El Guardián de la Sangre Prohibida
img img El Guardián de la Sangre Prohibida img Capítulo 4 Bienvenidos al Caos
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Capítulo 6 Heridas que el tiempo no borra img
Capítulo 7 El Día en que Dejé de Existir img
Capítulo 8 El silencio que deja cicatrices img
Capítulo 9 Entre el Caos y la Tormenta img
Capítulo 10 No hay vuelta atrás img
Capítulo 11 Te he buscado por mucho tiempo img
Capítulo 12 Cuando el Destino Decide img
Capítulo 13 Verdades Ocultas y Desconfianza img
Capítulo 14 Entre Lobos y Humanos img
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Capítulo 4 Bienvenidos al Caos

🦋✨|.Allison Collins.|🦋✨

Cuando llegamos al apartamento de Matthew, el ambiente se volvió tenso al instante. Matthew, con su habitual sarcasmo, nos condujo hacia el interior mientras comentaba: -No se hagan ilusiones -dijo él con una sonrisa torcida, empujando la puerta-. Mi humilde morada no es precisamente el Buckingham Palace.

El comentario sarcástico fue solo un aperitivo. El verdadero golpe vino cuando el interior se desplegó ante mis ojos.

Una mezcla de cajas apiladas, ropa sucia y restos de comida cubría el suelo como una alfombra descuidada. El olor... una mezcla agria de humedad y desperdicios. Me atacó la nariz como un puñetazo invisible, obligándome a dar un paso atrás.

Charlotte me miró, la incredulidad y la risa peleando por espacio en su expresión.

-¿Y ahora qué hacemos? -preguntó, con una mezcla de agobio y resignación, como si todo lo que pudiera salir mal ya hubiera salido peor.

Sentí el peso del día tirando de mis hombros, como si la carga se hubiera duplicado solo por estar allí. Cerré los ojos un segundo, buscando una calma que no llegó.

-Dormir -contesté, soltando el bolso que cayó al suelo con un golpe seco. Dejé escapar un suspiro largo, profundo, como si con él pudiera exhalar toda la fatiga que me aplastaba-. Mañana veremos cómo arreglamos este desastre.

Me giré hacia Matthew. Él seguía de pie, las manos en los bolsillos, esa media sonrisa clavada en la cara como un sello de despreocupación.

Matthew, por favor... -le dije, esbozando una sonrisa que esperaba fuera más divertida que exasperada - ¿Cuándo piensas cambiar, eh?

Él encogió los hombros, despreocupado como siempre, como si el caos a nuestro alrededor no fuera una responsabilidad, sino una especie de paisaje que él solo visitaba.

-Lo siento, hermanita -dijo, sin una pizca de verdadero remordimiento-. Supongo que no nací para esto de la limpieza.

--Ya nos dimos cuenta.

Señaló la única puerta cerrada.

-Pueden dormir en mi cuarto. El sofá es todo mío.

Charlotte y yo intercambiamos una mirada de resignación antes de entrar a su habitación, que no estaba en mejores condiciones que el resto del apartamento Charlotte soltó una carcajada que no pude evitar contagiarme. Sabía que tendríamos que trabajar duro para hacer que el lugar fuera al menos habitable.

-¿Esto es una broma, ¿verdad? -murmuró Charlotte, con lágrimas de risa en los ojos.

Sacudí la cabeza.

-Espérame aquí -le dije a Charlotte, tratando de tomar las riendas de la situación.

-Voy a ver si puedo traer algunas sábanas limpias de la casa de Ethan.

Salí de la habitación y al pasar por la sala, vi a mi hermano Matthew dormido en el sofá, en una posición tan extraña que no pude evitar sonreír. Parecía un gatito acurrucado de una manera imposible. No entendía cómo lograba dormir así, pero al menos estaba descansando.

Llegué al apartamento de Ethan y toqué la puerta. Me abrió Emma su novia y una sensación de incomodidad me invadió. Nunca había sido fan de Ema, pero sabía que era parte de la vida de mi hermano y tenía que aceptarlo.

-¿Dónde está Ethan? -pregunté, intentando sonar amable.

-Está en la habitación -respondió Emma con su habitual tono seco, como si cada palabra fuera un esfuerzo.

Asentí y me dirigí hacia la habitación de Ethan, pero no había dado ni dos pasos cuando lo vi aparecer luchando por equilibrar un montón de sábanas y cojines en sus brazos.

La escena era tan cómica que no pude evitar reírme a pesar del agotamiento que sentía. Ethan, en su torpeza dejó caer algunas de las cosas al suelo y me lanzó una mirada de súplica.

-¡Ayúdame! -exclamó, casi desesperado.

            
            

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