Capítulo 4 No.4

El punto de vista de Jayden

La música fuerte resuena en mis oídos en el momento en que entro al club.

La última vez que vine aquí fue mucho antes de que Helena muriera. Suelo frecuentar este lugar solo para divertirme con mis amigos y con nuevos socios comerciales y clientes. Aquí es donde venimos a relajarnos después de días de duro trabajo.

Pero dejé de venir, como dejé de todo lo que me interesaba desde que murió Helena.

Dejé de ser amiga de casi todos los chicos que formaban parte del Club de los Multimillonarios y del Club de Miembros Privados. Los alejé a todos, pero Gabriel no se movió.

Al regresar aquí después de varios años de ausencia, una ola de nostalgia me golpea fuerte al recordar todo lo que compartimos en este mismo club con diferentes hombres de negocios que han venido de diferentes orígenes con un único objetivo; el éxito.

Me encanta ser parte del club por su sed de más riqueza, poder y más éxito. Todos queríamos seguir encabezando la lista de miembros multimillonarios de Nueva York.

Dejo escapar un suspiro y miro hacia abajo por un rato, preguntándome por qué el pensamiento de Helena ha regresado ahora.

Exhalando profundamente, miro hacia arriba mientras me adentro más en el club, buscando a Gabriel. Habíamos planeado encontrarnos con ella para que él me encuentre una chica con quien hablar sobre el contrato y las condiciones.

Sólo espero que todo salga bien y no tener que lidiar con ninguna perra.

Recuerdo el rechazo de Isabella y, para ser sincera, me dolió un poco. Estuve tentada de despedirla, pero no puedo pasar por el proceso de buscar otra asistente personal con esta carga de trabajo tan pesada. Además, Isabella es muy trabajadora y es buena en lo que hace.

Ella hubiera sido la mejor chica para el trabajo, pero no quiero volverme paranoico. Buscaré a otra chica que haga el trabajo por mí y después de un año, eso será todo.

Veo a Gabriel en la misma sección VIP en la que solíamos sentarnos y discutir antes de subir las escaleras, donde los miembros de los Miembros Privados se reúnen, discuten, se divierten, juegan y se van a casa con las damas para calentar sus camas.

Yo no era del tipo de persona que se iba a casa con una mujer porque Helen siempre estaba en casa esperando a que yo volviera. Ella es antisocial y odia que yo asista a la reunión todos los fines de semana.

La mayoría de los miembros de nuestro club son miembros de la mafia y por eso odiaba la idea de ir conmigo o incluso conocer a alguno de ellos.

Suspiro mientras me acerco a la mesa de Gabriel. Noto que hay dos mujeres a su lado, riendo y bebiendo con él.

Reconozco a la primera mujer como su esposa, Sabrina, pero la otra mujer no es alguien que conozca.

Gabriel mira hacia arriba y sonríe de felicidad. Me saluda con la mano, lo que hace que las chicas se den vuelta para verme de cerca.

Camino más rápido, ignorando la irritación en mi estómago por la gran multitud y la música fuerte.

Quiero terminar con todo esto y salir de aquí.

Gabriel se levanta para estrecharme la mano y nos abrazamos brevemente.

Le hago un gesto con la cabeza a su esposa y a la otra dama a modo de saludo antes de sentarme frente a ellas.

-Llegaste tarde -grita Grabriel para que le escuchen por encima de la música fuerte.

Asiento y le dedico una sonrisa de disculpa.

Señala a la chica que está al lado de Sabrina y que me observa de pies a cabeza, examinando mi aspecto y dirigiéndome una sonrisa seductora. "Ella es Eunice, la amiga de Sabrina. Está interesada en tu oferta".

¿En serio? Arqueo las cejas, sorprendida de que Gabriel se haya puesto a trabajar tan rápido.

Nunca pensé que él encontraría a alguien para mí antes de llegar, estaba pensando que nos sentaríamos juntos y buscaríamos a alguien de interés entre las damas del club.

-¿Le has dicho las condiciones? -digo lo suficientemente alto para que me oiga.

Por suerte, la música cambia a una más suave y respiro aliviada. Ya no tengo que gritar.

Ya estoy bastante agotada y me encantaría volver a casa, darme un baño y acostarme.

Gabriel se encoge de hombros. "Puedes hacerlo ahora".

Me enfrento a la señora que mueve su cuerpo lentamente al ritmo de la música. "El matrimonio durará solo un año, ¿espero que lo sepas?"

Ella parece sorprendida pero asiente de todos modos.

Me inclino hacia delante para que ella pueda escuchar las condiciones con atención. "No habrá sexo ni..."

"¿Qué?", exclama en voz alta antes de reír. "¿Sin sexo? ¿Cómo es posible si estamos casados?"

Ese es el problema. Necesito a alguien que comprenda y no a alguien que esté dispuesto a ir en contra de mis condiciones o a interrogarme sobre por qué quiero esto.

Esto es lo que quiero, ¿no está suficientemente claro?

-Eso es lo que quiero -le respondo con los dientes apretados mientras ella me mira con los ojos muy abiertos-. Sin compromisos.

Ella se vuelve hacia su amiga en busca de una explicación y yo me pregunto qué le habrán dicho.

Gabriel está en silencio.

-Gabriel, no me dijiste que vine aquí para esto. ¿Cómo puedo estar casada con un hombre tan sexy y ardiente como este y no tener sexo? ¿Es impotente? -dice en voz alta, señalándome y mirándome con asombro.

Cierro los ojos con fuerza.

Sabrina y Gabriel comienzan a reír como dos adolescentes locos y la ira me recorre el cuerpo.

¿Qué demonios es esto? ¿De dónde sacó a esta estúpida mujer?

-Que no quiera que tengamos sexo no significa que no tenga hombría -la miro con dureza.

No sé por qué me defiendo. Me veo estúpido ahora mismo.

"¿En serio? Entonces tengamos sexo ahora mismo", sugiere.

"¡¿Qué?!"

¿Esta chica está loca? ¿Qué clase de puta de clase alta es esta? No quiero una mujer que ande por ahí cogiéndose a todos los hombres que se le crucen en el camino solo porque estamos casados y no tenemos sexo. Definitivamente, este no es el tipo de mujer que quiero.

Sabrina sigue riendo mientras Gabriel intenta con todas sus fuerzas contener la risa.

¡Esto es una mierda!

Me levanto bruscamente y echo una última mirada a la pareja antes de desviar mi mirada hacia la dama cuyo escote está a la vista en un intento de seducirme.

Incluso si quiero conformarme con esta señora, ella me va a seducir para hacer lo que no quiero.

No quiero volver a tener sexo con ninguna mujer. Helena es mi mujer y le seré fiel incluso en la muerte. Esto se debe a lo que le hice al engañarla cuando estaba viva. No fue mi intención engañarla, pero lo hice.

Ella se enteró y tuvimos una gran pelea, además de su deseo de que yo dejara el negocio de la mafia en el que estoy involucrado. Le dije que no y ella me dio una bofetada y luego salió corriendo.

Nunca supe que no la volvería a ver hasta que recibí la noticia de que mi mujer y mi hijo habían muerto.

¿Cómo puedo volver a tener relaciones sexuales sabiendo perfectamente que engañarla fue lo que la llevó a la muerte?

Me doy vuelta bruscamente y comienzo a alejarme de ellos, ignorando el grito de Grabriel para que regrese.

Ya no necesito su ayuda. A partir de ahora, haré esto a mi manera. Encontraré a la mujer que quiero en tan solo un año, por mi cuenta.

Pedirle ayuda a él y a su loca esposa fue una mala idea.

De repente, alguien choca contra mí, lo que me hace detenerme y agarrarla antes de que caiga al suelo.

Me siento como un héroe cuando la agarro, evitando que se caiga por mi culpa, pero cuando veo su rostro, la dejo caer rápidamente en estado de shock.

-¿Isabella? -la llamo con el ceño fruncido-. ¡¿Qué demonios estás haciendo aquí?!