Tercer Tiempo al Amor
img img Tercer Tiempo al Amor img Capítulo 4 Un colibrí en la ventana
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Capítulo 6 Un tackle al corazón img
Capítulo 7 Un caballero de brillante armadura img
Capítulo 8 ¡Sí que eres animal! img
Capítulo 9 Falta de compromiso img
Capítulo 10 En el corazón de la Bestia img
Capítulo 11 Mi ídolo es Gabriel img
Capítulo 12 El oso img
Capítulo 13 El misterio de sus ojos img
Capítulo 14 Son of the beast img
Capítulo 15 El camino img
Capítulo 16 Juguetes nuevos img
Capítulo 17 Un niño llamado Tom img
Capítulo 18 Lo solucionamos en el campo img
Capítulo 19 Historias de tiempos pasados img
Capítulo 20 La máquina está en movimiento img
Capítulo 21 Un café para tres img
Capítulo 22 X, de X-men img
Capítulo 23 Fuerza X img
Capítulo 24 Circo mediático img
Capítulo 25 El guardián img
Capítulo 26 Esparta contra Roma img
Capítulo 27 El retorno de la Bestia img
Capítulo 28 Sin visitas hasta nuevo aviso img
Capítulo 29 ¿Salimos a pasear img
Capítulo 30 En la ribera del rio img
Capítulo 31 ¿No crees en el amor img
Capítulo 32 Fade into you img
Capítulo 33 Un latido a la vez img
Capítulo 34 Dulce o truco img
Capítulo 35 Making Halloween img
Capítulo 36 BBQ img
Capítulo 37 Una propuesta img
Capítulo 38 Party img
Capítulo 39 Hechizado img
Capítulo 40 The Monster img
Capítulo 41 Cueva img
Capítulo 42 ¡No seguirás sus pasos! img
Capítulo 43 Un regalo para Sophia img
Capítulo 44 Noche de brujas img
Capítulo 45 Trick or treat img
Capítulo 46 ¿Acaso soy una burla img
Capítulo 47 Carrusel img
Capítulo 48 Los consejos de un viejo oso img
Capítulo 49 Linger img
Capítulo 50 La imagen lo es todo img
Capítulo 51 Team beast img
Capítulo 52 Presión social img
Capítulo 53 Eres una inspiración img
Capítulo 54 Enseñando nuevas cosas img
Capítulo 55 Tocata y fuga img
Capítulo 56 Con amigos así, para qué quiero enemigos img
Capítulo 57 Recién casados img
Capítulo 58 Hongi (Try) img
Capítulo 59 Luz de velas img
Capítulo 60 Falta de profesionalidad img
Capítulo 61 Como Romeo y Julieta img
Capítulo 62 Las primas img
Capítulo 63 Una pelota de rugby img
Capítulo 64 Sabia es mamá img
Capítulo 65 Breakin' da ice img
Capítulo 66 Tres golpes img
Capítulo 67 Si tú mejoras, yo mejoro. Pero si caigo, te arrastro conmigo img
Capítulo 68 El Gran Hermano img
Capítulo 69 Plan de acción img
Capítulo 70 ¡Ya no te soporto! img
Capítulo 71 Happy Christmas img
Capítulo 72 So this is Christmas img
Capítulo 73 La época más maravillosa del año img
Capítulo 74 Under the mistletoe img
Capítulo 75 Etapa de pruebas img
Capítulo 76 Gabriel is back img
Capítulo 77 A las pruebas me remito img
Capítulo 78 Amistad, deporte y compañerismo img
Capítulo 79 Un video vale más que mil palabras img
Capítulo 80 Ecos de la verdad img
Capítulo 81 Cuarto Intermedio img
Capítulo 82 The riverbend img
Capítulo 83 La declaración de Sophia img
Capítulo 84 En el ojo de la tormenta img
Capítulo 85 Las palabras de mamá img
Capítulo 86 Thomas img
Capítulo 87 ¿Quién podría amar a una bestia img
Capítulo 88 El martillo del juez img
Capítulo 89 Una nueva primera cita img
Capítulo 90 ¿Quién es mi novia img
Capítulo 91 Sombras del pasado img
Capítulo 92 Paciencia img
Capítulo 93 Mi coartada img
Capítulo 94 La opinión de mi hijo img
Capítulo 95 Xavi img
Capítulo 96 Bienvenida a la familia img
Capítulo 97 Mi mamá img
Capítulo 98 Parte de su vida img
Capítulo 99 La natural preocupación de una abuela img
Capítulo 100 La semilla de la duda img
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Capítulo 4 Un colibrí en la ventana

Para cuando Sophia regresó a su casa, ya casi atardecía. Con las ventanas abiertas de par en par, disfrutando de la cálida brisa de primavera, lavaba a conciencia la lonchera donde había llevado sus sándwiches. Escuchó el ya muy conocido chirrido del colibrí y levantó la vista para ver cómo volaba de lado a lado en su ventana. Así como llegó, se fue. Pero una nueva visión le alegró la vista. Vio estacionarse el auto de su padre, afuera en la calle de tierra. Cerró el paso de agua del lavabo y se secó las manos rápidamente.

Afuera, Rex le ladraba al recién llegado, moviendo la cola de lado a lado y tratando de no perder el equilibrio con sus tres patas.

Mientras su padre y su madre descendían del vehículo, Sophia salió a recibirlos.

-¡Hola! -los saludó felizmente de verlos. Aunque ellos sabían que los domingos casi no estaba en casa, y que los veía al menos dos veces por semana, siempre era muy grato tenerlos allí.

-Hola, hijita. Perdón por llegar sin avisarte -dijo su madre, acercándose a ella para abrazarla una vez que Sophia les abrió la tranquera de madera para que pudieran pasar.

-No pasa nada. Me imaginé que venían -le confesó la mujer. Su padre la miró extrañado.

-¿Cómo sabías? -quiso saber.

-Me lo contó un colibrí -fue toda la respuesta que Sophia les dio.

Una vez dentro de la casa, Sophia les ofreció alguna infusión a sus padres. Mientras su padre tomaba un delicioso café, su madre se contentó con una taza de té de frutos rojos, pero no rechazó la invitación de su hija a comer algo de la pastelería que sus propias manos habían horneado. Así que mientras las tazas subían y bajaban, y los pedazos de torta eran saboreados, la familia se puso al día.

-Sigo diciendo que te mudaste muy lejos, hija -repitió su padre luego de tragar el pedazo de torta que estaba masticando-. Y veo que casi no usas el automóvil que te compraste.

-No lo necesito para los lugares a los que voy, papá. Además, me paso todo el día sentada, escribiendo. Entenderás que algo de ejercicio tengo que hacer. -Sophia le respondió a su padre con la misma calma con la que había tratado a Gabriel hacía unas horas atrás-. Más que suficiente usarlo en los días de lluvia o mucho frío, pero ahora que está empezando a hacer más calor, veo innecesario usar el auto. A menos que haga demasiado calor. Y de paso ahorro en combustible.

-No tendrías ese problema si vivieras más cerca de la ciudad -observó su padre.

-Lo sé, pero yo soy feliz aquí. Cada mañana es única, y me hace sentir viva. Cosa que no me sentía cuando vivía en la ciudad.

El silencio se apoderó de los allí presentes, siendo roto por el sorbido de las infusiones y el canto de los pájaros.

-Varias veces los invité a venir a dormir, al menos una noche, para que se despierten llenos de energía, pero siempre me dicen que no -les recordó Sophia.

Su madre iba a responder, pero su padre la interrumpió.

-Entenderás que tengo mucho trabajo, hija. No puedo llevar adelantes los juicios yo sólo. Antes cuando me ayudabas era todo mucho más fácil. ¿Para qué terminaste la carrera de abogacía si no la ejerces?

-Ya hablamos del tema, papá. Me gusta la libertad que me da la escritura.

-Serías más libre con un buen pasar económico.

-¿Acaso me ves pasando hambre?

-No, pero...

-Entiendo que te preocupes por mí. Pero soy feliz con mi vida así tal y cómo está: Leyendo y escribiendo.

-¿Cómo te fue con el caso de este muchacho con mala conducta? -fue la madre de Sophia quien desvió el tema de la conversación. Su esposo la miró y suspiró.

-Pues... Muy mal la verdad. No es la primera vez que tiene una conducta así, tan poco profesional. Yo entiendo todos los problemas por los que pasa, pero eso no le da permiso a que vaya por la vida golpeando a los demás.

-¿De qué hablas, papá? -quiso saber Sophia.

-Tengo un cliente que ya tuvo varios problemas de conducta y de agresividad. Su actitud es muy poco profesional y deja mucho que desear. Y tras el último problema que tuvo el juez fue muy claro con él: Tiene que cumplir una condena de servicio comunitario por todo un año o irá a la cárcel por agresión y lesiones. Es su última oportunidad. El problema es que ya todo el mundo conoce su carácter y su forma de ser, y no encuentro una organización o fundación que lo quiera recibir por todo un año. En resumen, mi cliente irá a la cárcel.

Sophia suspiró. Entendió la gravedad de la situación, especialmente para el prestigio de su padre.

-Yo me ofrezco -le dijo muy segura de sí misma. Sus padres la miraron impresionados.

-¿Qué? -repitió su madre.

-Yo me ofrezco para que cumpla su servicio comunitario. Sabes que soy la administradora de mi grupo de lectura comunitaria, y yo manejo a todo el personal que se acepta o se rechaza. Me imagino que el juez no especificó en qué tenía que consistir su servicio comunitario, ¿no? Bueno, en ese caso tu cliente ya tiene cómo cumplir su condena social. Y si hay una orden de un juez de por medio, la presidenta del grupo no podrá ponerme ni un pero.

-Pero, hija. Tú no lo conoces... Tiene un carácter terrible, y prácticamente no se puede dialogar con él. Si yo siendo su abogado tengo problemas para que me entienda cuando le digo lo que tiene que hacer, no me quiero imaginar como reaccionaría con alguien como tú.

-Yo sé lo que hago. Tú déjamelo a mí, ¿sí? No te olvides que también soy abogada.

Sus padres se miraron, intentando encontrar las palabras para lo que acababan de oír.

-Entonces, ¿cómo sería todo esto? -insistió Sophia. Su padre dejó salir un suspiro y respondió.

-Tienes que ir mañana, a las cuatro de la tarde, al Club Los Espartanos -respondió su padre. Sophia lo miró sin entender.

-¿Los Espartanos? ¿No es acaso...?

-Sí. El Club de Rugby que está aquí cerca -terminó su padre.

            
            

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