Como Invocar a Un tritón (Versión renovada)
img img Como Invocar a Un tritón (Versión renovada) img Capítulo 5 Asfixia
5
Capítulo 6 Tortura img
Capítulo 7 Pensamiento img
Capítulo 8 Intuición img
Capítulo 9 Inseguridades img
Capítulo 10 Intrusos img
Capítulo 11 Rutinario img
img
  /  1
img

Capítulo 5 Asfixia

20 de abril.

Mis primeros días de trabajo fueron miserables, cometí errores como era mi costumbre, fue un verdadero milagro que no má hayan despedido aún. Ganaba poco, pero lo suficiente para llevar una vida digna. La profesora me regaló algunos muebles e hizo el trámite para que no se me retirará de la casa, estaba en situación de 'refugiado'. Una mierda.

El tiempo comenzó a pasar, logré salvar algunas materias, otras definitivamente las reprobé. Debido a esto casi no había visitado al hombre pez, aunque tampoco era una necesidad, vale, lo admito, a pesar de que me decía eso constantemente, la verdad es que me empezaba a dar ansiedad el estar lejos de esa cosa. Y eso definitivamente era algo malo. Soy tan idiota que ni siquiera mis propios principios puedo respetar.

Pronto comenzarían mis vacaciones, y después de casi un mes, visitaría aquel lugar de los mil y un rumores nuevamente.

Había pasado aproximadamente una hora tumbado sobre la cama, pensando que hacer para la clase de arte, que era de las pocas en las que no apestaba del todo. Mi mente estaba en blanco, ¿Cómo se supone que tendría ganas de dibujar con todo lo que había pasado? Eran muchas emociones en muy poco tiempo, tanto así que seguía sin poder procesarlo.

-Al carajo, haré lo primero que me venga a la cabeza. -Me dije a mi mismo.

Comencé con una lluvia de ideas, lo primero que pensé fue la palabra nube, por las nubes que veía a través del agujero en el techo. Nubes que traen lluvia, esa era mi segunda palabra. La lluvia cae a la tierra, formando mares, tercera palabra. En los mares hay peces, cuarta. Y yo conozco a un pez que también es humano...

-¡Esto es una mierda! -Grité a la nada.

No debía formar vínculos afectivos con él, y sin embargo lo extrañaba. Odiaba ese sentimiento, odiaba amar, odiaba sentir y odiaba ser un humano. Sabía que tarde o temprano terminaría yéndose, si es mitad humano, debe ser tan cruel como nosotros.

Rindiéndome a mi estúpido corazón, terminé atraído a la orilla del mar de mis vivencias. Hice uso de la caracola otorgada por el pescado, pero esta vez tuve que esperar. Me extrañó un poco que no llegara tan eufórico como siempre. Quería saber si estaba ocurriendo algo, pero el preguntar sería entrada a que tratara de acercarse a mí.

Así que simplemente lo ignoré.

-Hola, ¿Has estado bien, Pactli?

-Supongo.

El ambiente se volvió incómodo por unos segundos, silenciosas fracciones de tiempo que me hicieron sentir un asco de ser humano. Para bien o para mal, él rompió esa tensión.

-Eso es bueno, me alegra. Por un momento pensé que ya no vendrías.

-¿Yo? Igualmente no hubiera sido la gran cosa, pero no tienes tanta suerte supongo, soy un bastardo que depende emocionalmente de los demás.

-Vamos, no digas eso. Me agrada tu compañía.

-¿Por cuánto tiempo más te agradará?

-Hey, la vida no es tan pesimista como lo ves, es bella.

-Estás mintiendo.

-¿Cómo?

-Tus ojos mienten y tu alma grita que quiere llorar.

Solo fueron unas cuantas palabras que le hicieron reaccionar de inmediato. El se sumergió bajo el agua, quedándose ahí. Si de por si me sentía mal, ahora quería que me enterraran vivo. Si bien no planeaba ser su amigo, tampoco tenía porque ser tan inmaduro ni lastimarlo.

-Lo siento. -Dije en un susurro, para que no pudiera oírme

Me retiré corriendo, cual cobarde que soy, estoy seguro de haber oído su voz rogando para que detuviera el paso, pero en vez de eso terminé acelerando cada vez más. ¿Qué me estaba pasando? No es como que me importaran una mierda las personas. Sin embargo el no era una persona, no al menos al cien por ciento, y, existía una pequeña, mínima posibilidad de que esta vez las cosas fueran diferentes. Posibilidad que no quería averiguar.

Llegué a casa, lo primero que hice fue tapar el agujero del techo, hoy tenía el día libre, lo cual no era bueno, darme tiempo a mí, era una bomba de tiempo de pensamientos intrusivos sin fin, desarrollándose libremente. Me senté en el piso, suspirando por minuto. Estaba por comenzar mi crisis de ansiedad, hasta que vibró mi teléfono, miré la pantalla, era mi maestra. Realmente detestaba que se preocuparan por mi, pero ya me había ayudado mucho como para rechazarla de esa manera.

-¿Si?

-Pactli, ¿Podemos vernos? El maestro Rubén y yo queremos hacerte una propuesta.

-¿Una propuesta? De verdad lo siento, pero justo ahora no tengo cabeza para pensar.

-Oh, siento oír eso. ¿Necesitas ayuda?

-No, solo debo aclarar mis ideas.

-De acuerdo, más, si cambias de opinión, por favor llámame.

-Claro. -Colgué.

Tal vez debería dormir, dormir hasta ya no sentir nada. Pero bueno, como sea, realmente debo descansar.

-------------------------------------------------

21 de abril.

Dormí casi todo el día ayer, sin embargo la culpa se negaba a salir de mi cuerpo, sabía que lo que había hecho estaba mal, pero también sabía que, siendo tan inestable como lo era podía resultar peor una disculpa. A parte si me disculpaba se fortalecería la relación, a pesar de eso debería mantener los valores que me inculcaron. ¿Quién me los inculcó? Ah, si, la maldita sociedad que me tiene como estoy, siendo el caso, ¿Vale la pena si quiera tratar?

Di un puñetazo al colchón de la cama, pues no soy tan idiota como para lastimarme pegándole a una pared, a parte de que eso se me hacía un acto sumamente vulgar. Estaba comenzando a sobre pensar las cosas de nuevo.

Era Domingo, por lo cual tampoco tenía nada que hacer, salí a pasear por el mercado de la ciudad, habían más puestos de lo habitual, tal vez por la fecha, pues era el aniversario de la creación de ese mercado, cada año hacían una gran fiesta por ello. Solo compré algo de fruta para que no me vieran raro, después me fui antes de que se comenzara a llenar de gente el lugar. A lo lejos vi a la señorita Ross comprando un ramo de tulipanes. Nuevamente empezó un debate interno acerca del trato que le estaba dando a las personas. En medio de un impulso desesperado por sentirme mejor me dirigí hacia ella.

-Oh, Pactli, ¿Viniste a hacer las compras?

-Algo así- Suspiré. -Tengo algo de curiosidad acerca de la propuesta que me tenía el día de ayer.

-Ah, si, mi compañero y yo queríamos ver si te interesaría inscribirte el concurso de ilustración de fantasía que va a hacer la Escuela Nacional de Creación de Jóvenes Artistas, su sede será en la calle Mezcalli, colonia Centro, es a aproximadamente hora y cuarto de aquí, y el premio son 8,576.67 dólares, que podrías usar como gustes.

-Lo pensaré, pero, ¿Por qué yo?

-Porque tienes el talento

-Comprendo. Lo consultaré con la almohada.

-Cualquier cosa que necesites, dimelo, ¿Si?

Asentí con la cabeza antes de regresar por dónde venía.

¿De verdad había algo que valiera la pena en mi?

                         

COPYRIGHT(©) 2022