En la biblia se habla del señor rico y del mendigo Lázaro que cuando hubieron muertos ambos; el primero, fue a parar al infierno y el mendigo fue a parar al seno de Abraham.
Porqué fue a parar al seno de Abraham y no fue a estar con Jesucristo, si es Jesucristo quien reina en el reino de los cielos.
Es que ambos hubieron muerto, pero ellos murieron sin haberse manifestado aún la resurrección del hijo de Dios. Deben esperar por todos los justos que es un gran número y no todos han cumplido con realizar el llamado de Jesús.
Hasta que se llegue a tener a todos Jesús no volverá, pero gobierna en quiénes siguen sus enseñanzas y las ponen por obra. Gobierna desde hoy, pero su gobierno no es de este mundo.
Sin embargo, el señor rico, muerto, ya está en el infierno y el mendigo Lázaro ya recibe consuelo, pese a no haber llegado la hora de la segunda venida de Jesucristo, recibe el consuelo de Abraham.
A eso se refiere Jesús cuando indica que su gobierno no es de este mundo, si nosotros hacemos lo que nos ordena, tendremos desde este instante el reino de los cielos gobernándonos o lo que es el consuelo que recibe Lázaro de su padre Abraham.
Pero igual debemos esperar el momento en que todas las escrituras se cumplan, el momento en que la humanidad entera obtendrá la salvación.
Si el espíritu de Lázaro nos llama a una vida de conversión tenemos este consuelo revelado en nosotros y pese a no llegar aún el momento del fin, el reino de los cielos está de manifiesto hoy a través de nosotros.
Es por eso por lo que Jesús indica a Pedro, sobre quien edifica su iglesia, que apaciente a sus ovejas. Lázaro es aquella oveja que está apacentada en el seno de Abraham. Antes Abraham, Moisés, los antiguos profetas y en nuestra generación, Pedro, haciendo esto que le pidió, Jesús su maestro, apacentar a sus ovejas hasta que su hora llegue.
En la tierra en que nos encontramos se tiene aflicción, pero la paz que nos da el confiar en Dios en todo instante es lo que nos hace estar bajo el gobierno de Jesús. Jesús cuando indica el reino de los cielos es como aquel tesoro escondido que, al ser hallado por un hombre, lo entierra de nuevo, vende todo lo que tiene y compra aquel campo.
No hay comparación; aquel tesoro es el más grande como ninguno hallado jamás a tal punto que nada en la tierra es de más valor por lo que todo lo entrega con tal de que aquel campo sea suyo.
Y Jesús habló del reino de Dios, el cual no va a venir de forma visible no se podrá decir "aquí está" o "allá está", es porque en realidad Dios ya reina entre nosotros. Verán que el demonio está en procura de vencer a través de los hombres, pero es el hombre que tiene que dominarlo con valentía.
El demonio persigue a quienes se están acercando a Dios. No se verá que el demonio vaya a ir contra los que están caminando en su misma dirección. La dirección en que va es el que lleva a la condenación.
También Jesús dijo cómo sería en el final "cuando vean que las ramas están verdes y van a brotar las hojas, entonces erguid la cabeza está próximo el día de su salvación"
Es cuando la maldad se terminará, es cuando todo va a cumplirse.
Entonces unos irán a su derecha, a reinar con Él y a otros pondrá a su izquierda a ser echados fuera. A eso se refiere cuando indica Dios ya reina entre ustedes; somos a quienes escogió para estar a su derecha. Desde el momento que hemos cambiado de vida y seguimos sus designios ya reinamos con Él en el reino de los cielos, somos la generación que conoce el triunfo de Jesús sobre la muerte.
Así como Lázaro es consolado así estamos nosotros colocándonos en nuestro cuerpo sus llagas que los perros lamían. O mejor, estamos como Jesús azotado, y siendo objeto de burlas. Así podemos llevar el gobierno de Jesús. Solo así.
Dios reina a través de los hombres, a través de quienes respondieron a su llamado. No son los hombres que lo buscamos. Él nos buscó y nos halló.
El llamado de Dios nos hace caminar por sendas de fe, amor, justicia y verdad; pero Dios llama a todos y quienes no acuden a su llamado, son los que van a parar a su izquierda en el juicio final; son los que habiendo sido llamados no son escogidos.
Muchos son los llamados pocos son los escogidos.
El demonio va en busca de los que sienten el llamado de Dios. Sabe que en ellos se cumplirá las sagradas escrituras, el demonio cae en cuenta de que su final se acerca cada vez cuando un pecador se convierte.
Al final el enemigo de Dios será echado al infierno, al tormento eterno y sobrevendrá la redención de toda la humanidad.
Entonces son dos destinos distintos para los hombres.
Dios está yendo por quienes están apartados o apartándose de sus caminos en procura de devolverles la promesa de Dios que se cumple con ellos, pero que Satanás viene arrebatándoselas.
También el diablo va en busca de los que dudan porque oyendo el llamado no perseveran y estarían cayendo, por su obra, en el infierno que fue hecho para el demonio y sus ángeles.
Verán que los que están con Dios en su reino celestial deben de permanecer y los que están en las garras del enemigo son los que Dios traerá de regreso, pero el diablo lo impide con las mismas leyes que fue echado, él, del cielo y no pudo permanecer más allí.
Estamos los hombres en la tierra y la muerte fue hecha para apartarnos de nuestra naturaleza terrenal o la naturaleza de pecado. Es de esta naturaleza que nos habló Jesús de que debiéramos dejar atrás al nacer de nuevo. El pecado se diseminó en los hombres en el principio, esto es lo que nos avasalla todos los días en esta tierra si no dejamos los caminos torcidos.
La muerte también fue creada por Dios porque con la naturaleza terrenal imposibilita encontrar el reino de los cielos o nos es esquiva. La naturaleza de Jesús la obtenemos por su gracia y su favor, no por nuestras obras para que nadie se glorifique. Solo a través de Jesús y esta naturaleza nueva habita ya en nosotros en cada hombre al haber recibido al Espíritu Santo dentro de nosotros.
La vida y la muerte fue creada por Dios y todo lo que Dios creó es bueno o cumplen una finalidad conforme a su voluntad.
Verán que en el fin de los tiempos cuando Jesús vuelva con esplendor y gloria, los otros que quedarán a la izquierda apartados, con la dureza en sus corazones no podrán soportar la eternidad del tormento cuando estén allí.
Acudirán a Abraham porque pueden notar desde allí a Lázaro siendo consolado y ellos con el infierno calcinándolos querrán ser saciados con algo de agua en la punta del dedo de Lázaro o sea recibir algo de este consuelo, pero este lugar está fuera del alcance de todos incluso de Abraham, solo Jesús tiene el poder para liberarlos del infierno.
Deberán esperar la segunda venida de Jesús cuando sean resucitados al último, pero volverán para recibir la segunda muerte o ya están recibiendo esto que les corresponde pese a no haber llegado aún su hora.
"¿Qué tiene que ver esto con nosotros, mujer? Aún no ha llegado mi hora". Luego que Jesús dijo esto, su madre indicó a los sirvientes que hiciesen todo lo que les dijese. Jesús, al terminarse el vino, quiso que la alegría de la celebración de la boda no se termine entre los invitados. Entonces, indicó a los sirvientes que llenasen las seis tinajas de agua, la cual transformaría en el mejor vino.
Esta alegría es la que recibe Lázaro de las propias manos de Abraham, no está a la espera; está recibiéndolo ahora. Lo recibe aún no haya llegado la hora o es que la hora de la manifestación del hijo del hombre ha llegado ya.
Jesús dijo "Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado hasta el último centavo de tu deuda porque no perdonaste a tu hermano como yo te perdoné al suplicarme; y acaso, tu hermano no te suplicó también".
La segunda muerte en los últimos que resuciten le hará comprobar de lo tortuoso que es vivir sin Dios, es necesaria la muerte para ellos, pero hasta la muerte se les apartará.
Pero va a ser por un corto periodo de tiempo. La bestia será desencadenada de lo profundo del abismo, luego de cumplido el reinado de los mil años ascenderá para reunir a las naciones para la batalla.
Cuando se percaten de todo esto; Jesús los dispondrá para a que dejen todo, porque ciertamente ya no tendrán nada y solo con un espíritu dispuesto encontrarán a Jesús como su salvador.
Para ellos les será necesario arrancárseles todo en la segunda muerte o sacárseles de la vida sin propósito o lo que es lo mismo el demonio gobernando sus vidas. Los que se nieguen a postrarse ante la bestia o ante la estatua de la bestia en este tiempo, ellos se salvarán.
Cuando vean a Jesús con sus ángeles y con los santos que resucitaron primero con majestuosidad y esplendor; los hará regresar de donde nunca debieron salir.
La muerte cumple un propósito ahora y cumplirá este propósito hasta el final.
Los creyentes sabemos que esta muerte que aún suele asolar a muchos en la tierra no tiene este propósito en nosotros porque ya no tiene el aguijón que antes tenía luego que Jesús develó el misterio por el que fue hecho.
Si la semilla no muere no daría fruto, pero si muere mucho fruto da. Este nuevo significado cobra entendimiento en nosotros los hombres que confiamos en Dios. Solo en la tierra nueva y con el cielo nuevo, al final de todo, la vida resplandecerá y nos será otorgada a través del fruto del árbol de la vida eterna, el fruto que no probaron Adán y Eva en el paraíso. Sin embargo, la vida en abundancia la hallamos ahora con Jesús en este momento, en nuestros días.
El reino de los cielos no se muestra como que aquí está o allá está, el reino de Dios ya habita entre ustedes.
Los testimonios que vivimos son porque la diestra de Dios está acompañándonos, nuestra existencia se convierte en testimonio para todos porque la vida que tenemos resplandece. Jesús indicó llevarlo a lo alto y mostrarlo a todos para que vean por la luz que ahora vive en nosotros.
No podemos quedarnos con la luz en nosotros porque no tiene sentido ponerlo bajo la cama o taparlo con una vasija.
Estamos llamados a ser sal de la tierra y luz del mundo, si la sal ya no sala o no condimenta la comida no sirve para nada, entonces será echada y pisoteada. Eso mismo sucede con quienes no damos testimonio de la conversión que hizo Jesús en nosotros.
El pecado abunda, pero la gracia sobreabunda, nuestros pecados rojos como la grana, ahora con Jesús, se mostrarán blancos como la lana, blancos como la nieve, si nos arrepentimos verdaderamente.
No tengamos miedo de llevar el evangelio y expresarlo desde lo más alto que encontremos, es nuestro llamado a hacerlo, eso es lo que debemos hacer ahora revestidos de una naturaleza nueva, porque nuevas fuerzas nos dan.
Ahora que las fuerzas nos las das y que son como de un búfalo; ahora que las alas se nos abren como las de las águilas.
Si bien en el relato del rico y Lázaro habla de dos personas que en la tierra están cerca, una cerca de la otra. Es Dios quien lo dispuso así. No es Dios quien puede hacer esto, acercar a dos personas totalmente opuestas. Cuando están cerca en la tierra debieran estar cerca también en el cielo, pero vean que nada de eso sucedió así.
No perdamos la dicha de tener a las personas cerca aquí en la tierra cuando estemos también en el cielo.
En una casa dos estarán contra tres, el padre contra su hijo, la suegra contra la nuera, yo no he venido para traer paz, yo he venido a traer división.
Tenerlos cerca con los enfrentamientos que se generen en nuestra propia casa, como Dios los dispuso al colocarnos cerca todos los días; y estando en una misma casa poder sobrellevar la división que quiso que existiese o que pasásemos Jesús, afrontar este hecho como Él también nos soporta aún nosotros nos rebelemos y pequemos contra Él.
Ciertamente en nuestra casa habiendo cualidades, virtudes también hay desenfrenos, improperios que debemos de tolerar porque no hay nada que no esté dispuesto sin un propósito delante de Dios mismo.
En el relato del señor rico y Lázaro, la muerte cumplió la finalidad de otorgarle el consuelo que no hallaba en sus días en la tierra. La muerte lo acercó, a Lázaro, al consuelo de su padre Abraham.
La muerte tiene un propósito para todos los hombres. Es de nosotros encontrar, en este hecho, algo que nos coloque en el reino de los cielos donde también estará nuestro padre Abraham. El reino de los cielos está entre nosotros porque es Jesús gobernándonos en cada cosa que hacemos.
Jesús está manifestándose a través de su iglesia, o sea, en nosotros. La iglesia está viva porque Jesús está vivo guiándonos. Es el reino de Dios del que Jesús nos habla, aquel reino del que tenemos que entrar por nuestra voluntad conforme a la de Él.
Yo estaré siempre con ustedes hasta el fin del mundo. Si nosotros permanecemos en Él, Él permanecerá en nosotros y esto que nos indica es el estado de gracia que debemos guardar.
Vayan y hagan discípulos por todo el mundo, bautícenlos en el nombre del Padre del Hijo y del Espíritu Santo, Dios le dio a Jesús todo el poder para gobernar el mundo.
En el relato del señor rico, éste quiso ser saciado llamando a Abraham e indicándole que Lázaro moje la punta de su dedo porque no aguantaba las llamas del fuego.
Este infierno creado para el demonio y sus ángeles lo da a conocer a los hombres y que los motivos a ir a parar allí producen el rechinar de dientes. La palabra de Dios se cumplirá; no podrán salir de allí sino por el único camino que se obtiene la vida, ese camino es Jesús.
Y si notaron está Abraham hablando con él allí, con el señor rico; así es como hoy podemos hablar con aquellas personas que tienen esa actitud. También son hijos de Dios, después de todo. Abraham lo oye pacientemente, pero menciona claramente porqué está apartado de su consuelo.
No puedes pasar tú de allí para acá y tampoco Lázaro de acá hacia allá porque hay un abismo que impide hacer eso.
Ese abismo es el demonio en el infierno para los hombres de esta tierra. El mundo está lleno de dolor, de llanto y de rechinar de dientes. Este es el reino que instaura el enemigo de Dios con una dureza en el corazón irreparable para los hombres.
Verán que este Lázaro ha muerto, pero vive bajo el amparo de Abraham con el consuelo que allí le da.
Pero aquel señor rico al otro lado y separado por el abismo menciona "Haz que regrese para que avise a mis cinco hermanos y no vengan a este lugar de tormento" Esto nos trae dudas por lo conmovedor de querer salvar a sus hermanos, pero que desatinadas fueron sus acciones vistiendo de púrpura y lino fino, haciendo ostentosos banquetes, teniendo a Lázaro que los ángeles lo traían a la puerta de su casa esperando que algo cayera de la mesa, las migajas que podían ser para él.
Este señor rico, ahora allí, nada puede hacer por sus parientes que como él no hacen la voluntad de Dios.
Es por lo que le responde "Tienen a Moisés y a los profetas, si no les creen a ellos no creerán así un muerto resucite".
¿Por qué Jesús no va a su encuentro de aquel rico en el infierno si Él logró vencer la barrera de la muerte? Es por sus acciones y su actitud que tuvo para con su semejante, Lázaro, porque cada día envió a los ángeles a que llevaran al mendigo a la puerta de su palacio esperando ser saciado.
Solo Jesús es quien tiene la autoridad para salvarlo y la oportunidad se la dará con la segunda muerte en el final de los tiempos pasando la vida que pasó Lázaro.
"Y los hombres fueron quemados con el intenso calor; y blasfemaron el nombre de Dios que tiene poder sobre estas plagas, y no se arrepintieron para darle gloria".
Es una pena que la oportunidad se las dará continuando con estos padecimientos.
Los que primero resuciten son los hombres que tienen el espíritu del mendigo Lázaro, que confían en Dios y se someten a su voluntad; incluso la voluntad del Señor sea la de tener una vida de desprecio, de insultos, de calumnias y de pobreza similar a lo que pasa el mendigo que ansiaba saciarse de las migajas de este rico y lleno de heridas que los perros se las lamían.
Jesús pasó por algo similar y nos pide que no tengamos miedo porque esto que harán con nosotros él también lo pasó, pero ánimo Él ha vencido al mundo. La crucifixión de Jesús en analogía con el mendigo Lázaro nos hace vivir una vida de pobreza, una vida de desprendimiento, una vida en continuo entendimiento de la voluntad de Dios Padre.
Si nuestro llamado es a desechar las riquezas es porque éstas nos están apartando de Dios y del camino que quiere que encontremos.
"Hijos, ¡qué difícil es entrar en el reino de Dios! -repitió Jesús-. Le resulta más fácil a un camello pasar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el reino de Dios".
Zaqueo no necesitó que se lo pidiese "Señor, voy a dar la mitad de todo lo que tengo a los pobres. Y si a alguien le he robado, le devolveré cuatro veces lo que le robé". Recuerden el tesoro que encontró aquel hombre y vendió todo lo que tenía para comprar aquel campo donde estaba enterrado.
Es necesario hacer del llamado de Dios nuestra puerta para entrar en el reino de los cielos.
Y verán que Jesús resucita a su buen amigo Lázaro; aunque pudo tener el mismo nombre que el del relato o haberse referido a él mismo, lo cierto es que la actitud de los maestros de la ley, los fariseos y los escribas al matarlo es porque al devolverle a la vida, Jesús, en esta tierra ponía en peligro sus puestos o preminencias en la congregación que expresa claramente el poder del gobierno en aquel entonces.
Aun así, los resucitará, pero al último para que pasen los días de martirio que menciona en retribución de sus actos en la tierra que van desde el asesinato de Abel hasta llegar al asesinato de Zacarías al que mataron entre el santuario del templo y el altar, ellos solo vuelven la mirada hacia el mendigo, que está a la puerta de su casa, para lograr mayor connotación.
Jesús menciona "los que oyen mi voz y hacen lo que les digo, ellos son mi madre, mis familiares y mis hermanos".
Aquel rico en el final de los tiempos pasando lo inevitable muestra que Jesús les puede quitar este castigo hoy.
"Apartaos de mí, porque cuando tuve sed no me dieron de beber, cuando anduve en el encierro no me visitaron, cuando anduve desnudo no me vistieron" y de ellos es conocido que responden "acaso en tu nombre prediqué y expulsé demonios". Pero Jesús les replicará "apartaos de mí, no los conozco hacedores de maldad".
Ambos murieron el rico y Lázaro y ya muertos son el espíritu de ellos viviendo en el lugar que Dios les da. Tú te preguntarás cuál espíritu vive en mí. Cerciórense que uno lleva al consuelo verdadero en el reino de los cielos y el otro a un inminente castigo en las llamas del infierno.
Aquel señor rico obtuvo todos sus bienes en la tierra y Lázaro obtiene ahora consuelo al lado de Abraham.
Son dos reinos distintos. Uno apartado del otro por el abismo que los separa. La vida verdadera la puedes hallar aquí en la tierra si Jesús gobierna desde hoy enteramente tu vida.
Cuál de estos dos caminos quieres tú transitar ahora o cómo quieres heredar la vida eterna.
Zaqueo al dar la mitad de sus bienes y devolver lo robado cuatro veces significaba recibir burlas y desprecio, afrontar la vida llena de dificultades económicas. Y sería mal visto por aceptar estar resarciéndose de su mal obrar. La humildad de su nueva condición es lo que busca ciertamente Jesús.
La salvación llegó a su casa y con él un hombre nuevo.
Esta es la vida que anhela Dios de ustedes hermanos en Cristo, el reino de Dios habitando entre nosotros con Jesús en medio y junto nuestro.
Si fuiste llamado las puertas del cielo están abriéndose, pero conjuntamente encontrarás el impedimento del enemigo, una sociedad que señala y juzga, que somete y se burla, no tengas miedo y sigue a Jesús que todo esto ya lo pasó Él y lo venció.
El demonio atrae a través del poseer, placer y el poder, eso conduce a perdernos.
La vida con sus padecimientos por el llamado de Dios nos hace comprender el sacrificio de Jesús.
Aquel fuego eterno solo lo puede soportar para quien fue creado el infierno, para el demonio y sus ángeles.
Se obtendrá vida si aceptas que Jesús pagó por el rescate de tus pecados, pero si tus exigencias son el obtener el pago de tus bienes en vida eso te conducirá por el camino de aquel señor rico en el relato de arriba.
Oremos. Dios y Señor nuestro es necesario cada día más de ti, sácianos con tu bondad el alma que se nos muestra sedienta de amor y de justicia. Sabemos que no merecemos tanto amor, pero hemos de comprender que te entregaste con un amor infinito que nunca se agota y si quieres darnos un poco de la eternidad la aceptamos, aun así, esto nos traiga dificultades mayores por retribución a tu amor. Danos las fuerzas para perseverar en tus caminos, no te pedimos que nos quites las adversidades que tiene el mundo, solo que nos fortalezcas para podernos sobreponer cuando se haga inmensamente más difícil, al haber caído. Te pedimos que quienes están con nosotros en este mundo, nuestros familiares y amigos, también puedan encontrar el camino que nos mostraste; son ellos quienes fueron colocados por ti. Nadie pasa sin cargar algo de lo que Tú ya has cargado por nosotros, así que hasta el más indigno ha de cargar algo de lo que pasaste al ir a morir en ese madero. Dios Padre te lo pedimos en el nombre de nuestro Señor Jesús, tu hijo amado. Amén.