Millonarios dela agro
img img Millonarios dela agro img Capítulo 3 memorable
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Capítulo 6 demasiado intimidada img
Capítulo 7 a campesina menospreció la fiesta img
Capítulo 8 mesita de noche img
Capítulo 9 yo estoy a cargo img
Capítulo 10 Soy viejo img
Capítulo 11 biblioteca pública img
Capítulo 12 hombros encorvados img
Capítulo 13 buen corazón e inocente img
Capítulo 14 mirar a la chica img
Capítulo 15 no reconoció img
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Capítulo 3 memorable

Habían sido ricos durante mucho tiempo, incluso antes de que él naciera, una fortuna que fue creciendo año tras año a partir del trabajo pionero de la primera generación de Alacrán en el Medio Oeste. Su madre lo recibió en medio de la habitación, con una sonrisa en el rostro estirada por dos cirugías plásticas. Su cabello era castaño, su maquillaje impecable, su ropa discreta. Llevaba un conjunto de falda y blusa color beige, que hacía juego con sus zapatos de tacón bajo.

Pedro heredó de su madre el temperamento tranquilo y controlado, su forma de afrontar situaciones que lo tomaban en serio, su sonrisa irónica y su aire superior también fueron herencias maternas. La impetuosidad y el hambre de poder, sin embargo, procedían de su padre. - Al parecer se irá después de cenar. - comentó ella acercándose para besarlo en la mejilla. - Espero que al menos sea por diversión. La tomó de la mano para llevarla con él al comedor. - Sí, me voy a divertir en un cóctel con posibles futuros clientes. - ¿Posible? - Ejem, es posible, no todos los agricultores piensan como un hombre de negocios. Algunos sólo pueden visualizar el coste del negocio de la reproducción artificial y no pueden ver sus beneficios. - O no quieren ver los beneficios. -Así es, mamá. - dijo, besándola en la coronilla. - Y Diana, ¿vendrá a cenar? No, ella simplemente me dejó. - Mucho trabajo. - Pobre cosa. Luego dicen que la vida de una modelo es fácil. Lo curioso... - prosiguió, ahora, deteniéndose y volviéndose hacia él: - es que estaba con Julieta y ella me dijo que su hija estaba de vacaciones. Doña Luíza sabía mejor que nadie tirar verde para cosechar el maduro. - Entonces creo que estas vacaciones se aplican a mí, no la he visto en días. - comentó, con estudiada naturalidad, parándose frente a la barra para servirse un whisky sin hielo. - Estas chicas de hoy valoran más el trabajo que sus encantadores novios. Se volvió hacia su madre y la vio sonriendo a su marido. Por un momento pensó que estaba siendo sarcástica. Pero se equivocó al examinar su apariencia de ensueño. Cincuenta años casada con el mismo hombre y todavía parecía enamorada. No recordaba haber visto pelear a sus padres. Las fricciones se resolvieron en silencio, con miradas significativas. Creció en un hogar feliz, exitoso, armonioso y sereno. Una vida perfecta, un refugio seguro, una familia bien estructurada. Sólo quería que su padre descansara en casa y le permitiera asumir la presidencia. - Quizás el novio de Diana no sea tan adorable, ya que no sale de la oficina. - dijo el padre, con una sonrisa pícara. - Espero que no lo deje como lo hizo Adriana. - No es posible que sean tan mimadas que no comprendan las obligaciones profesionales de su novio. - Gracias mamá. - dijo guiñándole un ojo. Su padre, sentado en la silla a la cabecera de la mesa, lo observaba con una leve sonrisa, y Pedro supo que aquel hombre de cabello blanco, ojos azules, profundas marcas en la frente y alrededor de los párpados delataba sus casi 80 años, aunque su cuerpo era alto y fuerte, lo conocía lo suficientemente bien como para sorprenderlo mintiendo. - ¿Cuándo te casarás, hijo mío? -Antes de los sesenta, padre. - intentó entablar conversación, sentándose en la mesa y bebiendo el resto de su bebida. - ¿Crees que viviré para siempre? -No empieces esta conversación, Eduardo. - la regañó la madre, suavemente. - Éstas son las realidades de la vida, Luíza. - ¿Y necesitas seguir recordándome eso? - Sólo quiero asegurarme de que mi legado continúe en manos de nuestra familia como mayoría en el manejo de las fincas. - dijo serenamente. - Todavía te quedan buenos años por delante. Además, Paulo y yo somos prácticamente adolescentes frente a la junta administrativa formada por ancianos. - bromeó, tratando de desviar el rumbo de la prosa que se sabía de memoria y se saltó. -Tienes que casarte, Pedro. - Aún es temprano, papá. - No para mí. - Escucha a tu padre, amor mío, ¿qué costaría calmarte un poco, ordenar tu vida y dejar de trabajar como un presidiario como si nada más fuera importante? ¿Quieres demostrar qué y a quién? ¿Años? ¿A tu padre? Él conoce su valor. - ¿Él sabe? - preguntó, levantando una ceja irónica. - Si realmente sabes lo que valgo, ¿por qué tengo que casarme para merecer la presidencia? - Para darme garantías. - respondió el padre. - Todo negocio se basa en garantías, y su matrimonio, o mejor dicho, acuerdo, es garantía de solidez, responsabilidad y concentración. Tomemos a Paulo, por ejemplo, el año pasado perdió la cabeza por una chica, se las bebió todas, desapareció de Sacramento durante semanas, volvió exhausto y deprimido... ¿Cómo puedo poner a un profesional a cargo de mi negocio si no lo hace? ¿No tienes estabilidad emocional? - ¿Eso significa entonces que Paulo está fuera de la carrera? - Mantén la emoción, hermanito. - dijo el hermano menor, entrando al salón con su mejor sonrisa. - Papá se refería a Paulo del año pasado, ahora estoy casi comprometido, adaptado al mejor modelo de CEO a los ojos del bueno de Alacrán. - Si quieres reformar tu oficina, no dudes en hacerlo, porque pronto tendremos una boda por estos lares. -le dijo a su padre, luego lo besó en la frente. - ¡Yo no creo! - exclamó su madre poniéndose de pie en una actitud que Pedro consideró exagerada. - ¿Ya fijaste la fecha? Necesito organizarme, hay tantas cosas... ¡Dios mío, qué felicidad! - ¡Cálmate, madre, cálmate! - Paulo se rió, pareciendo divertirse con toda la emoción. - Te va a dar un ataque y acabarás dejando a tu padre solo en la iglesia. Eduardo se levantó de su silla, visiblemente satisfecho con la actitud de su hijo. Había orgullo y, en cierto modo, orgullo en la mirada que le dio al menor. - Creo que ya le pidió a Flora que se casara con él. - dijo su padre extendiendo su mano para estrecharlo. - Bueno, todavía no. - admitió riendo. -En realidad, pensé en proponerte matrimonio en tu fiesta de aniversario de bodas... Si no te importa. Quería que fuera memorable. - ¡Claro que sí, mi amor! - volvió a exclamar la madre, pareciendo encantada con la idea. Pedro sintió que la presidencia se le escapaba entre los dedos como finos granos de arena. Abrazó a su hermano y sonrió mientras lo felicitaba por su futuro compromiso. Se obligó a adoptar una actitud civilizada ante lo que consideraba una tragedia irónica. Él era quien necesitaba una mujer para casarse lo antes posible y, pese a ello, la persona que meses atrás acababa de asegurar su futuro en el negocio familiar fue abandonada en el altar. El poder de regeneración emocional del Alacrán era ridículo. ¡Ridículo! Todo lo que hizo falta fue un borracho y una desaparición para que su hermano volviera centrado y responsable, incluso maduro, completamente en control de sí mismo. - Es fantástico contar con tu apoyo, hermano. - dijo Paulo mirándolo con un brillo de admiración en sus ojos. - Una vez más abrió su corazón sin considerar las consecuencias de ello. - fue seco, pero sincero. Paulo abandonó su sonrisa y frunció el ceño. - ¿Que quieres decir con eso? Ya sabes Flora, tu comentario no tiene sentido. -Nadie conoce a nadie. La mayoría de las veces, lo que vemos en los demás es nuestra propia proyección. - Deberías estar feliz por tu hermano. - le recriminó su madre, colocándose entre ellos. - Pero al parecer no está y hasta sé por qué. - respondió Paulo, levantando la barbilla en desafío. - Me casaré con la mujer que amo, tendré hijos con ella, seré aún más feliz de lo que ya soy,Crearé una familia sana y amorosa como la nuestra y precisamente por eso estoy más preparado que tú para hacerme cargo del negocio. El silencio que siguió fue pesado y sofocante. Pedro sintió la sangre palpitar en sus sienes, pero mantuvo la mirada fría y una leve mueca de desprecio en la comisura de la boca. Notó que el

            
            

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