/0/15852/coverbig.jpg?v=55db5c71f4cb8ee101204d5840e3502c)
En un entorno diferente, a las afueras de la ciudad, se encontraba en su hogar la joven Aurora Escalante Palafox, de 22 años, quien estaba concluyendo su desayuno. Al colocar el plato y los cubiertos en el fregadero, se volvió y observó cómo su hermano menor, Thiago de apenas 8 años, descendía corriendo por las escaleras.
-No corras, podrías caerte -le advierte, abriendo los brazos para recibirlo. Ella lo abraza y le besa la frente, mientras lo observa detenidamente y le ajusta el uniforme escolar.
-Sabes que no me agrada que corras de esa manera, ya que podrías lastimarte. -Disculpa, pero quería acercarme a ti, hermana, para entregarte esto.
El niño le entrega una cadena de la cual pende un ángel muy llamativo, con detalles cuidadosamente elaborados. Asombrada, ella se inclina para hacerle una pregunta. -Thiago, ¿de dónde obtuviste esta cadena? ¿A quién se la quitaste?
-Yo se la di -respondió la madre, descendiendo por las escaleras y colocándose frente a él, mientras el niño volvía su rostro hacia su madre-. Mamá, me la dio para que te la regalara por ser tu cumpleaños. No te molestes, hermanita, por favor.
Aurora observa a su madre y suelta un suspiro, esforzándose por no mostrar su descontento. No le agrada que celebren su cumpleaños ni que le regalen obsequios. Sin embargo, al ver a su pequeño hermano y querer evitar que se sienta mal, le dedica una radiante sonrisa de alegría, le da un beso y lo abraza con afecto.
-¡Ay, gracias, hermano! Es muy bonita. Mira, me la voy a poner de inmediato. Vaya, es brillante. ¿De quién fue la idea de comprar este ángel tan bello?
-Mia, yo le pedí a mamá que me llevara a comprarte esa medalla.
-Thiago, me encanta tu regalo. Quiero decirte que es el mejor que me han dado en mi vida, ya que este ángel me protegerá a donde quiera que vaya.
-Así me dijo un señor...
El niño respondió girando la cabeza hacia la puerta al escuchar la llegada del autobús escolar. Corrió rápidamente a tomar su lonchera y su mochila, consciente de que el transporte no esperaría mucho tiempo. Se despidió de su madre y de su hermana, quien, sin embargo, se quedó reflexionando sobre la respuesta que él había dado.
-¿Cuál, señor? Espera un momento...
-Es tarde, hija. El transporte se irá. -Responde la madre mientras se dirige hacia la cocina.
-Tu hermano, ayer por la mañana, se levantó muy agitado y, visiblemente nervioso, corrió a mi habitación pidiéndome que le comprara una cadena. Parece estar muy entusiasmado con ello. -Explica, observando a su hija con mala cara.
-No me veas con esa cara, Aurora; sé que no te gusta que te compre regalos y que celebremos tu cumpleaños, pero...
-Sin embargo, mamá, quiero recordarte que la última vez que celebré esta fecha: yo pasé por un momento difícil, por lo que prefiero no hablar de ello. -Se da la vuelta, cerrando los ojos y, con la mano, toca al ángel. En ese momento, comienzan a rodar lágrimas por sus mejillas. La madre de Aurora se acerca, pero se detiene al observar que su hija la evita. Al voltear la mirada hacia un portarretrato, sacude la cabeza, mientras numerosos recuerdos de su infancia afloran, generándole una sensación de confusión.
-No encuentro grato recordar ese momento; para mí, la celebración y los regalos quedaron atrás. Este obsequio me fue entregado por mi hermano, y en virtud de su procedencia no tengo la intención de rechazarlo. Más bien, lo llevaré conmigo, ya que tengo la sensación de que traerá buena suerte. -Describe con detalle la imagen del ángel que lleva colgado en su pecho.Después, su madre emitió un suspiro y hizo referencia a...
-Está bien, Aurora. Es hora de que te vayas, se te está haciendo tarde para la universidad. -Al finalizar, su hija se sobresalta al darse cuenta de la hora, ya que había quedado en reunirse con su mejor amiga de la preparatoria.
-¡Uy, me he tardado demasiado! Maydale me va a matar si llego tarde -exclamó mientras corría, recogiendo sus cosas.
Se despidió de su madre con un beso en la mejilla y salió de la casa.
La madre, algo sorprendida, recordó el momento en que su hijo había entrado a su habitación, visiblemente agitado, suplicándole que le comprara aquella cadena. Y además, lo llevó directamente a la tienda, donde él mismo la eligió.
-Dios, ¿qué soñaría Thiago para que él actuara así de esa manera? -frunce el ceño, gira su torso y se pone en pie para continuar con sus tareas, mostrando una ligera expresión de desagrado al observar el desorden en el fregadero.
En un lugar distante de la Tierra, donde la paz y la tranquilidad se ven amenazadas por la rebelión de varios ángeles contra la decisión de la junta de ancianos de condenar a ciertos subordinados por sus repetidas transgresiones en contra de otros hermanos, esta insurrección ha desencadenado una división profunda que ha generado caos y daños en el sagrado templo.
A las afueras del templo, Jorge Castro García se muestra inquieto, con las manos entrelazadas detrás de la espalda, reflexionando sobre la situación actual y el temor de que esta podría agravarse con el tiempo. Espera con impaciencia la llegada de su mano derecha, un amigo leal. Minutos después, percibe su presencia y le formula la pregunta de inmediato.
-Te estaba esperando, Helmo. Cuéntame, ¿pudiste realizar lo que te solicité?
-Disculpa la tardanza. Es complicado estar en la Tierra... El ambiente me genera mucha inquietud. Sin embargo, logré cumplir con tu petición, aunque al principio el pequeño no cedía a mi solicitud. Entrar en sus sueños fue una experiencia bastante extraña.
-Sí, lamento haberte enviado a la Tierra por primera vez. No confío en nadie más en esta rebelión y dudo de todos, pero era necesario que lo hicieras... -dijo, girándose mientras soltaba su mano y la colocaba sobre sus hombros.
-Ahora la chica lleva el amuleto consigo.
Helmo, es importante que avances con el siguiente objetivo, ya que el tiempo es limitado. Pronto vendrán por mí y me arrebatarán mis alas; antes de que eso ocurra, prefiero entregarlas a otro ser de corazón puro y bondadoso.
Óyeme, ese nos liberará por completo de esta rebelión; será el encargado de detener todo esto. -Hace referencia a que, al elevar la mirada, escucha los gritos de las mujeres resonar por el templo.
En ese momento, el nuevo gremio de ángeles se manifiesta y, en medio del templo, aparece un ángel ataviado con armadura negra, cuyo rostro presenta marcas y está impregnado de odio. En el lugar donde se encuentra el anciano, su mirada regresa hacia su leal amigo.
-Señor, la cuestión que planteo es quién será el designado para recibir sus alas. No tengo claridad respecto a quién seleccionar, ya que en la tierra existen individuos con intenciones maliciosas.
-Escucha, no tenemos tiempo para elegir. Simplemente ve...-lo empuja, alejándolo.
-Hoy, varios hombres perderán la vida. Estoy seguro de que harás la elección correcta; confío plenamente en tu criterio. Más adelante, la joven también se cruzará en su destino, como ha sido predestinado. Te invito a que actúes con prontitud, ya que Raúl Arce ha llegado y desea apoderarse del reino. No podemos permitirlo. ¡Corre ahora!
El ángel Helmo se desplaza entre las personas que huyen de los ataques violentos de la nueva rebelión. Los gritos resuenan en el templo mientras los ángeles negros asaltan y destruyen todo lo que encuentran a su paso, momento en el cual el ángel negro Raúl levanta la voz.
-Jorge, sé que te encuentras oculto. Sal y enfréntame; tu imperio ha caído y ahora yo soy el amo y dueño de todas estas almas. Me apropiaré de tus alas y llevaré tu cuerpo al monumento sagrado de Licaya. Ríndete de una vez.
Al no obtener respuesta, furioso, derriba una sagrada estatua del templo que cae directamente hacia unos niños que están siendo protegidos por sus madres. Ellas gritan, cerrando los ojos y abrazando a los pequeños.
Cuando de repente la estatua es detenida por una fuerza sorprendente. Es Jorge, quien la sostiene en el aire y grita: -¡Vamos, salgan de aquí, corran...! -indica, apartando la estatua a un lado. Eleva la mirada y observa a Raúl, quien le sonríe mientras levanta una ceja.
Luego, dirige su atención hacia sus dos ángeles oscuros, que le responden con una sonrisa macabra. Y asienten a la orden con un gesto que sugiere un inminente ataque. -Vayan por él ahora... -grita, señalando al anciano, quien rápidamente se dio la vuelta y comenzó a correr entre la multitud, tratando de escapar. Mientras tanto, Inés, conocida como el ángel negro, agitaba sus alas y lo observaba fijamente. A su alrededor, atacaba a otros ángeles, desintegrándolos con su poder de destrucción solo con mover los dedos.