Un contrato con mi torpe y sexi secretaria
img img Un contrato con mi torpe y sexi secretaria img Capítulo 1 Prefacio
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Capítulo 6 Inútil img
Capítulo 7 Estamos a mano img
Capítulo 8 Un jefe celoso img
Capítulo 9 Un detective en el restaurante y una golpisa agonizante img
Capítulo 10 Quédate está noche img
Capítulo 11 Desde las cámaras img
Capítulo 12 Los tres platos img
Capítulo 13 No serán trillizos sino sextillizos img
Capítulo 14 Un contrato con mi secretaria img
Capítulo 15 Un pastelazo equivocado img
Capítulo 16 Mi secretaria sexi es un mujerón img
Capítulo 17 No la llamen chica img
Capítulo 18 Mujeres al fin img
Capítulo 19 Unos suegros sexis img
Capítulo 20 La unión hace la fuerza img
Capítulo 21 Silencio en sus labios img
Capítulo 22 Juicio img
Capítulo 23 ¿Quien quiere hacerme daños img
Capítulo 24 ¡Su secretaria!! img
Capítulo 25 ¿Que desicion tomar img
Capítulo 26 Por culpa del alcohol img
Capítulo 27 Tu con jugo y yo con alcohol img
Capítulo 28 La torpe vendedora de hamburguesas img
Capítulo 29 No estaba muerta estaba de parranda img
Capítulo 30 Todo tiene un inicio (Fernando). img
Capítulo 31 ¿Sobrino o hijos img
Capítulo 32 Fiesta de inauguracion img
Capítulo 33 Verdades que salen a la luz img
Capítulo 34 ¡No soy tu muñeca! img
Capítulo 35 Un empleado nuevo( capitulo especial Fernando) img
Capítulo 36 Ojos color ámbar en él img
Capítulo 37 Por no cuidar de ella img
Capítulo 38 En familia img
Capítulo 39 Mirada pervertida y acosadora img
Capítulo 40 No juegues con Andrea, es muy tramposo img
Capítulo 41 También soy un demonio (Andrea Laureti) img
Capítulo 42 Apuntó de perderte yo a tí img
Capítulo 43 Un nuevo inicio (Anderson, Laureti) img
Capítulo 44 La secretaria sexi img
Capítulo 45 Interrupciones img
Capítulo 46 Sentimientos desesperante img
Capítulo 47 Carta, desfile de modas, Aidan Byrne. img
Capítulo 48 ¿Que debo hacer img
Capítulo 49 49 entre pasillos médicos img
Capítulo 50 La luz de mi vida img
Capítulo 51 Verdades img
Capítulo 52 Perdonar para seguir adelante img
Capítulo 53 Hermosa mujer img
Capítulo 54 Bagasa img
Capítulo 55 ¿Aprecias tu vida img
Capítulo 56 No esperaba su traición img
Capítulo 57 Gemelos img
Capítulo 58 Mi otra mitad img
Capítulo 59 Cosas de Fernando img
Capítulo 60 Final img
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Un contrato con mi torpe y sexi secretaria

Naulis machado
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Capítulo 1 Prefacio

-Astrid, ¿por qué no te quedas con nosotros el fin de semana? -pidió Andrea a su esposa.

-Te dije que tengo una reunión, no puedo trucar mis sueños de ser modelo Andrea Laureti -exclamó la mujer.

Andrea arrugó el entrecejo. Se había casado con Astrid dos años atrás, la había aceptado con un hermoso hijo que no era de él, pero que había aprendido amar con locura. Pero, la mujer, a pesar de lo bueno que había sido él con ella, rechazaba cualquier oportunidad para estar metida en "viajes de negocios" y era muy poco el tiempo que pasaba con ella. Los celos carcomían a Andrea, porque Astrid era una mujer hermosa, además de modelo, él mismo la había promovido a nivel mundial para dar a valer su carrera.

-Te dije que puedo dejar a unos de mis hermanos a cargo de la empresa, e irme contigo a Europa, además, no hemos compartido mucho tiempo juntos -exclamó Andrea sosteniendo al pequeño niño de tres años en brazos, que había comenzado a llorar al entender que su madre se iba a ir.

-¡Nooo! -respondió Astrid enseguida-. Mi amor, por favor, te prometo que apenas termine con la pasarela volveré.

Andrea asintió con la cabeza, empuñando sus manos, molesto.

-Está bien -besó sus labios y la acompañó afuera de la mansión.

Él era el hijo mayor, por eso había heredado la empresa más productiva de los Laureti, aunque, con eso, mucho trabajo y envidia. Su padre le había enseñado a ser fuerte y a no confiar en nadie, por eso tenía muchos guardaespaldas a su alrededor.

-Cuídate -le dijo subiéndola en la camioneta y haciéndole señas al guardaespaldas para que la cuidara. Aunque había insistido en que se fuera en el avión familiar, ella quiso irse en público. Andrea le molestaba un poco la forma de ser de Astrid, pero la amaba y siempre terminaba por ceder a sus caprichos

-Vamos tú y yo a comer cereal -le dijo al bebé que miraba triste el auto de su madre.

Entró a la casona. Era fin de semana y Fernando, su gemelo, lo estaba ayudando en la empresa. Había llegado unos días anteriores porque Demetrio, su padre, lo había mandado a ayudar un poco a Andrea. Fernanda era una mujer de negocios y amistades y se desenvolvía sola en Rusia, pero, Andrea, luego que se había casado, no daba abasto en la empresa de Estados Unidos que era la más grande por ser una de las principales.

Preparó la taza con cereal y se sentó en el sofá con el bebé. Después de un momento se quedó dormido con su pequeño niño en brazos.

-He, estás babeando a Dante. -Fernando le dio un codazo que lo hizo reaccionar.

Andrea miró la ventana abriendo los ojos.

«Es de noche, seguramente Astrid ya llegó a su destino» pensó, levantándose apresurado para tenderle el bebé a Fernando, que lo tomó con duda.

-Este niño huele a muerto, deberías de cambiar su pañal, hizo el dos -tapó su nariz.

Andrea le sacó el dedo, molesto, y comenzó a llamar a su esposa, desesperado, pero no hubo respuesta.

-¡Astrid no contesta! -exclamó en el mismo momento que se fijó en la televisión encendida dónde estaban dando la noticia que el vuelo público dónde había abordado su esposa se había estrellado.

-¡No! -gritó cayendo arrodillado frente al televisor

Dos años después.

Cuando Andrea Laureti entró al restaurante más prestigioso de Estados Unidos, todos se quedaron maravillados con su belleza. Llevaba una mirada profunda, sus labios estaban cerrados en una fina línea sin expresión y su figura resultaba dominante.

Caminó sin mirar a nadie, como si las personas fueran cucarachas a su alrededor.

A lo lejos pudo ver al grupo de directivos con el que tenía una junta, así que bajo los murmullos de las mujeres que elogiaban su figura caminó hasta ahí.

Iba con la mirada tan prepotente, que no se fijó en la bandeja ful de bebidas que llevaba una de las meseras del lugar.

La chica era una joven torpe que había sido contratada unos días antes, pero parecía que tenía aceite en las manos. Todo se le caía y siempre en dónde no debía.

«Esta bandeja pesa tanto»exclamó la pelirroja sintiendo sonar su móvil.

Metió la mano en el delantal de su uniforme y contestó sin dejar de caminar a la mesa que debía atender.

-Lucia, Hola, ¿cómo estás? Que bueno que me llames, sí, estoy trabajando, pero podemos hablar -exclamó emocionada, en el preciso momento que chocó con un gran cuerpo.

-¡Joder! -gritó Andrea al darse cuenta de que le derramaban unas cuantas bebidas encima.

-Lo siento, lo siento -exclamó la chica levantándose del piso-. Yo lo limpio, señor -sacó un pañuelo y comenzó a limpiarlo.

Andrea se quedó por unos segundos mirando a la mujer. Era de baja estatura, cabellos rojizos y desparramados, una pequeña boca roja y unos ojos de color ámbar. Era hermosa, pero, él no tenía tiempo para enamorarse de ninguna mujer, tenía un hijo que criar y la empresa más importante a su cargo.

-¡¿No ves por dónde caminas muchachita insolente?! -gritó molesto-. Llamaré al jefe de este lugar, ¿Sabes acaso cuánto cuesta este traje que acabas de arruinar? -preguntó intentando caminar.

-No, no, señor, pero usted también tiene la culpa, andaba mirando al cielo como si fuera un ave real y parece es un pajarraco insolente.

Las mejillas de Andrea se calentaron ¿Quién era ella para llamarlo de esa manera?

-¿Cómo me dijo? -preguntó con sus mejillas rosas de la molestia. Sus venas titilaban con fuerza en ese momento.

No obstante, el jefe de personal del restaurante salió caminando hasta donde ellos estaban.

-¡Amber! -gritó-¡Estás despedida!

Amber se quedó estática, ¿qué haría ahora? Era lo único que tenía para vivir y seguramente su padre y su hermana la correrían de la casa al darse cuenta de que otra vez estaba sin trabajo. Solo le quedaba una opción, aceptar suplantar a su amiga, que era secretaria de la empresa de aplicaciones más importante de Estados Unidos y ser la secretaria del CEO por lo menos hasta que su amiga estuviera recuperada.

«Espero que en ese trabajo si permanezca un poco más» pensó sacudiendo sus mocos productos de las lágrimas que soltaba a su paso.

            
            

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