La cicatriz del sol
img img La cicatriz del sol img Capítulo 2 Mi débil corazón
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Capítulo 6 Un perdón silencioso img
Capítulo 7 Bajo el incandescente sol img
Capítulo 8 Con la luna de compañía img
Capítulo 9 El camino hacia el reino de los lobos img
Capítulo 10 El bullicio del reino de los lobos img
Capítulo 11 El espacioso lugar img
Capítulo 12 La princesa escondida img
Capítulo 13 Ella también es una prisionera img
Capítulo 14 Gélida mirada img
Capítulo 15 Días temerosos y una confesión img
Capítulo 16 La celebración img
Capítulo 17 Conversación después de la media noche img
Capítulo 18 El misterioso ser img
Capítulo 19 El segundo beso img
Capítulo 20 Lo que podríamos llamar valentía img
Capítulo 21 El silencio y la aceptación img
Capítulo 22 Estaré junto a usted img
Capítulo 23 Al atardecer img
Capítulo 24 Primera cena en el gran salón img
Capítulo 25 Dudas img
Capítulo 26 Bella ante mis ojos img
Capítulo 27 Curiosos amigos img
Capítulo 28 Entre flores y una jovial presencia img
Capítulo 29 Noche inquietante img
Capítulo 30 Entre telas y miradas frías img
Capítulo 31 Visita al pueblo img
Capítulo 32 Una carta con aroma a flores img
Capítulo 33 Charla con un inocente ser img
Capítulo 34 Una historia intrigante img
Capítulo 35 Días en silencio img
Capítulo 36 Ojos culposos img
Capítulo 37 Toque lejano en una cena estremecedora img
Capítulo 38 Una despedida entre lágrimas silenciosas img
Capítulo 39 Nuevamente img
Capítulo 40 Una rosa blanca, un inexplicable deseo img
Capítulo 41 Sonríe, sonríe princesa img
Capítulo 42 Calidez y un beso img
Capítulo 43 Antes img
Capítulo 44 Camino hacia el gran salón img
Capítulo 45 Una suave melodía img
Capítulo 46 Rojo como la sangre img
Capítulo 47 Opaco img
Capítulo 48 Algo los une img
Capítulo 49 Gustavo de cabellos negros img
Capítulo 50 Jason img
Capítulo 51 El ser que perdió parte de su alma img
Capítulo 52 Entre tus brazos y el brillo de tus ojos img
Capítulo 53 Naciendo de la inocencia img
Capítulo 54 Refugiados en el silencio img
Capítulo 55 Reconfortante img
Capítulo 56 Débilmente ante tus bellos ojos img
Capítulo 57 La otra mitad img
Capítulo 58 En la oscuridad img
Capítulo 59 Quiero estar entre sus brazos img
Capítulo 60 Sonrojos img
Capítulo 61 Un nuevo amigo img
Capítulo 62 Nuevo ser de ojos tristones img
Capítulo 63 Estremecedor img
Capítulo 64 Toques y un llanto img
Capítulo 65 Un suspiro img
Capítulo 66 Parte de la historia img
Capítulo 67 El envió y la valentía img
Capítulo 68 El sueño y el cántico img
Capítulo 69 Visita en la mañana donde el miedo renacía img
Capítulo 70 La carta img
Capítulo 71 El primer beso de dos almas inocentes img
Capítulo 72 Largos días temiendo de nuevo a la oscuridad img
Capítulo 73 La desgarradora noticia img
Capítulo 74 El final de la historia img
Capítulo 75 El adiós bajo un día soleado img
Capítulo 76 El perdón entre letras negras img
Capítulo 77 Se desata lo desconocido img
Capítulo 78 Miedo y dolor img
Capítulo 79 Nuestro pequeño mundo img
Capítulo 80 Entristecida llegada img
Capítulo 81 Silencioso dolor img
Capítulo 82 Lo que no debo callar img
Capítulo 83 La confesión entre el dolor img
Capítulo 84 Los días premurosos y tristes tras la derrota img
Capítulo 85 Alanna img
Capítulo 86 Los últimos suspiros img
Capítulo 87 Ese amor img
Capítulo 88 Vuelve a brillar img
Capítulo 89 Un te amo img
Capítulo 90 Epílogo img
Capítulo 91 Extra (Naidaly y Gustavo) img
Capítulo 92 Extra (Sol y Caleb) img
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Capítulo 2 Mi débil corazón

Y nuevamente como cada tarde me perdí en mis sueños.

Imposibles y lejanos.

Esta vez corría por los jardines mientras mis cabellos se movían al compás de mis movimientos, sonreía y el aire fresco rozaba mi piel. Por un momento mis labios formaron una sonrisa hasta que al abrir mis ojos caí en la realidad amarga de mi vida.

Solo estaba soñando.

-Sol. -la suave voz de mi nana resonó en mi alcoba, gire mi rostro para observarla. Ella yacía frente a mí de pie y con una sonrisa en sus labios- ¿Cómo amaneciste hoy?

-Bien, -ella asintió, mi doncella ingreso al lugar sosteniendo entre sus manos una bandeja plateada. Reverencio con una dulce sonrisa- ¿cómo están las cosas?

Mi nana soltó un suspiro y sabía que pronto recriminaría a mi padre.

-Todo bien, doncellas decorando y limpiando cada centímetro de este palacio. Y ya sabes tu padre esta emocionado con todo esto... -bruscamente freno sus palabras arrepentida

Asentí en silencio, dejé de observarla para captar las cortinas blancas.

No se movían porque estaba estrictamente prohibido que aquellas ventanas fueran abiertas, según la fría voz de mi padre si alguien me veía los rumores sobre mi existencia correrían rápidamente por el reino y nadie debía saber que existo.

Antes estas cortinas eran negras, las velas eran la única luz en esta alcoba y el silencio un temeroso tormento. Pero con palabras frías un día ingreso, observo asqueado el lugar y pronuncio:

-Seré bondadoso, solo por eso tendrás cortinas blancas, pero no te atrevas a mirar cerca de ellas o la vergüenza será parte mi vida eternamente -yo aquella tarde asentí nerviosa, no espero ninguna respuesta de parte mía y salió de la alcoba apresurado. Nuevamente encerrándome en la oscuridad

Macarena, mi nana, mi padre y hermanas saben sobre mí. Los demás deben evitarse preguntas y seguir con la duda. Aunque son pocas personas que cuestionan porque mi alcoba se encuentra alejado de los pasillos y de la luz.

Mi vida debía permanecer en secreto, debo permanecer oculta en la oscuridad y soñando que algún día sentiré el sol sobre mi piel, la brisa mover mis cabellos, las aves volar los cielos y el bullicio que, aunque sea tormentoso, sería nuevo y curioso para mí.

-¿Qué piensas mi dulce Sol? -mi nana se acercó a mí, tomo asiento a mi lado y su mano izquierda fue dejando suaves caricias sobre mis cabellos. Eran tan cálidos y reconfortantes

Con algo de melancolía acumulándose en mis ojos respondí.

-Me gustaría oler las flores del jardín, tal vez algún día deje de ser una prisionera -era el anhelo que se quedaba en mi corazón, un anhelo que yo intentaba negar y olvidar, pero era imposible

Pude sentir la mirada de mi doncella sobre mí, tantas veces intento contagiarme de aquella felicidad que consumía su cuerpo y mi ser lo rechazaba.

¿Cómo ser feliz si no soy libre, si vivo oculta?

-Algún día todo esto acabara, puedo hablar con tus hermanas... -negué rápidamente interrumpiéndola

-No, déjalas ser felices. Ellas no deben cargar conmigo

Mi nana solo pudo asentir en silencio.

Las horas fueron pasando y yo seguía con la mirada llena de melancolía. Sostuve entre mis manos el pincel rojizo y la guie por las hojas blancas trazando tal vez el cielo o un misterio ante mis ojos. La pintura azulina se marcaba con fuerza y extrañamente sentí que era el cielo.

Entonces recordé aquel cántico que surgió entre mis sueños.

-Escuche un cántico, nana -la susodicha posó sus bellos ojos en mi figura confundida

-¿Cántico? -cuestiono dejando sobre la mesa el libro que segundos antes leía en silencio

-Sí, un cántico entre mis sueños, -deje de observarla para mirar nuevamente los trazos azulinos sobre la hoja. Mis labios formaron fugazmente una sonrisa- era una voz hermosa y cálida

Me sentí en paz cuando escuché aquella voz susurrar suavemente aquel cántico y mis sueños tormentosos desaparecieron.

Por primera vez sentí que soñar era algo tan pleno y satisfactorio, aunque había algo en aquella voz que me dejaba confundida. La sentía conocida.

-Nana -la llame suavemente posando mis ojos en las cortinas blancas

-Dime, Sol -ella se acercó a mí lentamente, sus movimientos eran suaves y lentos. Cubrió por completo la vista de las tristes cortinas blancas y yo solo pude observarla fijamente

Sabía muy bien el motivo para que hiciera aquello. Ella odiaba que yo viera con tristeza aquel objeto que cubría el paisaje de mi vista y me recordara cada día que yo solo era una prisionera.

Un ser escondido en la oscuridad.

-¿Puedes traerme más pinturas? Por favor -ella asintió segundos después con una sonrisa

Giro sobre sus talones y lentamente se alejó de mí. Salió de la alcoba no sin antes mirar fijamente a mi doncella quien agacho la cabeza sumisa.

Esa era una advertencia, pero Macarena era alguien que no podía ocultar su alegría, aunque existiera en este mundo cruel.

Ella pronto se acercó colocándose de rodillas a un lado de la inmensa cama, su completa atención estaba dirigida a mí y sabía que ahora anhelaba decir algo. Solo asentí en silencio sin observarla.

-Su hermana mayor me pidió que hiciera algo para usted -confundida observe a Macarena

-¿Qué cosa? -ella sonrió aún más y se puso de pie rápidamente. De su mandil blanco saco un sobre de color verdoso, el sello real se posaba ahí sobre el color carmesí de la tinta y a un lado la inicial de Guadalupe

Mis manos temblaron cuando ella lo acerco delicadamente hasta mí esperando que yo lo tomara.

Mi corazón estaba perplejo, mis labios temblando y un nudo formándose en mi garganta.

Guadalupe escribía bellos poemas, mi padre aplaudía ante el arte de mi hermana y yo me escondía en la vergüenza al saber que él nunca me miraría así. Con un brillo especial en sus ojos.

La había visto pocas veces y en todas ella siempre se culpaba de mi desgracia.

Pero ¿por qué ahora escribía aquella carta?

Temerosa tome entre mis manos el sobre blanco, el toque frío sacudió mi piel y un aroma conocido se impregnaba en las hojas. Solo pude, bajo la atenta mirada de Macarena, abrir el sobre dejando al descubierto una hoja blanca perfectamente doblada.

Delicadamente desdoble aquel papel y mis ojos captaron la bella letra de Guadalupe. En silencio leí lo que ella plasmo.

"Sol.

Lamento no poder estar junto a ti cuando tengas miedo de tus propios sueños o solo sea la mirada de nuestro padre quien cause aquel temor.

Yo también tengo miedo, miedo porque te miento y soy débil.

Lamento no cuidarte hermana mía, lamento que nuestro padre sea tan cruel contigo y tus ojos no vean nuestro bello jardín trasero.

Sé que algún día todo eso cambiara y yo me encargare de aquello.

Cuando mi boda sea dada prometo sacarte de aquel lúgubre lugar, lo prometo.

Por favor no llores ni dejes que nuestro padre apague tu luz.

Nuestra madre decía que tu poseerías una sonrisa especial, traerías felicidad en los momentos difíciles y tu energía nos mantendría a salvo.

Te amo hermana.

Guadalupe Wilor"

Y en segundos lloraba en silencio con un extraño presentimiento instalándose en mi corazón.

            
            

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