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Pov Jason.
Mi mente divagaba en mil y una cosas.
Esa noche no tenía cabeza para nada.
Eran problemas de un lado para el otro.
Problemas de los que, al parecer, jamás tendría fin.
Pero entonces, estando ocupado en mi trabajo, sí, todavía estaba trabajando, ahora, solo vivo esclavo de esto y por más que lo desee, no puedo salir de la rutina que me persigue.
En ese momento, ella me interrumpió.
- ¿Señor Jackson? Buenos días, lamento interrumpir su tranquilidad y privacidad, pero he venido a presentarme, soy Dakota Evans, su nueva ejecutiva comercial. Es un placer conocerlo, la encargada de recursos humanos me ha pedido que estuviera aquí puntual, a las 8:00 de la mañana, para que comencemos a trabajar juntos en nuestros clientes. Espero que mi potencial sea muy bueno para la empresa, y que nuestra relación laboral sea la más conveniente para ambos - dijo la preciosa mujer que me observaba con admiración desde el frente de mi escritorio.
Ella permaneció de pie todo momento, sus manos cargaban una carpeta de documentos importantes que cada uno de mis empleados debería de traer consigo para cuando viniera a verme.
Su falda gris pegada al cuerpo le resaltaba muy bien su cadera y sus piernas. Vaya y como me gustaría verle el trasero justo ahora. Su blusa blanca que estaba metida bajo la falda encajaba a la perfección sus curvas y marcaba muy bien sus senos qué aunque no eran ni muy grandes ni muy pequeños, no dudé un solo minuto en cómo se sentirían siendo agarrados y masajeados por mis manos.
Los labios de Dakota fue lo que más me llamó la atención, además de sus preciosos ojos azules.
Aunque su cabello se notaba qué era pintado de negro y no natural, pero de todas maneras, era largo, le caía hasta la cintura, y como lo traía peinado, con rulos cayendo en sus puntas y liso en la parte de arriba, se le veía hermoso.
Dakota era una diosa.
A partir de ese momento me había cautivado por completo.
Sin embargo, yo mantenía una fama en la empresa: era un hombre serio, prepotente, autoritario, exigente y perfeccionista, no era nada empático con la gente. No es porque no quisiera serlo, simplemente, mi perfil profesional no me permitía salir de mi zona de confort dentro de la empresa.
Además, soy el CEO y dueño de esta compañía de comunicaciones y tecnología más importante del país, mis empleados y todo el que estuviera trabajando para mí y de mi lado, evidentemente, debían de respetarme como lo que era y no sobrepasar la línea del profesionalismo.
Pero con Dakota...
No sé qué demonios me pasa con ella.
Desde la primera vez que la vi, desde su presentación el primer día que entro a trabajar aquí, no dejo de pensar en ella.
¡Me vuelve loco y ya no sé qué hacer!
- Muchos gusto, señorita Dakota. Antes de empezar, quiero preguntarle, ¿Ya le dijeron como son las reglas de juego en esta empresa si piensa trabajar conmigo?
A reglas de juego, estaba haciendo referencia a que ella debía de saber quién es el que manda aquí. También, la encargada de recursos humanos tenía que advertirle a ella cómo eran las cosas en esta empresa si pretendía trabajar estrechamente conmigo.
- Sí, señor. Me han advertido de esas reglas, y, no se preocupe, no tendrá quejas de mi parte.
Aparte de preciosa, era lista y decidida.
Eso me excitaba mucho más de lo que algún día una mujer cualquiera podría haber logrado en mí en el primer momento de conocerla.
- Muy bien, señorita Dakota, puede reportarse a su oficina, en su escritorio encontrará las carpetas con la información personal de nuestros clientes para comenzar a trabajar con ellos, de inmediato. No hay tiempo que perder, el tiempo es valioso para nosotros.
Dakota asintió, y sin decir nada más, se dio la vuelta, dejándome ver como meneaba sus caderas de lado a lado para caminar.
Sus tacones resonaban en el interior de mi oficina.
Su trasero estaba provocándome un pequeño problema placentero en mi pantalón.
Suspiré cuando la vi salir de mi oficina y al momento de ella cerrar la puerta, tomé mi teléfono de oficina, lo descolgué y dejé que timbrara hasta que mi secretaria respondió.
- Sube enseguida. Come una menta antes de venir - ordené a mi secretaria.
Ella sabía para qué la citaba y le ordenaba tal locura.
- En un momento estoy allá, señor - ella respondió obediente.
Colgué el teléfono, y esperé. No le tomó más de 5 minutos a mi secretaria para atender a mi llamado.
Ella entró a mi oficina, cerró la puerta con seguro, y comenzó a desabotonar su blusa mientras caminaba hacia mí.
¡Demonios!
Si no se desnudaba ya mismo, yo me encargaría de quitarle sus bragas para follarla inmediatamente.
- Megan, quítate todo y ven aquí - exigí, señalando con mi mano a mis piernas, golpeándolas delicadamente para que ella se acercara a sentarse encima de mí.
Megan obedeció, se desnudó completamente ante mis ojos. Yo me relamí los labios en cuanto la vi desnuda y más cerca de mí.
A escondidas, además de ser mi secretaria, Megan era mi juguete favorito. Ella lo sabía y no se quejaba porque tenía la certeza de que no encontraría ningún otro amante que solo la deseara carnalmente sin ningún tipo de compromiso como yo.
Fue así como sintiendo que mi pene explotaba dentro de mi pantalón, agarré a Megan de la cintura, y la apegué más a mí, me agaché y mi lengua comenzó a lamer sus labios húmedos y calientes.
Megan cerró los ojos, sus dedos se enredaron en mi cabello, y comenzó a gemir despacio, solo para nosotros, por qué estábamos trabajando y no estábamos solos en piso como para haber disfrutado más de sus gemidos.
Seguí lamiéndola, saboreándola, pero en lugar de disfrutarla a ella, me imaginaba que estaba gozando de Dakota.
Mi lengua siguió jugando por un rato hasta que paré, no pretendía hacerla llegar al orgasmo solamente usando mi boca. Había más en su cuerpo que explorar.
Entonces, decidí ponerme de pie, y de inmediato, mis manos comenzaron a masajear sus senos desnudos y excitados con fuerza, como si no supieran que esa zona de su cuerpo era delicada y que la podían haber lastimado.
Ella no se quejó, seguía disfrutando y lo noté mucho más para cuando sentí que sus manos comenzaron a tocar mi pene erecto por encima de mi pantalón con ardiente deseo.
Hasta ahora, Megan ha sido una de las mejores amantes que he podido conseguir durante todos estos siglos, sin embargo, las cosas cambiaron desde el primer momento que probé el sabor de los labios y el jugueteo de la lengua de Dakota para cuando fue tiempo después de haberla conocido.