Tesoro de CEO
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Capítulo 7 Capítulo 7

Clarissa sintió que le cayó un balde de agua fría.

"¿Qué? ¿Nosotros? Eso es... ¡imposible! ¡Estaba borracha anoche, así que este documento no tiene validez!"

"Anoche te morías por acostarte conmigo y lo firmaste sin ninguna excusa. Ahora que ya te cumplí el deseo, ¿no quieres admitirlo?", preguntó Anderson en tono de burla.

Clarissa se quedó estupefacta.

"¡Jajaja!", Anderson continuó burlándose.

Después de varios segundos de silencio, Clarissa dijo: "Tú también quisiste acostarte conmigo. ¿Cómo puedes culparme de todo?".

Ella pensó: "Soy mujer. Si él no estaba de acuerdo, no pude haberlo obligado".

Inesperadamente, en el segundo siguiente, Anderson se desabrochó dos botones de la camisa y dijo: "Sabía que no lo admitirías, así que guardé la evidencia".

Debajo de sus delicadas clavículas, había varios chupones y rasguños, que dejaban en evidencia lo tórrido que fue su s*xo anoche.

Clarissa quiso cavar un hoyo para esconderse. Sintió que la cara se le cayó de vergüenza. En este momento, finalmente recordó lo apasionada que estaba anoche. Su rostro se volvió tan rojo como un tomate.

"¡Lo siento! En realidad, no quise decir eso. ¿Qué te parece si te doy dinero? Pero por favor, anula este certificado".

Mirándola con ojos fríos, Anderson respondió: "¿Dinero? ¡No hay problema! David".

"Sí", asintió David. Enseguida, caminó hacia adelante sosteniendo un iPad. Abrió un sitio web y se lo mostró a Clarissa.

"Señorita Chapman, esta es la nueva lista Forbes de multimillonarias solteras. Según el último reporte, una mujer está dispuesta a pagar 30 mil millones de dólares para acostarse con el Sr. Jordan".

Clarissa no podía creerlo. Miró la foto de Anderson en el iPad. Se veía noble y arrogante. Sus agudos ojos parecían mirarla con extrema frialdad a través de la pantalla.

"¿Quieres decir que tengo que pagar 30 mil millones de dólares si opto por darle dinero?", preguntó ella después de tragar saliva.

"Así es".

Sintiéndose un poco chantajeada, Clarissa lo miró con desconfianza.

Cuanto más lo miraba, más familiar se sentía. De repente, sus pensamientos parecieron esclarecerse. Miró el nombre en el iPad y el certificado de matrimonio y finalmente recordó quién era este hombre.

"¡Qué c*rajo!", pensó. Estaba tan sorprendida que casi saltó de la silla.

Era el heredero de la familia Jordan y el CEO de Jordan Group. Siempre aparecía en la lista de Forbes, por lo que no era de extrañar que le haya parecido familiar. Según los rumores, su riqueza era comparable a la de un país, y sus antecedentes eran misteriosos.

Fundó Energence International Crop hace unos años y, sorprendentemente, se había convertido en la empresa de entretenimiento más grande del país en dos años.

Pensando en esto, Clarissa pareció quedarse sin aliento.

Hace tres minutos, pensó que 30 mil millones de dólares era demasiado dinero, pero ahora que sabía su identidad, tuvo que admitir que realmente valía ese precio.

"Bueno... ¿puedo compensarte de otra manera?", preguntó con voz temblorosa.

"¿Cómo?", preguntó Anderson con ojos fríos y con las cejas ligeramente levantadas.

"Bueno, en realidad... jamás podría conseguir treinta mil millones de dólares...".

"No tienes otra opción, ¿verdad?", dijo él con inquietud. Luego, miró a David.

Inmediatamente, David guardó los documentos en la mesa y se fue respetuosamente.

Clarissa abrió la boca y quiso decir algo, pero cuando vio los ojos sombríos de Anderson, se quedó en shock.

"Tienes tres días para arreglar tus asuntos pendientes del pasado. Después de ese tiempo, enviaré a alguien a buscarte. De ahora en adelante, esta es tu casa", dijo Anderson con frialdad.

Aunque quiso refutarlo, Clarissa sabía que sería inútil, así que solo le preguntó: "¿Puedes darme unos días más?"

"¡Jaja!", se burló Anderson.

Clarissa se quedó sin palabras.

......

Cuando la joven salió de Estdal Manor, David la estaba esperando en la entrada.

David abrió la puerta del Maserati plateado estacionado en el patio y dijo respetuosamente: "Señorita Chapman, la enviaré de regreso".

"Gracias, pero puedo tomar un taxi", contestó Clarissa con una sonrisa avergonzada.

"Es una orden del Sr. Jordan".

La sonrisa en el rostro de la mujer se congeló. Bajó la cabeza y subió al auto.

Clarissa vivía en un departamento en el centro de la ciudad. Aunque solo tenía un dormitorio y una sala de estar, era suficiente espacio para que pudiera vivir cómodamente. Además, el transporte era bastante conveniente.

Al entrar, se tiró en el sofá y se limitó a pensar tanto. Al fin y al cabo, habían sucedido demasiadas cosas desde anoche y solo le quedaba confiar en su instinto para enfrentarlas.

Después de un tiempo, se sintió más relajada. Entonces, tomó la computadora que estaba sobre la mesa, la encendió e investigó a Anderson.

Al encontrarse con demasiada información, su corazón aceleró con fuerza. ¡Él era un hombre tan pudiente y extraordinario que nadie podía darse el lujo de ofenderlo! ¡Su fortuna era mucho mayor de lo que ella creía!

Al ver todo esto, a Clarissa le pareció realmente absurdo que un hombre así quisiera casarse con ella. Sin embargo, pensándolo bien, no tenía por qué temer. Al final de cuentas, ella era pobre, así que, incluso si Anderson estaba tramando algún plan, no tenía nada que perder.

Es más, era muy probable que durante los próximos tres días se arrepintiera de lo que dijo y no vuelva a aparecer en su vida.

"Tiempo al tiempo", pensó Clarisa. Al instante, todas sus preocupaciones se despejaron.

Era sábado, así que no tenía que ir a trabajar. Se cambió de ropa y se fue a su tienda.

Dado que su tienda estaba ubicada en el centro de la ciudad, apenas le tomó cinco minutos para llegar. De hecho, ni siquiera necesitaba conducir.

Era un pequeño puesto que alquiló hace dos años. Ofrecía todo tipo de productos eróticos para adultos.

Por cuestiones de tiempo, tuvo que contratar a una dependienta cuando abrió el negocio. Solo venía a echar un vistazo en su tiempo libre.

Sin embargo, la dependienta pidió permiso hace dos días, por lo que tenía que encargarse ella misma.

Aunque Elliot siempre había menospreciado este oficio, ella nunca se sintió inferior a los demás. Después de todo, era un trabajo digno y honrado como cualquier otro. Además, aunque a veces era algo incómodo, le dejaba muy buenas ganancias. De hecho, gracias a eso, compró su propia casa y tenía buenos ahorros.

Dado que no tenía el amor de su familia, intentaba buscar refugio en el dinero. Ahora que había terminado con Elliot, temía no poder seguir trabajando en el Grupo Duncan, por lo que necesitaba asegurarse buscando otro trabajo.

Pensando en esto, sacó su celular e hizo una llamada.

            
            

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