Capítulo 4 Incumplimiento de contrato

Después de un par de minutos, Rhett escuchó el pestillo.

La puerta se abrió levemente con un chirrido.

Al otro lado, apareció una figura esbelta.

Pero la mujer no tenía la sonrisa aduladora que siempre le dedicaba. No estaba sonriendo, sino que lo miraba con una expresión neutra, sin decir nada. Luego de un rato, se dio la vuelta.

Rhett entró al dormitorio y sus ojos aterrizaron en la maleta abierta en el suelo, ya medio llena con su ropa. Por alguna razón, sintió que su corazón se hundía. "¿Qué estás haciendo?", preguntó cerrando la puerta de golpe.

"Ya te lo dije, quiero el divorcio", respondió Jillian sin levantar la mirada. Luego, siguió empacando como si ni siquiera pudiera verlo. "En vista de que ya no seremos marido y mujer, no hay ningún motivo para que me quede aquí más tiempo".

La muerte de su padre y su abuelo había sido un golpe de realidad.

En solo unos días, mientras ella y Helena seguían de luto, el resto de los Matthews se abalanzaron sobre la empresa de su padre y no perdieron tiempo en dividirse sus acciones. Y ella solo se enteró de lo ocurrido después del funeral.

Se había abstenido de exigir el divorcio por consideración a la familia Matthews, ya que la habían acogido y criado como una de los suyos.

Pero su codicia lo cambiaba todo. Ahora había abierto los ojos.

No tenía nada que perder, y eso significaba que no tenía nada que temer.

Podía empezar de nuevo. Encontraría un trabajo y ganaría dinero para sustentarse, así como para pagar la estancia de Helena en el hogar de ancianos.

"Jillian, basta de decir tonterías", espetó Rhett, acercándose a ella y agarrándola de la muñeca. "La abuela quiere verte, acompáñame a su casa".

Luego, como si acabara de ocurrírsele, añadió: "Sabes que ahora su salud no es la mejor. No causes problemas innecesarios ni la preocupes".

"Tú...", murmuró Jillian, pero luego cerró la boca e inhaló profundamente.

Debido a las dudosas circunstancias que llevaron a su matrimonio, su posición dentro de la familia Wilson siempre había sido inestable, y tampoco la trataban bien. Amy Wilson era la única que se mostraba amable con ella.

Incluso si se divorciara de Rhett, jamás se negaría a visitar a la anciana.

"De acuerdo, iré", respondió con calma. "¿Cómo piensas explicarle nuestro divorcio a tu abuela?".

"¿Divorcio?". Rhett hizo una mueca y lanzó una risita. "Parece que tendré que meter ciertos hechos en esa cabeza dura que tienes. No olvides el acuerdo que firmaron nuestras familias. Seguramente todavía recuerdas el plan que trazaste para obligarme a casarme contigo".

Rhett la soltó, sacó un cigarrillo de la cajetilla en su bolsillo y lo encendió.

Era consciente de que Jillian la había pasado mal en el funeral debido a su ausencia. Aunque seguía molesto por su último encuentro, tuvo la decencia de enviar a Aaron y mostrarle toda la cortesía a la familia Matthews ofreciendo la propuesta comercial.

Por lo tanto, pensaba que había hecho más que suficiente como esposo. ¿Por qué estaba tan molesta?

"Por supuesto que recuerdo el acuerdo", respondió ella con una voz ligeramente temblorosa. "Recuerdo todo".

Hacía mucho que se había cansado de explicar lo que en realidad había sucedido. Todo había sido un malentendido, pero Rhett nunca le creyó. Apenas le hacía caso.

"De acuerdo. Entonces, deberías saber tan bien como yo que no solo no obtendrás nada en caso de que nos divorciemos, sino que tendrás que pagar diez millones de dólares por incumplimiento de contrato", señaló él con un tono impasible mientras le daba una calada al cigarrillo y exhalaba una bocanada de humo. "¿De dónde sacarás tanto dinero?".

"No te preocupes por eso. Conseguiré un trabajo y te pagaré en cuotas". Jillian respiró hondo, cerró su maleta y agarró el asa para salir de la habitación.

Pero ni siquiera había dado dos pasos cuando la jalaron hacia atrás, hacia los brazos de Rhett. Su cigarrillo había caído al suelo, abandonado y olvidado, y su pie lo aplastó.