una emoción inexplicable al corazón de Edmund. Pero tan solo duró una milésima de segundos.
La frialdad que había en sus ojos aumentó. "¿Tú qué crees? No eres tan tonta, ¿verdad? ¡A juzgar por lo que está ocurriendo ahora, deberías poder responder esa pregunta por ti misma!".
El desdén en su respuesta fue como un cuchillo que atravesaba el corazón de Chelsea. Todo el dolor que había estado ocultando desde hace tiempo salió a la superficie en ese momento.