Todos estaban sentados, almorzando tranquilamente, sin ninguna preocupación.
Bueno, casi todos.
Él siempre estaría inquieto de la preocupación y no pararía de actualizar cada pagina de noticias y redes sociales, esperando una señal. Deseando volver a saber de él.
⏤Eugene, no uses el celular en la mesa ⏤le regañó su madre, sobresaltandolo pues creía ser lo suficientemente discreto⏤. ¿De qué hablamos?
Suspiró, y de mala gana guardó el móvil dentro del bolsillo de su sudadera. Su madre lo observó con preocupación, sin decir nada.
Yacía tres años desde la desaparición de su hermano mayor. No había una pista de su ubicación, ni siquiera el cuerpo. Y, pese a que algunos creían que había huido, el joven Eugene de 13 años sabía que eso era totalmente falso, pues él jamás lo abandonaría y mucho menos sin decirle nada.
Siendo tan joven e inocente, seguía con la esperanza de volver a verlo. Se aferraba fuertemente a ese pensamiento, aunque en el fondo comenzaba a flaquear.
De pronto, el mayordomo de la familia Newman entró, junto con una inesperada e impactante noticia:
⏤Lamento interrumpir, pero Adam dice que es urgente que la señora Lorca vaya a la comisaría.
Todos lo observaron, curiosos y desconcertados. Incluso la pequeña de tres años dejó de comer para mirarlo. Por supuesto, solo estaba imitándolos.
⏤¿P-para qué? ⏤preguntó Eugene a la expectativa, sintiendo su corazón en los oídos.
⏤Ya apareció ⏤respondió el hombre.
El corazón del chico se detuvo en ese momento.
«Jen...»