Capítulo 7 ¿La vida sigue

Heitor

Después de dejar a la chica en un lugar bastante concurrido, regresé apresuradamente al hotel, que estaba a solo unos minutos de distancia. Me sentía culpable por el tiempo que había perdido al estar con la chica en la playa.

Para mi alivio, pronto llegué y encontré a Heloísa, que vino hacia mí apresurada.

- ¿Dónde estabas? - preguntó ansiosa - Ya estaba empezando a preocuparme.

- ¿Lograste encontrar a Catarina? - pregunté, evitando la pregunta comprometedora.

- Catarina está bien, no te preocupes - contó - Bernardo la encontró en la playa.

Algo en esa información me incomodó un poco y seguramente tenía que ver con lo que la chica insinuó durante nuestro extraño encuentro.

- ¿Y cómo supo Bernardo que estábamos buscando a Catarina? Él no estaba aquí cuando me fui...

- Llamé a Bernardo y le pedí ayuda para localizar a Catarina - explicó Heloísa - Ella parecía bastante normal, para ser sincera. Aun así, la acompañé hasta la suite de ustedes. Estaba tratando de avisarte.

Solo en ese momento recordé que mi teléfono estaba en modo "silencioso" y probablemente estaba tan perdido en pensamientos inoportunos que ni siquiera me di cuenta de que el aparato estaba "vibrando" en mi bolsillo. Confirmé eso al tomar el teléfono y ver que había tres llamadas perdidas de mi hermana.

- Supongo que el celular debería estar solo "vibrando" - Heloísa pareció leer mis pensamientos.

- Voy a subir - avisé - Gracias por la ayuda, hermana.

Heloísa mostró una de sus hermosas sonrisas y me rodeó el cuello con sus brazos, abrazándome fuerte.

- Feliz Año Nuevo, hermano.

- Feliz Año Nuevo, hermana.

Ese abrazo mostraba toda nuestra complicidad como hermanos y cuánto nos amamos. Siempre fue así, incluso siendo dos personas completamente opuestas, nos respetamos por encima de todo.

- Me quedaré aquí un poco más - Heloísa dijo con una sonrisa maliciosa - Tengo algo que terminar.

Decidí no comentar su declaración y me dirigí apresuradamente hacia el ascensor del hotel. Lo primero que hice al entrar en la suite donde Catarina y yo estábamos alojados fue buscarla, necesitaba ver personalmente cómo estaba y asegurarme de que estaba bien.

Aunque no éramos la pareja más apasionada del mundo, siento un cariño especial por ella, después de todo, es mi novia y la mujer con la que planeo casarme y formar una familia.

Al entrar en la habitación, que estaba completamente oscura y darme cuenta de que todo parecía demasiado silencioso, concluí que Catarina debía estar durmiendo.

- ¿Catarina? - llamé en voz baja, solo para asegurarme.

Al no obtener respuesta, decidí tomar una ducha y, al unirme a ella en la cama, la llamé una vez más. Solo quería escuchar su voz y confirmar que el hecho de haber perdido tanto tiempo con esa chica en la playa no había causado ningún malestar entre mi novia y yo.

- Hola - respondió Catarina esta vez.

- ¿Estás bien?

Ella estaba de espaldas a mí y me acerqué aún más a su cuerpo, buscando una mayor intimidad, pero ella permaneció en la misma posición en la que estaba.

- Sí - dijo sin moverse - Estoy bien.

*******

Cuando me desperté al día siguiente, Catarina ya no estaba en la cama y la encontré perfectamente arreglada y maquillada, algo común en ella y no me sorprendió. También parecía haber vuelto a su comportamiento normal y me esperaba para bajar juntos a desayunar.

Ya estábamos terminando nuestra comida cuando Heloísa y Bernardo aparecieron, y no fue sorprendente el hecho de que cada uno de ellos estuviera acompañado por una pareja.

Mientras mi hermana estaba con el mismo chico con quien la vi poco después de la medianoche, Bernardo ya estaba con una acompañante diferente. Estaba seguro de esto porque eran muy diferentes entre sí. La chica que lo acompañaba ahora era pelirroja y con curvas.

- ¿Qué te parece si aprovechamos un poco la piscina? - dijo Catarina tan pronto como las dos parejas se nos unieron en la mesa.

- Claro, vamos.

Realmente no tenía intención de entablar conversaciones con personas con las que difícilmente volvería a tener contacto. Siempre era así con respecto a mi amigo y mi hermana. Así que seguí a Catarina hasta la suite y después de ponernos nuestros trajes de baño, fuimos a la piscina, donde permanecimos hasta la hora del almuerzo, cuando ella decidió que quería descansar un poco.

Pero cuando llegamos a la suite y miré por la ventana de la habitación viendo toda la belleza de la playa frente a mí, recordé a la chica que encontré la noche anterior y me pregunté qué podría haber causado tanto sufrimiento como para que estuviera allí, sentada en la arena y llorando en pleno Año Nuevo. Mientras muchas personas estaban celebrando, ella estaba sufriendo.

- Podríamos pasear por la ciudad - sugerí, cuando esta idea se formó en mi mente - Tal vez caminar por la playa y ver algunas personas...

- Bueno, eso es interesante viniendo de ti, Heitor - comentó Catarina con una sonrisa - Prefiero quedarme aquí y descansar.

- En ese caso, solo daré un paseo por la playa - dije, sintiendo una cierta euforia - ¿Te importa quedarte aquí sola?

- ¡No, por supuesto que no me importa!

No lo admitiría, pero la necesidad de pasear por la ciudad y conocer los alrededores tal vez tuviera una motivación oculta, o no tan oculta. La verdad es que deseaba volver a ver a la chica y asegurarme de que estuviera bien.

Sin embargo, dos horas después, después de caminar bastante y detenerme incluso en dos bares para tomar una copa, todo con la esperanza de ver a la chica aunque solo fuera de paso, desistí y regresé al hotel. Era mejor olvidar a esa chica y volver a mi vida normal. Después de todo, fue solo un encuentro sin sentido con una chica irritante y descuidada.

Si ella estaba sufriendo, quedarse en un lugar prácticamente desierto en la madrugada, no importa cuál fuera la fecha, era extremadamente irresponsable y solo podría haber resultado en algo peligroso, como casi sucedió.

A pesar de que inicialmente habíamos planeado quedarnos en Gostoso por algunos días más, lo primero que hice al día siguiente fue hacer las maletas y regresar a Río de Janeiro. No deseaba quedarme más tiempo en la ciudad y ni siquiera veía sentido en hacerlo cuando no me estaba divirtiendo en absoluto.

Extrañamente, todos estuvieron de acuerdo sin protestar y pocas horas después, el helicóptero de nuestra familia estaba aterrizando en el helipuerto de la mansión de los Alves de Bragança.