-Cálmate, vamos a conseguir más que eso, vamos a atrapar a esos cabrones.- Me sonrió y dijo la palabrota para que solo yo la oyera.
Le di la razón, le puse la mano en el hombro y juntos volvimos al trabajo.
Pasaron las horas y estábamos frente a las cámaras de seguridad. Buscando al terrorista antes de que se produjera el siguiente atentado. Mi mirada estaba fija en las pantallas, que mostraban a un grupo con ropas como las que llevaban los días de los asesinatos. Empecé a seguir sus movimientos, consciente del peligro que se acercaba.
- Eva, se dirigen al siguiente lugar. Por lo que veo, van a reunirse antes de seguir. Ahora sé exactamente a dónde se dirigen. Tenemos que actuar ahora antes de que sea demasiado tarde. Vayamos primero y luego pidamos refuerzos.
Dije, transmitiendo urgencia y determinación en mi voz. Mi amiga despejó su mesa y dijo, acercándose a mí:
-Vamos, les cogeremos por sorpresa.- Estuve de acuerdo con ella, cogí mi móvil, que estaba sobre la mesa, y tecleé la ubicación en el GPS. Dónde iba a reunirse el grupo.
Corrimos hacia el aparcamiento, ansiosos por alcanzarlos. Cada segundo era crucial, y el tiempo parecía implacable; no podíamos permitirnos fallar. Juntos, nos dirigimos hacia el almacén abandonado. Donde los terroristas se preparaban para su próximo ataque. Las oscuras palabras de los terroristas sobre sus próximos objetivos resonaban en mi mente. Reforzando mi decisión de detenerlos.
MAX
Observaba cada movimiento de los terroristas, decidido y sediento de venganza. Mi deseo de justicia me impulsó a acabar con cada uno de ellos en nombre de todas las vidas inocentes que habían sido arrebatadas. Me cubrí con una gorra y una máscara para ocultar mi rostro desfigurado por la explosión. Llevaba conmigo la determinación de un guerrero, equipado con pistolas y cuchillos. Estaba decidido a luchar contra los que suponían una amenaza para la ciudad.
-Hoy, mi venganza no ha hecho más que empezar.-dije mientras caminaba, mirando a mi alrededor.
Mientras el caos se apoderaba de las calles, me dirigí hacia el almacén. Ignorando la despreocupación de la gente que se entregaba a la alegría. Parecían personas completamente insensatas. No les importaba el peligro que corrían muchos. Esto despertó mi ira, pero me controlé por el momento. Seguí caminando con las manos en los bolsillos.
RUTH.
Llegamos al lugar indicado, y paré el coche bien lejos del lugar.
-Vamos, tenemos que ser activos y no flaquear.- Eva estuvo de acuerdo. Nos dirigimos al sitio, que estaba cerca. La tensión en el aire era palpable; a cada paso que dábamos hacia el sitio, la presión aumentaba. Eva y yo nos acercamos al lugar donde estaban los terroristas, decididos a detener el ataque. Mientras tanto, Eva y yo avanzábamos. Preparados para un enfrentamiento con los terroristas. Yo mantenía la vista en la calle. No quería que nos cogieran por sorpresa.
Allí estaba casi completamente oscuro.
Mi compañera y yo llegamos al lugar, y pude sentir que ya estaban allí, todos juntos. Al entrar, grité para que nos oyeran.
- Soy el detective de Nueva Orleans, entréguense.- dije, observando todo a mi alrededor. Pero no se oyó ningún sonido.
-Eva, ve al siguiente piso. Yo echaré un vistazo.
Mi amiga asintió y se alejó a toda prisa. Yo seguí avanzando, manteniendo la pistola delante de mí, preparada para cualquier eventualidad.
Oí pasos y me di la vuelta, con el corazón acelerado.
Al ver al terrorista con una máscara y una mirada furiosa, me agaché y oí el disparo. Por suerte, la bala pasó a mi lado. Me coloqué en posición, le apunté, apreté el gatillo y conseguí darle en la pierna.
Gritó de dolor y cayó al suelo.
Arriba se oyeron más disparos.
-Eva.- me preocupé por mi amiga, y, al subir corriendo, me vi rodeada por un grupo de terroristas. Conseguí colarme entre sus piernas con un ágil movimiento. Los derribé, ganando algo de tiempo.
Corrí escaleras arriba para ver cómo estaba mi amiga antes de ocuparme de los terroristas.
Cuando llegué, no la encontré.
Oía los pasos de los terroristas detrás de mí.
Me escondí y me agaché, oyendo la voz de uno de ellos.
-No tiene sentido que te escondas de nosotros. Te encontraremos y tendrás el final que te mereces, zorra.- sonrió y concluyó: -No vas a detener nuestros planes. ¿Entendido?
Gritó. Su voz me asustó, pero me mantuve firme, intentando apuntarles mientras seguía escondido.
Tuve buena puntería y disparé a uno de ellos en el brazo. El hombre maldijo y me buscó con la mirada.
-Vagabundo. ¿Dónde estás? -Gritó, sujetándose el brazo ensangrentado con la otra mano.
Salí de mi escondite y dije:
-Venid a buscarme.- Mantuve la cara oculta, esperándoles.
Todos corrieron hacia mí, armados.
Corrí hacia la barandilla y oí los disparos. Salté al piso de abajo y, por suerte, mantuve el equilibrio y no me hice daño.
Los terroristas saltaron tras de mí, decididos a matarme.
Corrí y, tras recuperarme, les apunté, dispuesto a detener todo el mal.
Volvieron a rodearme. Uno de ellos avanzó con un cuchillo en la mano. Me apartó el arma de una patada.
Le miré con el corazón apretado, pero estaba dispuesto a mostrar mis habilidades de combate.
-Antes de que te peguen un tiro en la cabeza, vas a sufrir mucho.- No dije nada más, preparado para lo que haría.
El gran terrorista se abalanzó sobre mí, intentando apuñalarme en el estómago.
Lo esquivé y, con un fuerte golpe de codo, le di en la espalda. El hombre era muy grande, yo no era una mujer débil. Había trabajado duro para defenderme en la batalla.
Cayó de rodillas, sintiendo un dolor punzante en la espalda. Le retorcí los brazos, cogí mi pistola y disparé al terrorista en ambas piernas, y él gritó de dolor.
Me volví hacia los demás.
-¿Quién es el siguiente?- dije, secándome el sudor y mirándoles.
Uno de ellos perdió los estribos y avanzó con tal furia que me dio un puñetazo en la mandíbula. Caí hacia atrás, desequilibrado, y me golpeé contra el suelo, sintiendo que el labio me sangraba y me dolía mucho.
Aun en el suelo, cogí mi pistola y le apunté. Pero el otro hombre, grande y furioso, me apuntó a mí, sonriendo.
-Muere, cabrón, como tu amigo.- Mientras decía esto, sentí que se me llenaban los ojos de lágrimas. ¿Había muerto Eva? Contuve las lágrimas, mirándole.
Cuando su mano estaba en el gatillo. Oí el sonido de un disparo, y el hombre cayó inmóvil al suelo, sin vida a mi lado.
Los otros terroristas, al darse cuenta de que había otro enemigo, se giraron para ver de quién se trataba.
Pero cuando miraron, solo vieron una figura que pasaba junto a ellos, abatida uno a uno. No tenían ninguna posibilidad de defenderse.
Me quedé atónito, incapaz de comprender lo que estaba ocurriendo. Me levanté, sosteniendo mi arma, y miré a mi alrededor. Vi a un terrorista que se me acercaba, apuntándome con su arma.
Corrí y me escondí para que no me respondieran. Cuando me giré para golpear al terrorista, este era más rápido.
Me disparó, y conseguí esquivar un poco, haciendo que la bala me rozara el brazo.
-¡Joder!- Maldije mientras apuntaba a la cabeza del hombre. Le di, y cayó inmóvil al suelo.
Me llevé la mano al brazo, sintiendo cómo se desangraba. La bala no me había atravesado el brazo, pero me había herido.
Vi varios cuerpos sin vida en el suelo y pensé que todo había terminado. Pero me fijé en un hombre herido que seguía vivo y decidido a matarme. Solo tenía un cuchillo y se rio mientras lo lanzaba en mi dirección.
No tuve tiempo de esquivarlo.
Entonces apareció ante mí una figura vestida de negro. Me quedé mirando a aquel hombre, preguntándome quién era.
Cogió el cuchillo del aire y apuntó al ojo del terrorista. Este cayó, gimiendo y desmayándose. Me quedé aturdido en el suelo, asustado ante la visión de esta extraña figura que tenía delante.
En medio del caos, una estantería gigante cayó sobre mi pierna, y yo caí al suelo, sintiendo su peso sobre mí.
-¡Qué mierda! - Maldije en voz alta.
Miré al hombre, que seguía de espaldas a mí, pero pareció oírme gemir de dolor. El hombre se volvió y me miró, fijándose en mis moratones. Me aterroricé cuando vi sus ojos amarillos. Me asustó aquel hombre con el pelo largo y una máscara cubriéndole la cara. ¿Quién era? No podía hablar en ese momento, estaba muy asustada.
Entonces sus ojos volvieron a su color normal y me asusté, pensando que yo estaba delirando.Intenté con el resto de mis fuerzas salir de allí, pero fue en vano. Me sentía débil. Sentí las lágrimas caer en mis ojos, dándome por vencida en salir de allí. No lo iba a conseguir. Sentí a alguien muy cerca de mí. Miré al frente, concentrándome en los ojos oscuros del hombre. Con un simple gesto, me quitó la estantería. Parecía haberla empujado sin ningún esfuerzo. Estaba libre, y el extraño hombre estaba de pie frente a mí. Mirándome fijamente, con ojos tan oscuros como la noche. Intenté levantarme, pero me dolía la pierna. Me quejé una vez más, y cuando miré al hombre, estaba de espaldas otra vez.
¿Quién será? Pensé. Oí pasos que venían hacia nosotros, parecía la policía de mi base. El hombre pareció darse cuenta, volvió a mirarme y, en cuestión de segundos, desapareció de mi vista. Como por arte de magia.
-¿Cómo lo ha hecho? -Ya no podía creer con claridad y empecé a perder el conocimiento. Empecé a verlo todo negro. Mi energía se había agotado.