Capítulo 7 Un altercado

Capítulo 7

Alba

"Estaba pensando lo mismo que tú, pero no lo creo; ¿quizá sólo nos parecemos a otras personas que conocemos?". Digo, tratando de explicar la sensación en mis entrañas que me dice que confíe en este chico que ni siquiera conozco.

"Sí, puede ser", responde David, pero me doy cuenta de que no está convencido. "Entonces, ¿por dónde empezamos esta gira?", pregunta, siguiendo mi plan de no hablar de otra cosa, y lo agradezco. Odio intentar recordar la época anterior a vivir con los Guardia.

"¿Ya tienes tu horario escolar?" pregunto. Así puedo ver qué zonas del colegio enseñarle y las mejores rutas.

"Sí, ayer me reuní con el director, el Alfa y la orientadora, donde repasaron mi horario", dice mientras me entrega un papel doblado. Al abrirlo, veo que tenemos todas las clases juntos excepto entrenamiento, en el que no se me permite participar.

"Bueno, curiosamente, tenemos todas las clases juntos, así que parece que vas a estar pegado a mí todo el día", le digo, devolviéndole el papel.

"No me parece un mal sitio", dice David con una sonrisa reconfortante, lo que hace que mis mejillas se sonrojen al instante. Aunque es agradable tener a un chico tan guapo coqueteando conmigo, no puedo evitar preguntarme cómo respondería Julián a esto si se enterara. Debería estar más interesada en este chico que tengo a mi lado de lo que Julián pensaría. Él solo está destruyendo mi vida.

"Bueno, vamos a nuestra clase. Sígueme por aquí", digo, dándome la vuelta para no pasar más vergüenza y volviendo al vestíbulo principal. Subo las escaleras hasta el segundo piso, girando a la izquierda para recorrer el pasillo lleno de casilleros amarillos y azules hasta llegar a la última puerta de la izquierda. "Esta es la habitación de la Sra. Noriega; vendrás aquí a clase inicial y a inglés de quinto curso. Es muy simpática, aunque es muy estricta con los retrasos, así que no llegues tarde si puedes evitarlo. ¿Pudiste leer la lectura de verano?". le pregunto mientras caminamos a los asientos del fondo, junto a las ventanas.

"Sí, leí la mayoría de estos libros en noveno curso. Mi padre se muda mucho por su trabajo, así que hacer amigos siempre ha sido difícil. Así que leo mucho. Tengo tantos libros que necesito otro camión para moverlos", dice David riendo entre dientes, y yo me siento a gusto sabiendo que estoy cerca de otro Nerd como yo.

"¿Ah, sí? ¿A qué se dedica tu padre?". pregunto. Es raro que los hombres lobo cambien de manada con frecuencia.

"Oh, mi padre es representante del consejo". Ya me veo congeniando con su carácter despreocupado. "Va a diferentes manadas en nombre del consejo. No entiendo lo que hace en cada manada, ya que es confidencial, pero su trabajo me ha permitido ver la belleza del mundo, así que no me enoja mudarme constantemente". David responde, encogiéndose de hombros, dando a entender que no le importa hacer las maletas rutinariamente para emprender una nueva aventura.

Cuando se abre la puerta, estaba a punto de hacerle otra pregunta, pero entra la señora Noriega con una maleta con ruedas detrás.

"Buenos días, señora Noriega", la saludo con una cálida sonrisa, y ella me mira, confusa durante unos segundos antes de darse cuenta de quién soy.

"Oh, Alba, ¿eres tú? No te había reconocido. Estás muy distinta a la del año pasado", me dice, mirándome de arriba abajo. Por cómo me mira, cualquiera diría que soy extraterrestre.

"Sí, Luna Julia me llevó ayer a comprar ropa nueva. Me exigió que renovara mi vestuario". Me río entre dientes; no es ningún secreto en la manada que a Luna Julia le encanta ir de compras, siempre es la mujer más a la moda de la sala. Dirijo mi atención a David y le presento a la señora Noriega.

"Bienvenido al Instituto Gobernador David. Espero que te guste vivir aquí. El Alfa ya me ha informado de que te mudaste a la manada el sábado. ¿Necesitas tiempo para completar la lista de lectura de verano?". le pregunta la señora Noriega a David.

"No, los libros de esta lista ya los leí hace unos años", responde él afectuosamente. La señora Noriega está a punto de decir algo más cuando empiezan a llegar los alumnos y les indica que se sienten. Veo las miradas que me dirigen los alumnos. Las otras chicas parecen amenazadas o envidiosas cuando me siento al lado de David, el chico nuevo que me deja boquiabierta. Los chicos me miran con lujuria mientras lanzan dagas a David. Me pregunto cuánto tiempo pasará antes de que uno de los chicos corra a contarle a Julián mi atuendo y que estoy sentada junto a David. No dirán nada si son listos, escapando de la ira de Julián. Julián es un Alfa del tipo "mata al mensajero".

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Después de veinte minutos en los que a mis compañeros les parecía más interesante mi nuevo aspecto que el chico nuevo o las novedades de la clase, estaba desesperada por que sonara el timbre. En cuanto lo hizo, me levanté de mi asiento con David pisándome los talones. David no dice nada mientras me sigue en silencio, sin preguntar por los chicos de clase. Por suerte es hora libre, así que puedo salir de este infierno durante cuarenta minutos antes de tener que encontrarme con Julián.

Caminando por el patio hacia el bosque, David me agarra del brazo para que le mire.

"Alba, ¿estás bien? Tus compañeros te han estado mirando todo el rato, como si fueras la loca asesina de la manada o algo así", me dice David, con el pulgar recorriéndome el brazo mientras intenta consolarme.

"Es complicado", digo, y es entonces cuando mi nariz es invadida por el aroma de Julián... eucalipto y sándalo. Me recuerda a una biblioteca llena de libros viejos y sillones de cuero de gran tamaño. Por mucho que lo niegue, su olor me reconforta y lo he echado de menos en su ausencia. Me aparto de David, buscando a Julián, con la esperanza de que aún no se haya dado cuenta de mi presencia y podamos alejarnos antes de que lo haga. Miro hacia el otro extremo del patio y lo veo jugando al fútbol con Eduardo y Armando. Está de espaldas; cuando estoy a punto de darme la vuelta, una ráfaga de viento pasa junto a mí, llevando mi olor hasta él.

Entonces oigo a Eduardo prácticamente gritar: "¡Waooo ¿Es Alba?"

Diosa. Ya no hay forma de escapar de él.

Aunque odio admitirlo, Julián siempre me ha parecido atractivo, pero algo ha cambiado durante su estancia en el campamento. Se ha hecho más alto, probablemente 1,90m, lo que es alto incluso para los estándares de Alfa. Sigue siendo delgado, pero sus músculos se han rellenado y definido, y tiene una manga tatuada en el brazo derecho que le sube por el cuello. Veo que se pone rígido y se gira, buscándome; como si nuestros ojos fueran imanes, sus orbes azules encuentran los verdes casi al instante, y siento que el aire abandona mis pulmones.

Parece casi aliviado de verme, pero entonces sus ojos recorren mi cuerpo y por fin se da cuenta de que la mano de David sigue apoyada en mi brazo. Mierda. Sus ojos se vuelven completamente negros y no tarda en acercarse a nosotros. Veo sus ojos clavándose en David, que aún no me ha soltado el brazo, lo que aumenta la ira de Julián.

Los ojos de muerte de Julián no se apartan de David, que sorprendentemente no parece tener miedo como la mayoría de los chicos que nos rodean, que pueden sentir el aura Alfa que desprende el cabreado Julián. No parece afectarnos a David ni a mí, pero incluso Armando y Eduardo parecen incómodos al estar cerca de él.

"Alba, ¿por qué le estas enseñando tú el instituto? Ese siempre ha sido mi trabajo con los alumnos nuevos", dice Julián, con los ojos clavados en los de David, que no parpadea ni aparta la mirada. Con la atención de Julián puesta en David, no se da cuenta de que pongo los ojos en blanco.

"Habla con Alfa Bernal". Entiendo que intenta ser amable, pero está empeorando las cosas para él y para mí. "Él fue quien le dijo que me la enseñara", responde David.

"No recuerdo que mi padre te presentara como Alba cuando nos vimos ayer", le suelta Julián a David, "¿cierto? No, entonces cierra la puta boca. Alba puede hablar por sí misma". Julián por fin desvía la mirada por primera vez desde que habla con nosotros, y juro que me entran mariposas en el estómago. ¿Por qué me atrae tanto este hombre? Lo odio.

"Alba, ¿es verdad?" me pregunta Julián sin dejar de mirarme, y yo apenas puedo recuperar el aliento.

"Sí". Es la única respuesta que consigo balbucear.

"¿Y tienes que vestirte como una zorra para enseñar este chucho por el instituto?". exige Julián mientras me mira fijamente.

"No, ni siquiera sabía que iba a hacerlo hasta esta mañana", replico, empezando a hartarme de sus manías de controlarme.

"Así que has decidido vestirte como una zorra para cualquier lobo que se cruce en tu camino", se acerca y me obliga a mirarle.

"Puede que sí, Julián; ¿qué vas a hacer al respecto?". le replico, cruzando los brazos sobre el pecho en señal de desafío. Es una falta de respeto llamar a un Alfa sólo por su nombre, tenga la edad que tenga. Sé que llamarle por su nombre le va a sacar de quicio; oigo los chasquidos de aire de mis compañeros, que observan nuestra interacción con interés.

Julián se acerca a mi cara, con sus labios cerca de mi oreja, y juro que no puedo respirar por su cercanía. Su presencia y su olor me tienen completamente helada, aterrorizada y excitada por lo que pueda hacerme. ¿Qué coño me pasa?

Gruñendo por lo bajo, Julián responde: "Es Alfa para ti, rollito, y no me hagas enseñarte lo que te haría". Su respuesta me produce escalofríos. Me quedo completamente quieta mientras ladea la cabeza y le veo respirar como si me estuviera oliendo el pelo. ¿Qué demonios está pasando ahora? Se me hace un nudo en el estómago de confusión.

Cuando estoy a punto de darle una respuesta sarcástica, a pesar de las mariposas que se apoderan de mi estómago, suena el timbre a lo lejos, avisando a todos los alumnos del patio de que es hora de pasar a la siguiente clase.

Siento que puedo volver a respirar cuando Julián me suelta del brazo para retroceder y mirarme a la cara antes de decir: "Mejor vete corriendo a clase, Alba. Todos sabemos que una Nerd como tú no tolera llegar tarde".

Lanza una última mirada asesina a David y pasa a su lado. Julián le echa el ojo a David cuando camina hasta la puerta del colegio. Eduardo y Armando, que han observado toda la interacción sin decir una palabra, siguen a Julián.

David y yo nos quedamos boquiabiertos mientras vemos las espaldas de Julián, Armando y Eduardo desaparecer dentro del edificio antes de seguirles nosotros.