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Tal vez, Algún día

Tal vez, Algún día

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Reagan quiere olvidar a Steve y comete el peor error de su vida tras cruzarse con William Preston en el camino, aunque no todo está perdido, porque en medio de tanto dolor conoce a alguien dispuesto a protegerla de cualquier peligro. O donde Paul Moore obliga a su sobrino Edward a acercarse a su vecina Reagan y ayudarla con algunos problemas, sin saber que terminaría perdidamente enamorado de ella.

Capítulo 1 La esperanza de todo

Sintió los brazos del castaño rodeando su cintura en un intento de acercarse más a ella, necesitaba su cercanía más que nada en ese momento. Se inclinó hasta quedar a la altura del cuello de la chica, donde depositó sus labios seductoramente, obteniendo como respuesta algunos tímidos jadeos. Sonrió mientras acariciaba su cuerpo debajo de la ropa.

-Steve - susurró ella tratando de alejarlo - No creo que sea buena idea.

-Te necesito, linda - respondió en voz baja para dirigir su mirada hacia ella - Te necesito más que nunca, por favor, ayúdame a sentirme mejor.

-Pero...

-Ella no me quiere, Reagan, ya lo dejó muy en claro, y fui un idiota al olvidar nuestra salida por intentar arreglar las cosas con Nancy. Tú eres la única que en verdad me quiere - susurró antes de besar sus labios.

-No creo que sea correcto, ¿y si se amistan? Ustedes siempre vuelven, Steve, no podemos seguir haciendo esto - no sé si lo pueda resistir una vez más, pensó cansada de escuchar las viejas promesas del castaño.

-Te juro que esta vez es definitivo. Ayúdame a olvidarla, Reagan. Quiero enamorarme de ti, lo digo en serio.

Mentiroso. Steve Montgomery no era más que un maldito mentiroso. Todo a su alrededor se detuvo en cuanto se cruzó con la imagen más desagradable y dolorosa que podía apreciar: su mejor amigo sorprendió a Kate White cargándola mientras ella guardaba sus libros en su casillero. Y eso no fue lo peor. Ella sonrió y lo besó apasionadamente en los labios.

Reagan sintió cómo su corazón se hacía cada vez más pequeño, a la vez que batallaba contra las lágrimas que amenazaban con salir de sus ojos en cualquier momento sin aviso previo. Las voces de sus compañeros alrededor parecían lejanas, mientras todo se veía borroso.

Una vez más había confiado en Steve, y éste la había traicionado nuevamente.

Al mismo tiempo Grace Perkins hablaba muy emocionada sobre un paseo que realizó con sus padres a Nueva York el fin de semana, y pensó en la posibilidad de volver en otra oportunidad junto a su mejor amiga. El pequeño pueblo donde vivían no era nada comparado a la gran ciudad que ofrecía millones de oportunidades para las jóvenes chicas, sabía que a Reagan le encantaría... si tan sólo la escuchase.

Pero sus ojos estaban puestos en el maldito Steve Montgomery otra vez. Pensó en realizar un comentario sobre lo demostrativos que estaban él y Kate en los pasillos de clase, hasta que se percató del semblante de su amiga. No necesitó saber más para darse cuenta de lo que sucedía y adelantándose a lo que era evidente que pasaría tomó su mano para guiarla hasta el baño de chicas, el cual afortunadamente estaba vacío por el inicio de clases.

-Grace, ya sonó la campana, debemos ir a historia - le dijo Reagan tratando de pensar en algo más que su corazón roto.

-La historia ya está escrita, no es como si vaya a cambiar algo por nuestra ausencia - respondió encogiéndose de hombros - ¿me vas a decir por qué estás así? - le preguntó directamente a su amiga, quien desvió la vista - Reagan... ¿Otra vez? - se quejó - ¿Hace cuánto tiempo?

-Dos días - susurró en respuesta.

-Joder - masculló la rubia negando con su cabeza - Voy a matarlo, en serio lo haré. No entiendo por qué le sigues creyendo, Reagan, cada vez que tiene un problema con Kate o terminan te busca, te ilusiona, te da esperanzas y después vuelve con ella.

-Eso ya lo sé, Grace ¿cómo crees que me siento? Pensé que esta vez sería diferente. En serio creí que me iba a mirar con otros ojos - admitió avergonzada sintiendo sus ojos cada vez más pesados - Ni siquiera yo misma sé por qué mierda sigo a su lado esperando una maldita oportunidad.

-Oh cariño...

-Sé que jamás podré competir contra Kate, pero daría todo lo que tengo porque Steve me mirase como la mira a ella una vez en la vida. Es lo único que quiero - le contó a su amiga, Grace la rodeó con sus brazos mientras calmaba el llanto de la castaña - Ella no lo ama, ambos están estancados en una relación que no tiene pies ni cabeza.

-Probablemente tengas razón, pero no podemos hacer nada con ello, Reg, es un asunto que ellos deben resolver, y lo mejor es que te mantengas al margen, o saldrás más lastimada. Steve es un idiota que solamente te busca cuando se siente mal, no le importan tus sentimientos - Grace sabía que sus palabras eran duras, nadie quisiera escuchar algo así en su vida y menos de su mejor amiga, pero necesitaba que Reagan reaccione antes de que fuera demasiado tarde.

No era un escenario extraño para ella encontrar a su mejor amiga llorando por Steve Montgomery, mientras que él continúa con su vida como si nada más importase, como si no supiera el daño que le causaba a la que cínicamente, llamaba "mejor amiga".

Reagan estaba destrozada. Todo ese amor que sentía por Steve terminaría por matarla, y eso la asustaba, porque ella era consciente de que su mejor amigo jamás la consideraría siquiera como una oportunidad de reemplazo a Kate, pero ella vivía por la esperanza de algún día conseguirlo.

Solía pensar que Steve era su alma gemela, y ella era la chica que él necesitaba en su vida, alguien que lo amase incondicionalmente, sólo faltaba que el castaño se diera cuenta, y ella estaba dispuesta a esperarlo hasta que esté listo. Aunque cada vez la batalla era más dura. La indiferencia y cambios de actitud de Steve la mataban por dentro, aunque intentase aparentar estar bien.

Estaba cansada de ser un secreto, de esperar algo que muy posiblemente nunca sucediera, y limitarse a ser el premio consuelo de la persona por la que ella daría todo. ¿Le dolía? Por supuesto, pero más doloroso era pensar en una vida sin Steve. Se convencía una y otra vez de que todo estaría bien, y debía ayudar a su mejor amigo cuando se lo pedía, así ella terminase llorando en el baño por sentirse insuficiente.

Lo más triste de todo eran aquellos momentos de lucidez que Reagan tenía, en los que sabía perfectamente que Steve la estaba utilizando, que ese chico del cual estaba perdidamente enamorada se aprovechaba de los sentimientos que tenía hacia él para su provecho, en especial cuando Kate y él terminaban.

Lo peor de todo era que Reagan no podía alejarse de él, porque al menos en esos escasos momentos tenía su atención. Y un poco del amor de Steve era mejor que nada. Aquellos efímeros instantes donde tocaba su piel y buscaba contacto, donde rogaba por besar sus labios y le prometía que todo cambiaría eran el motivo de la existencia de Reagan. Aunque claro, sólo eran mentiras para obtener unos momentos de calentura y afecto.

A la mañana siguiente el castaño actuaba como si nada hubiese pasado, la dejaba en la escuela y eventualmente se alejaba de ella, hasta que, como un balde agua fría, demostraba públicamente su excesivo afecto hacia Kate, su novia, dejando más que claro que habían retomado su relación, haciéndole saber a Reagan que nuevamente la había utilizado.

-Nunca te enamores, Grace, duele como la mierda - le advirtió la castaña mientras secaba sus lágrimas con papel.

-El amor no tiene que doler, Reg, al menos no cuando te enamoras de la persona correcta - opinó brindándole una sonrisa comprensiva a su amiga - y Steve no es esa persona.

-¿Qué debo hacer entonces? - preguntó apoyando su cabeza en el hombro de la rubia, quien acarició cariñosamente su cabello.

-Primero que nada, dejar de llorar y recoger la poca dignidad que te queda, necesitaremos un par de palas para buscarla en caso todavía exista - bromeó obteniendo un ligero golpe en el hombro como respuesta - Hablando en serio, tienes que alejarte de Steve, nos sentaremos en otra mesa durante el almuerzo, no responderás sus llamadas ni lo buscarás con la mirada.

-¿Y si él se acerca? - le preguntó.

Nunca se acerca, y menos cuando Kate está cerca, pensó la rubia, pero se limitó a acomodar el cabello de su mejor amiga detrás de la oreja.

-Si se acerca también lo ignoras - Grace la tomó de los hombros para llamar su atención - Reagan, prométeme que será la última vez que permites que ese idiota juegue así contigo. No importa si termina con ella o te jura amor eterno, Steve Montgomery no existe para ti desde este momento.

-Lo prometo - aseguró Reagan, aunque ambas chicas sabían que era una gran mentira, sin embargo, ninguna pudo percatarse del inicio del caos que se asomaba, aquella aparente intranquila mañana sería un paraíso a comparación del resto del año, especialmente para Reagan.

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