diciendo que echaste a su marido de su propia empresa. Hemos sido amigos
desde siempre, ¡tu padre era tan amigo de Richard! Y Lea,
Dios mío... ¡Pensé que te gustaba! La pobre no entiende
nada.
Apreté los puños y respiré hondo para no decirle a mi madre que se
fuera a la mierda.
– Le estoy haciendo un favor a este viejo imbécil, no sabe cómo manejar su
propia empresa, está en bancarrota desde hace décadas. Y en cuanto a su participación
en el negocio, todo realmente depende de Leah... si ella está dispuesta a ser
una buena chica o no.
Mi madre se llevó la mano a la boca, horrorizada.
- Así no te criamos tu padre y yo...
Rodé los ojos, toda esta mediocridad moral me asqueaba, ni
siquiera me molesté en contestar. Pasé junto a mi madre, que todavía estaba haciendo una
mueca de sorpresa, bajé las escaleras y ¡allí estaba ella! Mirando hacia arriba ansiosamente
con una súplica silenciosa en sus ojos mentirosos. Mi corazón dio un vuelco
cuando la vi. ¿Por qué tenía que ser tan jodidamente hermosa? Frené mis
pasos saboreando la victoria, en ese momento ella ya no me miró con
arrogancia, ni me frotó
en la cara su compromiso con el bastardo que pretendía ser mi amigo todo este tiempo.
'Barry, cariño...' dijo, pero se detuvo cuando vio mi expresión.
- ¿Querido? Dije con una ceja levantada.
– No entiendo nada, papá dijo que compraste todos
nuestros bienes y negocios y estás amenazando con echarlos a todos a la calle...
¡Pensé que éramos amigos!
Mi cuerpo ardía cada vez que veía su anillo apretando su
dedo, un pobre anillo sin clase.
"Nunca fui tu amiga, Leah, y tú nunca fuiste estúpida o ingenua.
Interpretar a una doncella indignada no va a funcionar conmigo y lo sabes.
Levantó la barbilla, lista para mirarme. Ahora apareció la mujer
que amaba. Yo continué.
– Tienes dos opciones, ayudar a tu familia a mantener el estatus que
siempre ha tenido o seguir tu corazón egoístamente poniendo a tus padres en la
miseria. Estoy feliz de todos modos.
Su madre sollozó y le rogó que pensara con claridad, sabía lo
que haría, si hay algo sin lo que Leah nunca viviría, es dinero.
– ¿Qué quieres que haga, Barry? Su voz sonaba tranquila, pero
sus párpados revoloteaban.
"Simple, quítate ese ridículo anillo de compromiso y ponte el mío.
Cuando termines con el novio, dile la verdad, que preferes a
alguien de tu altura.
Me miró fjamente durante mucho tiempo y lentamente se volvió hacia el padre
que la vendería al diablo si era posible, pero la madre aún podía
arruinar mis planes.
– Leah, no hagas esto, no te vendas... eres tan feliz, el amor
te hizo mejor.
– Mamá, pero...
– ¿Pero qué, niña? – intervino el viejo Montgomery – ¿Vas
a cambiar todo lo que tenemos por una vida mediocre con el hijo de un barbero?
Miró a sus padres, respiró hondo y fnalmente se quitó el
anillo que mi ex amigo Ethan le había puesto en el dedo. Miré la escena
aliviado, el compromiso con el perdedor que parecía actor fnalmente había terminado.
"Manita pequeña", le dije.
Odio brillando en sus ojos, me dio una mano temblorosa y
fnalmente me puse el anillo que se merecía usar.
"Ahora vámonos", agregué, "acabemos con ese
pendejo de una vez por todas.
– Barry... por favor, ya acepté quedarme contigo, déjalo que siga
con su vida en paz.
Le acaricié la cara... Ella solo podía haber conocido mi lado bueno,
pero no quería.
– Elige, mi amor. O destruyo a Ethan Bauer o a sus padres,
¿cuál preferes?
Ella bajó la cabeza con resignación. Sabía que no sería difícil
convencerla. De camino al café donde había concertado una cita con Ethan,
le pedí que memorizara todo lo que le iba a decir. Conduje sobre el límite de velocidad
, no pude aguantar más la ansiedad de ver su
rostro derrotado cuando se dio cuenta de que yo era el responsable de tomar todo lo que tenía.
Fuimos amigos un día, accedí a fnanciar sus locas ideas que
no tendrían futuro sin mi dinero y él se lo agradeció robándome a mi
princesa.
Salí del auto con el corazón acelerado, más de un año de
planifcación fnalmente sucedió en tiempo real ante mis ojos.
-¡¿Barry?! - Dijo Ethan confundido al verme llegar con Leah. – ¿Qué
haces aquí? Ya dije que no entregaré mi código, puedes tomar
el fnanciamiento, pero no tomas mi código.
Sonreí anticipando el gran momento, el idiota aún no había
notado nada, pensando que quería hablar. Empezamos una
empresa juntos, pero como todos los fondos eran míos, todo en la empresa
me pertenecía, incluido su precioso código, pero eso era asunto de los
tribunales.
- Mi amor, ¿qué están haciendo juntos? - dije tomando
las manos de Leah y tuve que controlarme para no prenderle fuego ahí en
la acera.
Me aclaré la garganta y ella respiró hondo, alejándose de él que la miraba
completamente perdido. Quería gritar de felicidad.