El esposo despiadado: entre la dominación y el amor.
img img El esposo despiadado: entre la dominación y el amor. img Capítulo 1 Obsesión peligrosa
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Capítulo 6 Atracciones img
Capítulo 7 Los hermanos Ross img
Capítulo 8 Revelando el secreto img
Capítulo 9 Enfrentar al demonio img
Capítulo 10 Nace la envidia img
Capítulo 11 No jodas mi vida, lunática. img
Capítulo 12 El amante img
Capítulo 13 La trágica noticia. img
Capítulo 14 Que significa esto Debora. img
Capítulo 15 ¡Déjame ver a mi esposo! img
Capítulo 16 Porque te quiero img
Capítulo 17 Aceptando tus órdenes img
Capítulo 18 Recibí golpes por tí img
Capítulo 19 Cuida al bebé. img
Capítulo 20 Entre la espada y la pared img
Capítulo 21 Vas a morir, Debora img
Capítulo 22 Nos invaden img
Capítulo 23 Jamas pensé perderte img
Capítulo 24 Enfrentamiento inesperado img
Capítulo 25 Sinvergüenza img
Capítulo 26 Matrimonio img
Capítulo 27 No te enamores de mí. img
Capítulo 28 No dispares img
Capítulo 29 Daré mi vida por tí img
Capítulo 30 ¡Nuestra boda! img
Capítulo 31 Damla img
Capítulo 32 Camilo y los celos de Jarli img
Capítulo 33 un breve mordisco. img
Capítulo 34 Corrida img
Capítulo 35 Chupa como la perra que eres img
Capítulo 36 Me corri en la cama img
Capítulo 37 La sexi secretaria img
Capítulo 38 El intruso. img
Capítulo 39 No tienes que ser perfecto img
Capítulo 40 No puedo creer que te embarazaras de él img
Capítulo 41 Le partiré la cara img
Capítulo 42 Cautivos img
Capítulo 43 Jarli es un hombre altamente peligroso. img
Capítulo 44 Atroz descubrimiento img
Capítulo 45 Ese hombre está enamorado de tí, Debora. img
Capítulo 46 Mi mujer. img
Capítulo 47 Corazón devastado img
Capítulo 48 Paz en medio del dolor. img
Capítulo 49 Obsesión potente. img
Capítulo 50 Por fin te encontré img
Capítulo 51 No puedes huir de mi, Debora img
Capítulo 52 Venganza inesperada. img
Capítulo 53 Mentiras que matan img
Capítulo 54 Tendrás que follart* a Debora delante de mi img
Capítulo 55 Amenaza mortal img
Capítulo 56 Traicionada. img
Capítulo 57 Pronto esto terminara. img
Capítulo 58 Su hija, ya no me amaba. img
Capítulo 59 Tu misma quisiste esto, Debora. img
Capítulo 60 Amenazado por el amor de mi vida. img
Capítulo 61 ¿crees que no lo sabía img
Capítulo 62 El amor todo lo puede. img
Capítulo 63 La traición. img
Capítulo 64 La tragedia. img
Capítulo 65 Te vas conmigo al infierno. img
Capítulo 66 Caos en la familia Lember. img
Capítulo 67 Daría todo por verte sonreír img
Capítulo 68 Quiero el divorcio. img
Capítulo 69 Promete que no vas a dejarme. img
Capítulo 70 Un amor que sana. img
Capítulo 71 Final. Juntos por siempre. img
Capítulo 72 Extra. Una hermosa familia. img
Capítulo 73 Final. img
Capítulo 74 La preferida del millonario. img
Capítulo 75 Capitulo dos img
Capítulo 76 Capitulo tres img
Capítulo 77 Capitulo cuatro img
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El esposo despiadado: entre la dominación y el amor.

Adamaris morelo
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Capítulo 1 Obsesión peligrosa

Eran las ocho de la noche y Débora apenas salía de su trabajo, como de costumbre solía salir a las seis pero debido a las alzas que ha generado la empresa, su tiempo de labor se extendió.

La vida de aquella mujer era muy infeliz. Excepto a las doce de la madrugada; Era la hora perfecta para saciar sus necesidades, en este caso; Espiar a su vecino de enfrente.

Debora se sentía muy atraída por aquel hombre, tanto que imaginaba besando sus labios y aún más que eso, la pobre se masturbaba mientras se hacía fantasías en su pequeño mundo amatorio, en dónde era azotada y embestida por su vecino a quien ella le apodo; señor arrogancia.

Debora era una mujer poco social y con un look no tan llamativo, tenía muchos pretendientes los cuales rechazaba constantemente, por qué no perdía la esperanza de que se volviera a repetir la noche en qué su vecino de enfrente la hiciera suya por segunda vez.

–No sabes cuánto me encantas, hombre indomable–Chillo sin espabilar. Emocionada por lo que acostumbraba ver, su teléfono timbra y eso hace que ella hiciera un chasquido con su boca–¡Demonios!–Se quejó sin quitar la mirada de su confidente ventana–Justo cuando él se va a desnudar para ir a dormir suena el maldito teléfono.

Ignorando el teléfono, vio cómo el hombre se quitaba lentamente su chaqueta, su lacio cabello el cual era rubio deslumbraba a través de los lujuriosos ojos de Debora, luego procedió a quitar su franela, dejando ver sus bien marcados pectorales y abdominales.

El hombre siempre tenía la costumbre de quitar toda su valiosa ropa antes de ir a la cama, eso hacía que Debora deseara con más ansias a aquel varón.

Sus pupilas se dilataron ya que él se había quitado su boxer, listo para que ella contemplará esa figura de museo, gruesa y venosa, era el tamaño perfecto.

–Aquí vamos con otro éxtasis–Susurra. De inmediato su clitor*x empezó a manifestar esa sensación deliciosa que a ella le encantaba, la cuál satisfacía con su vibrador.

Abrió sus piernas lentamente y en movimientos lentos se comenzó a acariciar mientras veía al hombre de sus sueños.

Sus ricos gemidos hacían eco dentro de su pequeño departamento, ella estaba segura ya que las paredes de su habitación estaban diseñadas para no filtrar ruidos.

Sus picos se empezaban a tornar duros como piedras y su saliva estaba más espesa, en ese momento lo único que quería era sentir siquiera la voz de ese hombre cerca de su oído...

Llevó su mano derecha hacia uno de sus melones y empezó a frotarlo en círculos, luego aceleró su vibrador y lo colocó en su campanita a todo potencial.

Pequeños corrientazos hacían estremecer a Débora.

Metió dos de sus dedos dentro de su sexi privacidad y estimulaba su proceso, en cuestiones de segundos sus fluidos indicaban que Debora ya había tenido su más deseado clímax.

Se tumbó a la cama intentando controlar su respiración. Estaba agitada y empapada de sudor.

–Otro rico orgasmo–Exclamó con voz cansada y apagó su fiel amigo: el vibrador.

Cerró sus hermosos ojos para terminar de ver a su amado mediante sus sueños.

(***---***)

A la mañana siguiente, se levantó de un brinco y de inmediato se asomó a la ventana, y lo primero que vio fue a su vecino mientras esparcía su perfume encima de su chaqueta.

-Serás mío nuevamente-masculló sin quitar la necia mirada.

El hombre tenía unas largas piernas y un sexi cuerpo que se podría considerar un cuerpo de modelo.

Sin darse cuenta, ella estaba obsesionada con este hombre, el cual llevaba pocos meses viviendo en la zona.

Debora llevó a su boca un mechón de pelo y lo mordió, estaba tan ansiosa por saber más de este hombre.

Su corazón se detuvo luego de ver cómo su vecino abandonaba su apartamento.

Miro hacia abajo esperando que este saliera por completo para tomar su moto e irse.

Debora aún sentía las caricias del hombre sobre su delgado cuerpo, y de inmediato sus vellos se elevaron dejando su piel de gallina.

Sacudió su cabeza y se dirigió hasta el baño para hacer sus necesidades, ya bañada decidió tomar lo primero que vio en el closet, ella era despreocupada a la hora de vestir, porque sabía que todo lo que su cuerpo llevará le quedaba perfecto, sin colocar siquiera un poquito de maquillaje en su pálido rostro, fue a la nevera y tomo solo una manzana la cuál era suficiente para calmar su hambre.

Llegó a la empresa un poco más temprano y se tumbó en su escritorio, estaba sin ánimos y lo único que quería era dormír.

–Anoche me acosté tarde, me duelen los ojos–Estos tenían bolsas negras y se podía notar que ella no tuvo una buena noche sin embargo tenía que trabajar y no existía lamento en su diccionario.

–¿Amiga adivina a quién vi?–Gritó Angela mientras palmeaba el asiento de Débora.

–Oye, baja la voz–masculló Debora mirando de lado a lado.

–Está bien–Respondió Angela de manera petulante.

–Ahora si, ¿A quien viste?–Dijo Débora mientras soltaba un suspiro de fastidio.

Angela una chica extrovertida, de contextura gruesa y piel mestiza, era la mejor amiga de Débora, ambas se conocieron en la universidad.

-Alejandro, sí amiga, lo ví-respondió Angela con los nervios de punta.

-Está bien. ¿Y qué quieres que haga? Él te dejó por otra, amiga entiende, él no te ama.

-Lo sé, pero quizás haya una oportunidad.

-No, no va a ver más oportunidades, entiéndelo-dijo Débora con enojó.

-Señoras estamos en horas de trabajo-Bramó su jefe, el cual no estaba muy agusto con el rendimiento de Angela. Ya que estaba un poco distraída.

Ambas se enfocan en sus planos y sin lugar a dudas Angela se reía de la panza de su jefe, hasta apodo le colocaron, le decían Peppa pig.

-Ya es hora del almuerzo, tengo que llamar a papá él debe de estar enojado, anoche no le respondí el teléfono, estaba ocupada contemplando mis ojos.

El padre de Débora es Tayyar Lember; más conocido como el demonio, por su forma tan gruñona se ha ganado semejante apodo, actualmente es el presidente de una empresa de autos que heredó de su padre, Yusuf.

Debora jamás quiso entrar en los negocios familiares, desde pequeña soñaba con cumplir sus dieciocho años y poder irse a Canadá, al menos allá podía estudiar su carrera de diseño gráfico, le gustaba el ambiente frío y una vista hermosa, y vaya que lo cumplió.

-Hola papá.

-Hija por Dios, ¿Qué pasa con tu teléfono?.

-Nada, es solo que he estado ocupada.

-Te estás cuidando, ¿Verdad?-Aquí vamos otra vez, mi padre está obsesionado con eso de los anticonceptivos.

-No, no lo estoy-colocó los ojos en blanco.

-Ya estás muy grande, tienes veinticuatro.

-Esta bien, prometo cuidarme.

-Hija, por favor, regresa a Estambul, acá podrás administrar hoteles-La familia de Debora era reconocida a nivel internacional, los Lember; una de las familias más adineradas de Estambul, pero claro, Debora quería empezar desde cero, todo bajo su sudor, a ella no le gustaba vivir con sus padres, al menos no quería ser una carga más como lo son sus hermanos gemelos, Noah y Noor. Ambos tienen quince años.

-No padre, no lo haré.

-Está bien hija, eres más terca que tú madre Dilara.

-Por algo somos madre e hija-Debora ríe a través del teléfono.

La conversación con su padre acabo, por ende almorzó junto a su amiga, ambas platicaban acerca de una fiesta que se iba a realizar mañana. Débora no estaba tan segura en ir, tenía que terminar los diseños de un apartamento que estaba dibujando.

-Vamos amiga, no seas tan entregada a tu trabajo-ruega Angela jalando de la arrugada camisa de Debora.

-Está bien, pero me tienes que ayudar a terminar el plano-Angela pego un grito al cielo. Claro era de esperar, la mojigata de Debora la cuál no solía salir estaba apunto de irse de rumba con su alocada amiga.

La noche llegó y con esta la voz del líder de su grupo, en este caso Jeremy.

Chicos tenemos que terminar este trabajo, de esto depende nuestro salario, no quiero excusas, todos a trabajar está noche.

Ambas salieron del trabajo, por su parte Angela se fue en un taxi, mientras que Débora decidió irse caminando, su apartamento estaba a unas cuantas cuadras.

Miró su reloj y eran las díez de la noche, faltaba poco para ver a su hombre indomable, se imaginó teniendolo acostado todo desnudo mientras que lo llenaba a beso.

Ella no entendía el porqué regresaba a casa a las doce de la madrugada. Lo único que sí sabía es que folla súper delicioso.

Mordió su labio inferior con fuerza, luego de recordar esa noche, esa noche en la cual la hizo suya por primera vez.

Debora llegó a casa un poco cansada, hoy no había sido un día bueno, cada vez que hablaba con su padre, se sentía la peor hija del mundo, luego de haber tomado la decisión de marcharse de casa.

Se sentó en el sofá y con una mirada necia, apuntó para la ventana de su enamorado, las luces estaban encendidas, lo cual indica que alguien está dentro de la habitación.

Las cortinas estaban cerradas, eso era extraño, él siempre las dejaba abiertas.

            
            

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