En el camino, le cuento a mi madre lo que hice en el día. Conversamos largo rato.
Ya en el centro comercial, damos un paseo por los pasillos y observamos las vitrinas de las
tiendas.
- Aquí venden bellezas, es una tentación sin duda. Mira esas sandalias.
- Bellas... Sí, provoca comprar de todo, ja, ja, ja.
- Necesito un bolso de mano y un obsequio para la esposa del contador.
- Y de cuando acá tú le das regalos a ella.
- Ja, ja, ja. Mami no te pongas celosa. Que el señor me ha pedido un favor y lo pagaré con
su tarjeta.
- Ah, así sí. Y que le vas a comprar.
Me lo dejó a mi elección, a mí se me ocurre que una cartera estará bien. ¿Tú qué piensas?.
- No la conozco, debe ser algo impersonal. Como una agenda, un buen bolígrafo o un
bolso de viaje, eso nunca está de más.
- Tienes razón. Es quisquillosa y capaz que le compro una cartera igual o parecida a la
que guarda en su armario y hace un show.
- Sí, a lo mejor esa es su manera de llamar la atención. Por eso, elige lo que en verdad le
agrade y necesite. Esa mujer se la debe pasar viajando.
- Tu siempre tan acertada mamá, que bueno que me acompañaste.
- Mira, allí está la tienda de bolsos, carteras y maletas.
El solo entrar aquí ya me emociona. Me siento volando.
Nos dedicamos a observar las diferentes opciones. Entre tantas cosas, preferimos dos bolsos
de mano, con un precio intermedio. El mío de color mostaza, bastante llamativo. Y a la
señora le elegimos uno en tono marrón colonial.
Cancelamos la factura y fuimos a la feria.
- Yo muero de hambre, me comería un buen steak. ¿Tú qué quieres mamá?.
- Estoy antojada de fajitas.
Al final, terminamos en el restaurante árabe. Pedimos un plato mixto especial para dos.
- Adoro esta alimentación. Es tan saludable y sabrosa - dije .
- A mí me encanta, desde niña la pedías.
Carmen prefirió arak para beber y yo solo agua mineral.
Conversamos un rato, mientras reposábamos la comida.
- Mami, viajo la semana que viene, tienes que avisarle a tus amigos a ver si pueden
recibirme tan pronto.
- Si hija, ellos están esperando por ti. Igual, al tener los pasajes, les enviamos la foto. Así
estarán al tanto de la fecha de tu arribo a Roma.
- Estoy tan contenta. ¡Cuantas maravillas veré!. Voy a pasar el día entero en la calle,
conociendo.
- Vas a dos de las ciudades más visitadas del mundo. Eres privilegiada al iniciar así tus
viajes.
- Lo sé. Es un lujo. Y te lo debo a ti.
- Y tú que te querías ir a Jamaica. Nada bueno ibas a encontrar en ese país. Solo
problemas. En Italia es diferente, otra cultura, otro nivel.
- Mami, no te burles. No sabía que tenías esa invitación. Debiste comentarme.
- Yo pensé en ir, luego, entre tantas cosas, lo dejé para más adelante.
- ¿Cómo?. Claro, no es tan importante porque has viajado mucho.
En mi caso, es la primera vez. Lo relevante es que tengo todo encaminado, me falta lo del
pasaporte y listo.
- ¿Cuándo planeas renovar?.
- Mañana mismo, si no. ¿Cómo compro el boleto?.
- Exacto, vete temprano. ¿Te acompaño?.
- No mami, tranquila. Voy de pasada, de camino al trabajo. Me imagino que es un trámite
rápido.
- Vamos a dar un paseo antes de irnos a casa. Quiero preparar una torta y se me acabó la
canela.
- La compramos a granel, en el automercado venden.
Buscamos lo que nos hacía falta. Al llegar a casa caí rendida, apenas puse la cabeza en la
almohada. Sentí cuando mami me arropó y se fue a su cuarto. Estaba orgullosa de mí.
Descansé mucho. Al amanecer, desperté llena de energía, después de dormir toda la noche
de manera placentera.
- Mami feliz día, me voy.
- Dios te cuide. ¿Y el desayuno?.
- No me da tiempo, quiero ir a primera hora a lo del pasaporte.
- Está bien, llévate el café y te lo tomas en el camino.
- Gracias mami, qué rico. Te hablo luego.
Salí rápido, antes de que se me hiciera tarde, y pasé por la oficina de inmigración. Allí me
preguntaron la fecha de mi viaje y les dije que la semana próxima. Me prometieron el
documento actualizado para dentro de dos días.
Yo les imploré, lo necesitaba cuanto antes. La funcionaria, en vista de mi insistencia,
asintió. Acordando tenerlo listo para después del mediodía.
Salí feliz, agradeciendo la gentileza.
Cuando llegué a la oficina, el carro de mi jefe estaba estacionado afuera. Por lo que fui
directo a llamarlo por el interno.
- Buenos días.
- Feliz día, se te han pegado las sábanas.
- No, disculpe. Estaba renovando el pasaporte.
- ¿Y lo lograste?.
- Casi, me indicaron que pasara por él esta tarde.
- Me alegro. Entonces, apenas lo tengas, lo escaneas y me mandas la información, tengo
que enviarla hoy mismo. Ya todo está listo. Es más, al medio día te largas, quiero que hagas
eso urgente.
- Ok, haré lo que dice, gracias.
Me puse a trabajar, concentrada, para terminar en la mañana todo lo pendiente e irme
tranquila.
Al llegar la hora del almuerzo, salí rápido. Ni almorcé, sino que me fuí directo.
- Hola chica, te dije en la tarde. El que firma no está - dijo la funcionaria.
- Buenas, por favor. Revisa a ver si por casualidad... Igual me quedo a esperar. Necesito
salir de la diligencia. Tengo tanto pendiente y mi jefe me dio la tarde para culminar.
- Deja ver. Espera unos minutos. Toma asiento.
- Gracias. Haz lo posible.
La joven volvió con una sonrisa.
- Es tu día de suerte. Aquí lo tienes. Firma el libro.
- Eres genial.
- Debe ser que lo hizo antes de irse. Ya puedes viajar tranquila.
De inmediato lo digitalicé y lo envié al jefe.
Cuando llego a la casa ya está en mi correo el boleto. Con una diferencia en la fecha de
salida acordada. Me asusto y llamo al señor Felipe.
- Jefe.
- ¿Todo bien?.
- Es que cambiaron la salida, el vuelo sale pasado mañana.
- Sí, pues, no se pudo para el día que dijiste. Da igual.
- Es que no estoy lista.
- Toma el día y ya. ¿Qué tanto arreglas?.
- Bueno...
- Anda de una vez. Te deseo feliz viaje. Lo que necesites, ya sabes. Me llamas.