El chófer la vio a través del retrovisor, entrecerró los ojos y luego centró su vista en ella, diciendo:
-Había recién sacado del banco unos ahorros, por eso los llevaba conmigo.
-¡No seas insensata! -dijo Amanda, susurrando-. Le acaban de quitar todo su dinero y aún nosotras conservamos el nuestro.
-Chicas, lo siento, pero tendré que tomar otra ruta. Si sigo por esta, encontraré policías de tránsito que me multarán por el vidrio roto.
-¿Qué? ¿Pero esa otra ruta cuál es? -preguntó Sandra.
-Es la carretera vieja, donde no hay policías de tránsito. Además, por allí llegaremos más rápido.
-Pero podemos decir que la acaban de romper ladrones...
Amanda sujetó del hombro a Sandra.
-Estamos en la ciudad, aquí no existen excusas.
-Como sabrán, a esta hora no hay quién arregle mi vidrio, además de que no tengo un solo euro.
-Las multas son mucho dinero. Tampoco podemos devolvernos porque también hay policías atrás. Eso sin mencionar que no soy el dueño del auto.
Sandra y Amanda se vieron el rostro, un poco preocupadas, pero terminaron accediendo.
A las 11 p. m. el carro seguía rodando y la carretera no parecía acabarse. Ya no era solo Sandra la que sospechaba del chófer, sino también Amanda, pues él dijo que sería más corto por esta ruta, por lo que ya deberíamos haber llegado hace rato.
-¿Falta mucho para llegar? -preguntó Amanda al chófer.
Él no respondió, sino que guardó silencio.
-Oiga, ¿me escuchó? -insistió.
Recibió la misma respuesta.
Amanda sacó su teléfono y comenzó a buscar su ubicación en el GPS, pero se encontró con algo que la puso un poco nerviosa.
"No hay señal en el GPS", decía su teléfono.
No quería asustar a Sandra, así que cuando ella la miró para preguntarle dónde estaban, solo le sonrió.
-¡Espera un momento!
Prosiguió a llamar al número de un conocido y, tal cual como ella esperaba:
-¡Lo siento! Pero no hay señal para que te puedas comunicar -dijo la operadora.
Sandra, al igual que Amanda, sacó el teléfono. Ella rápidamente se fijó en la barra de señal, que decía "sin señal".
Le devolvió la mirada a Amanda y esta ya la tenía puesta en ella.
Ambas comenzaron a ponerse nerviosas. Sandra no sabía qué hacer. Sin embargo, aunque Amanda tampoco tenía muchas opciones, logró calmar un poco su mente.
Luego buscó en su bolso gas pimienta y una tijera. Se quedó con la tijera y pasó el gas por debajo del asiento, sutilmente, a su hermana.
Ese movimiento hizo que el miedo se apoderara de Sandra, haciendo que su respiración se volviera muy intranquila.
Su hermana mayor lo notó y colocó su mano encima de la de ella, también temblorosa, pero aun así la tranquilizó un poco.
El chófer dio una curva a un lugar mucho más desierto. Ya no era una carretera, sino casas abandonadas.
"¿Hacia dónde nos lleva?", se preguntaba Sandra, temblando, mientras Amanda decidía si atacaba de una vez al chófer con la tijera al cuello antes de que intentara algo o si solo se estaba adelantando a los hechos.
"¿Cómo puedo saber si no habla en esta situación?"
El auto frenó, algo que las intranquilizó aún más.
Algo que no calcularon fue que el chófer se bajó, cerró la puerta y caminó hacia una de esas casas. Sandra intentó abrir la puerta, al igual que Amanda, pero todas estaban con seguro. Solo quedaba un lugar por donde salir: la ventana rota, pero si intentaban salir por allí, terminarían con múltiples cortes.
Al ver nuevamente al sujeto, Amanda dijo:
-Solo está orinando.
"Por alguna razón, no quiere hablar. Puede ser que solo esté molesto por el robo", pensó.
-Esto es muy raro. Creo que no debimos venir con él a este lugar abandonado -respondió Sandra y luego se recogió su cabello rubio oscuro en una cola, preparándose para cualquier posible situación.
El chófer regresó en silencio, se metió en el auto y siguió manejando. Parecía muy tranquilo, como si todo fuera normal, haciendo que cada vez Sandra y Amanda sintieran que tal vez solo era paranoia.
Minutos después, ya no se veían casas abandonadas, sino casas arregladas. Luego pasaron por una plaza y, poco a poco, comenzaron a aparecer estructuras de una ciudad.
Los corazones de estas hermosas chicas empezaron a calmarse. Parecía que se habían adelantado a los hechos.
Ya estaban bastante tranquilas. Después de que el sujeto pasó por varias plazas vacías, comenzaron a ver plazas llenas de gente. Esto las calmó aún más.
Ambas se vieron el rostro, sonriendo incrédulas por todo lo que había pasado por su mente.
El auto frenó. Sandra vio su teléfono y dijo:
-Hay señal.
-¡Mmm! Es verdad -dijo Amanda-. Voy a llamar a...
Antes de que completara las palabras, la puerta del lado de Sandra se abrió. Al voltear, un sujeto apareció encapuchado. Era blanco, muy alto y fornido. El Sujeto con fuerza sujeta a Sandra , intentando de bajarla con brusquedad
-¡Deja a mi hermana!
Sandra se resistió gritando. Amanda también sostuvo a Sandra y le clavó la tijera al sujeto en el brazo.
Él le quitó la tijera, pero antes Amanda se la clavó varias veces, hasta hacerle varios agujeros y romperle toda la camisa, revelando así el tatuaje de un fenix. De pronto, otra persona arrastró a Amanda por el lado de su puerta.
Ambas fueron amordazadas allí mismo y metidas en el capó de una camioneta.
Sus ojos también fueron vendados, pero antes de que eso pasara, vieron cómo el chófer simplemente arrancó del lugar, cambiando la placa del auto.
Una de las cosas que desesperó a Sandra fue que en la plaza donde frenó el auto no es que estuviera llena, pero sí había gente. Sin embargo, esas personas apartaban la mirada y otras salían corriendo.
"¿Qué está pasando?"
Sandra no entendía por qué no ayudaban ni pedían ayuda.
Sandra fue vendada de mala manera, así que logró ver que el sujeto que su hermana había apuñalado intentaba ocultar su tatuaje. También pudo observar que el otro sujeto llevaba camisa de manga larga.
-¡Véndala bien! -gritó uno.
Luego, se le colocó una segunda venda a Sandra y la camioneta arrancó, sin los sujetos a bordo.
Eso fue algo que Sandra no pasó por alto. Apenas cerraron el capó, el vehículo arrancó con mucha velocidad.
"Quiere decir que hay varias personas involucradas. Quizás a eso se debía la falta de ayuda. Quizás era un grupo organizado." Pensó sandra