Capítulo 2: ❝Oops, problemas❞
Me vi en el espejo del baño, vi mis ojos azules, profundos, que reflejaban el dolor, el sufrimiento, la tristeza y la rabia, pero que nadie más notaba a excepción de mí. Llevo cargando con este dolor desde que mi madre murió. Suspire, y me eché agua tibia en la cara. Me sequé el rostro con la toalla, y le intenté enviar un mensaje a Natalie pero dudé, y al final decidí no hacerlo. Aún era demasiado cobarde para invitarla a salir, en especial por lo que había pasado en la iglesia abandonada.
⏤¿Por qué no lo haces? ⏤me preguntó un fantasma, recargado sobre el umbral. Lo vi por el reflejo del espejo, solo parecía tener un año más que yo.
⏤No estoy listo ⏤me límite a decir, mientras ordenaba mis cosas del baño, y luego pasé al lado de éste, sabiendo que podría traspasarlo, pero sorprendentemente no fue así; En cambio chocamos hombros, lo sentimos.
Los dos nos miramos, anonadados.
⏤Eso no debía pasar...─susurró el chico, perplejo
⏤Pero aún así pasó... ⏤le hice igual.
⏤No moriste, ¿o sí?
⏤No, creo que no.
El chico silbó.
⏤Vaya...⏤me tocó el hombro, fascinado, pero me aparté cuando tocó una zona demasiado privada.
Exhale, cansado.
⏤¿De qué me serviría tocar fantasmas si de todas formas cruzaran?
Se encogió de hombros.
⏤Como estoy aburrido, y aún no sé por qué sigo aquí, intentemos averiguar qué más puedes hacer ⏤propuso⏤. Primero: puedes eliminar fantasmas, o lo que sea, segundo: puedes tocarlos. ¿Qué más, Lucien?
Abrí más los ojos cuando una idea llegó a mi mente.
⏤¿Y si también puedo contactarlos? así podría hablar con mi madre.
⏤No creo que sea posible, ella ya cruzó, y contactar a los muertos es difícil... ⏤pareció recordar algo⏤. A menos que consigas ayuda de alguien más como tú, así, los dos podrán lograrlo.
⏤¡El chico de la tienda de antigüedades! ⏤exclamé al recordarlo⏤. Pero creo que será difícil convencerlo de ayudarme, ni siquiera quería aceptar que veía fantasmas.
⏤Oh, sí, conozco a tipos así... ⏤resoplo, ahora ¿molesto? No
Decidí llamar a Natalie, ya que creí que podría ser de ayuda para convencer a ese chico traumatizado.
⏤Ya dime por qué estamos aquí ─pidió Natalie mientras nos acercábamos a la tienda.
El sol de la tarde me lanzó un brillo aturdidor a los ojos. Bajé la cabeza para evitar eso.
─Quiero hablar con mi madre, pero no soy demasiado fuerte para contactarla así que necesito la ayuda de otra persona igual a mí.
Me miró, sorprendida.
─¿Hay más personas como tú?
─Así parece ─asentí mientras abría la puerta. La dejé entrar primero a ella y luego a Jace, el fantasma.
El chico se encontraba en el mostrador. Levantó la mirada y luego negó con la cabeza al verme.
─Está cerrado ─dijo, gruñón.
La castaña me miró.
─No es cierto, el letrero lo dice ─Jace comienza a caminar a paso lento.
─Si pues se equivoca.
─Está hablando con el fantasma ─le aclaré a Natalie, quien lo había mirado con extrañeza.
─Ah...─asintió─. ¿Mira...?
─Max ─dijo el chico molesto.
─Max, Lucien necesita tu ayuda, tu ayuda no humana. Por favor, escúchalo.
Max suspiró. Miró atrás suyo, donde había una cortina roja, y salió del mostrador.
─Bien, pero debe ser importante.
─Quiero, necesito, contactar a mi madre, pero Jace ─el fantasma levantó la mano─ dice que necesito la ayuda de otro, osea tú.
─¿Por qué crees que voy a ayudarte? ─se cruzó de brazos.
─Porque, al igual que yo, quieres saber quién, o qué, eres realmente, del por qué tienes estas...─busqué la palabra correcta─habilidades. Y las buscaremos, los dos, pero debes ayudarme primero...⏤ante su silencio agregué⏤: Por favor.
Max lo pensó, y al final exhalo y asintió.
─De acuerdo...
Sonreí, aliviado.
─Gracias, en verdad.
─¿Es igual que nosotros? ─señaló a Natalie con la cabeza.
─Oh no ─se apresuró a decir la castaña. Le extendió una mano para que la estrechara y éste aceptó ─. Soy Natalie.
Jace nos recomendó ir a la iglesia abandonada, a la media noche. Llevamos velas blancas y nos colocamos en medio del escenario, donde el padre debía predicar, en posición de indio y abrimos nuestras palmas, concentrados en llamar a Hayden Benedetti, mi madre.
─¿Cuánto tardará en venir? ─le pregunté a Jace, ya que solo él sabía de todo eso.
─No debe tardar tanto, pero deben concentrarse ─respondió, parado al lado de Natalie─. Ignoren cualquier sonido, ruido, todo, solo concéntrense en su respiración. Pero recuerden: no deben moverse, no importa cuánto quieras abrazarla, si rompes el círculo ella se irá, ¿lo entiendes, Lucien?
─Lo entiendo.
Y lo hicimos.
Y vino.
Primero fue viento, haciendo levantar nuestros cabellos, luego una sombra, un humo gris, pero al final fue una figura que hacía años que no volvía a ver.
─Mamá...─susurré, asombrado y feliz de verla otra vez.
Su cabello dorado seguía en ondas, el vestido azul que llevaba el día del accidente estaba intacto. La aura gris también la cubría, como a cualquier muerto. Estaba frente a mí, mi madre estaba frente a mí. Sentí las lágrimas que querían salir de mis ojos, y mi estómago revolverse.
─Lucien ─susurró igual, sonriendo con sus perfectos dientes, y luego se puso de clunquillas.
─¿En verdad eres tú?
─Sí, cariño, soy yo, Hayden.
─Quiero hacerte tantas preguntas...
─Pero no tenemos tiempo suficiente ─agregó y asentí.
─¿Sabías que puedo ver a los muertos?
Bajó la mirada.
─Sí...
Abrí más los ojos al oírlo.
─¿Por qué nunca me lo dijiste?
─Porque creía que estaban oprimidos, que tendrías una vida normal, pero el día después de morir te vi, te vi hablar con el abuelo, quien había fallecido una semana antes ─me miró─. Lucien, yo era igual a ti, por eso también puedes verlos, y por eso aún no he cruzado...
─¿Qué?
─Tengo asuntos que no resolví en vida, como el accidente y tú.
─¿Por qué el accidente?
─Es complicado, y delicado... Lucien, tienes que prometerme no decirle a nadie más sobre tus habilidades, ni mostrarlas en público, por tu bien.
─¿Por qué?
─Porque te pasará lo mismo, él ve...─no pudo terminar la oración, porque de pronto se desvaneció hasta dejar solo un humo gris y al mismo tiempo las velas se pagaron.
─¿Mamá...?
─Se le acabó el tiempo ─aclaró Jace─. Debe estar en el limbo, y por eso no debía tener mucho tiempo.
Me levanté y salí corriendo fuera de la iglesia. Ya afuera, sin poder evitarlo, vomité.
─Shhh ─susurró Natalie, mientras acariciaba mi espalda y yo vomitaba.
─¿A qué se refería con eso? ─pregunté cuando limpié mi boca con la manga de mi sudadera─. ¿Pasarme lo mismo? ¿Él? ¿Él quién? No entiendo nada, Natalie, nada...
─Tranquilo, lo averiguaremos ─puso una mano sobre mi hombro, y yo temblé.
─¿En serio? ¿a pesar de que podría ser algo peligroso?
─Sí, es una promesa. Además, será emocionante y divertido meterse en algo sobrenatural ─soltó una pequeña risita.
─No te alejes de él...─alguien susurró, y yo miré a todas partes, extrañado.
─¿Qué sucede, Lucien?
─Ah, nada ─sonreí sin mostrar los dientes.
─No confíes en nadie, Lucien...─volvió a susurrar─. No te acerques a él...
Tragué saliva al sentir total confusión.
Ya en casa, ahora solo con Jace, no dejé de dar vueltas por toda la habitación, pensando, analizando, lo que había dicho mi madre.
─Deja de dar vueltas, me mareas ─se quejó Jace, quien estaba acostado sobre la cama, al lado de Ambrose.
─Hay dos tipos, y uno de ellos es bueno, según entendí de lo que dijo mi madre ─me detuve y lo miré─. Pero, ¿quién, o qué, es el malo y por qué? ¿Y por qué hizo énfasis en accidente como si estuviera diciendo que no lo fue?
─Das miedo cuando piensas demasiado ─se sentó en la cama después de decirlo─. Tal vez se confundió, le pasa a algunos fantasmas.
─No Jace, no fue confusión. Algo pasó, algo malo, y tuvo que ver con ella y sus habilidades.
De pronto la puerta de mi habitación se abrió, dejando ver a mi padre.
─Hijo, ¿qué haces despierto? ¿Y con quién hablabas?
─Uhm..nada, padre, solo no podía dormir.
Miró a todos lados, desconfiado.
─Ajá...Vuelve a dormir, tienes clases mañana ─decía mientras cerraba la puerta.
─Sí, padre...¡Descansa! ─le dije después de cerrarla.
Exhale y Jace se río de mí.
─¿Por qué aun no le dices a tu padre? Sería más fácil para ti.
─No ─me negué rápidamente─. Mi padre ya tiene suficiente, no puedo hacerle eso.
─Como quieras ─suspiró, resignado.
Ya en el instituto, guardaba algunos libros en mi casillero cuando de pronto alguien la cerró de golpe, tomándome de sorpresa.
─Ah, hola Karl.
Puso la mano sobre la puerta cuando intenté abrirla de nuevo, algo cerca de mí, y con una falsa sonrisa, claramente molesto.
─¿Qué...? ─intenté preguntar pero me interrumpió;
─¿Qué hacen tú y Natalie que te tiene tan distante?
─¿Qué? ─solté una pequeña risa nerviosa.
Se cruzó de brazos mientras me examina con sus ojos ámbar.
─Vamos, los he visto escapar de clases a hurtadillas desde aquella fiesta. ¿Qué se traen? ─abrió más los ojos al imaginarlo─. ¿Están juntos?
─¿Ah? No, Karl ─miré a mi alrededor para asegurarme de que nadie me escuchará─, ya quisiera...
─¿Entonces?
─Nada, simplemente somos amigos.
─Ajá... ─no me creyó─. ¿Amigos que se besan?
─No, Karl. Solo amigos.
Ya en clase, casi terminando, la maestra anunció que haríamos un viaje a Paris. Todos gritaron de la emoción, pero la maestra los interrumpió.
─Nadie debe separarse del grupo o hacer travesuras, o se quedará en la habitación del hotel durante todo el viaje.
Maldije en mis adentros cuando anunció sobre la paga que se tenía que hacer para asistir a dicho viaje.
Consejo número uno: no compres cosas que nunca usarás, mucho menos si cuesta como una casa.
Maldito Hitler...
─No creo que pueda ir ─le comenté a Karl mientras salíamos del instituto─. Gasté todos mis ahorros en una pintura.
─¿Por qué? No le entiendes al arte.
─Alguien me pidió un favor, y tuve que comprarla ─me límite a decir─, y si le pido dinero a mi padre se molestara conmigo, y no quiero verlo enojado, o que me castigue.
─Puedo prestarte dinero, no quiero ir solo ─hizo un movimiento con las cejas─. Además, tu no-novia estará ahí.
─Gracias ─palmeé su espalda y le sonreí─. Te pagaré en cuanto consiga el dinero.
─¿Cuál gracias? Mejor bésame ─me dice, fingiendo estar indignado.
Le di un codazo, divertido.
Mientras caminaba, ya solo, en dirección a mi casa advertí ver a un sujeto siguiéndome. Caminé a paso apresurado, ahora nervioso, y cuando llegué entré a mi casa con desesperación.
─¡¿Papá?! ─le llamé, pero recordé que tenía turno extra.
Cerré la puerta con llave y corrí hacia mi habitación. Cuando estuve dentro advertí sentirme vigilado. Miré el armario, ahora asustado. Me armé de valor y me acerqué. La abrí pero cuando lo hice no encontré nada.
Resople y me giré, y casi pego un grito cuando vi a un hombre frente a mí.
─¿Q-quién eres tú? ─tartamudeé.
─¿Lucien Benedetti? ─preguntó el viejo.
Asentí, aun desconfiado.
El hombre tenía una vestimenta extraña, antigua, y su barba era larga, espesa.
─Oí que ayudas a los muertos.
Cuando lo vi bien, noté el humo gris a su alrededor. Me relaje luego de eso
─Ah, sí, ¿qué necesitas?
─Quisiera sentir otra vez...─confesó con algo de pesar─. He estado muerto por mucho tiempo, y cuando alguien me despertó me enteré sobre ti, y quise venir.
─¿Te despertaron? ¿Eso es posible?
Esbozó una media sonrisa.
─Niño, no sabes nada de los muertos, ¿cierto?
─Me enteré sobre mis habilidades hace nada ─asentí.
─Bueno, mi nombre es Leonardo da vinci.
Curve los labios hacia abajo.
─Bien, Leonardo, quisiera ayudarte pero no sé cómo podría hacer que sintieras de nuevo.
─Tal vez sea como en las películas ─dijo Jace frente a la ventana al lado de la cama, y di un respingo─. Ya sabes, poseer.
─¿Eso funcionaría? ─preguntamos los dos al mismo tiempo.
Se encogió de hombros.
─No lo sé, pero habría que intentarlo. ¿Qué pierdes con hacerlo?
Miré al hombre, suspiré y asentí.
─De acuerdo.
Me preparé física y mentalmente para intentarlo, el anciano me preguntó si estaba listo, asentí y se acercó con rapidez.
Narrador omnisciente:
Cuando el viejo se acercó a el chico, logró entrar, logró poseerlo.
─¿Funcionó? ─le preguntó Jace.
El ahora Leonardo lo miró, sorprendido.
─Sí... ─soltó una pequeña risa, mientras miraba sus manos y sentía el aire, sentía la vida otra vez─. ¡Sí funciona!
Jace también se asombró.
─Creí que no lo haría... ─confesó─. ¿Lucien sigue ahí?
─Sí, pero está dormido.
─¿Ahora qué?
─Quisiera salir, quisiera sentirlo todo otra vez ─sus ojos se iluminaron, y Jace admitió querer sentirlo también.
─Bueno, oí que harán una excursión a París, tal vez le podrías pedir permiso para usar su cuerpo y salir a los museos o qué sé yo.
─Suena bien ─siguió viendo sus manos, aun asombrado.
Cuando salió Lucien volvió, y se sintió confundido.
Narra Lucien:
─¿Qué pasó? ¿Lo hiciste?
─Sí, y funcionó.
Abrí más los ojos al oírlo.
─¿De verdad? ¿Cómo es posible?
─Lucien, por favor ─me dice Jace, cansado─, puedes ver a los muertos y quien sabe qué más, deja de creer que todo es imposible.
─Entonces, ¿cuándo será? ─preguntó mi padre mientras comíamos.
─En una semana, y creo estaremos en París una semana ─respondí luego de meter un pedazo de calabaza a mi boca.
─Bien, puedes ir, pero debes prometer estar en contacto conmigo, y cuidarte ─me señaló con su tenedor.
Asentí.
─No te preocupes, pa, Karl estará ahí también.
Mi padre resopló.
─Como si Karl pudiera cuidarse a sí mismo...
Pasó una semana, y mientras me vestía no dejaba de pensar en lo que había dicho mi madre aquella noche.
«"No te alejes de él... No confíes en nadie... No te acerques a él"...»
Todo era muy confuso.
Cuando cogí mi maleta sentí un peso extraño, pero no le tomé importancia y salí del dormitorio. Ya en el aeropuerto, Karl me contó sobre el extraño sueño que tuvo, pero no le presté mucha atención.
─¿Te das cuenta de que Natalie te mira? ─me dice, llamando mi atención.
Lo miré, y luego miré hacia el otro extremo, donde estaba la castaña, mirando una revista, o al menos fingiendo que lo hacía.
─Hemos estado...diferentes desde aquella noche ─admiti, y miré mi reloj de bolsillo, el cual fue un regalo de parte de mi madre.
─¿Qué pasó esa noche, realmente?
Di un respingo.
─No mucho, solo hablamos.
─¿Por qué siento que me ocultas algo?
─No lo hago ─lo miré, alzando un poco la comisura de mi labio─, lo prometo.
Crucé los dedos al decir eso último. Me sentí enfermo al mentirle a mi mejor amigo, pero era más seguro para él, y para mí, que no supiera nada.
En algún momento, mientras esperábamos, alguien me llamó con un gesto de la mano: Jace. Él estaba al lado de los baños. Parecía inquieto, y quería que fuera con urgencia.
Miré a mi alrededor; los maestros no estaban así que podía ir
⏤Karl ⏤lo llamé.
⏤¿Mmm? ⏤no me miró, leía su cómic.
⏤Tengo que orinar, y si los maestros preguntan diles que estoy en el baño.
⏤Ajá... ⏤seguía sin apartar la vista de el cómic.
Caminé a paso apresurado hacia Jace. Le hice una seña con la cabeza para que entrara al baño. Me aseguré de estar solos, y lo soltó:
⏤Alguien necesita tu ayuda.
⏤¿Un fantasma? ⏤pregunté, aunque sabía que sí era un fantasma.
⏤No, un vivo.
⏤¿Ah? ¿Por qué un vivo necesita mi ayuda?
⏤Oí a una pareja discutir, luego seguí al tipo hasta aquí y le llamo a lo que parecía ser un asesino a sueldo.
⏤Eso es para los policías.
⏤¡Soy un muerto! Nadie me escuchará siquiera, pero tú sí.
⏤Pero yo solo ayudo a los muertos, no a los vivos.
⏤Muy pronto será una fantasma, y tendrás que ayudarla ⏤ante mi silencio y duda, agregó⏤: Lucien, por favor, ayúdala, nadie lo hará. Solo tú puedes salvar su vida.
Me había estado esforzando para ayudar a los fantasmas, y no caer ante la idea de que era el único que lo hacía y el único que lo admitía. Si ayudaba a los vivos, corría el riesgo de exponerme o quedar como un loco.
Pero salvarías vidas...
Luego de un rato, entre Jace suplicando mi ayuda y yo dudando en silencio, hablé al final:
⏤¡Bien! ⏤vociferé, extendiendo los brazos, cansado. Jace cerró la boda de forma abrupta⏤. Lo haré.
⏤¿En serio?
Suspire y asentí.
⏤Tendré que fingir que me dio fiebre... ⏤dije más para mí que para Jace.
⏤No en realidad.
Lo miré.
⏤La pareja irá a París también, y creo que necesitaremos la ayuda de Natalie.
⏤¿Por qué ella?
⏤Duh, porque es la única que te creé ⏤dijo como si fuera obvio⏤. Además, dos, o en este caso, tres funcionan mejor que uno.
⏤Bien. Le diré cuando subamos al avión ⏤suspire⏤. ¿Cómo se llaman?
⏤Olivia Volkov y Hall Benson, aunque ahora él también es Volkov ⏤detecte cierto disgusto por ello, pero no le tomé importancia.
(***)
Mientras caminábamos por el pequeño pasillo de entre los asientos del avión, me detuve para guardar mi maleta arriba, pero Jace corrió hacia delante y se detuvo al final de los asientos, donde a su lado estaba el baño y junto una puerta cerrada.
⏤¡Son ellos! ⏤me dijo, y yo miré a la pareja un momento para guardarme sus caras. Noté algo extraño en la mujer, pero no pude seguir viendo ya que alguien me empujó.
⏤¡Ay, quítate! ⏤me gritó una compañera atrás de mí.
⏤Lo siento ⏤me disculpe, luego me senté al lado de Karl.
Natalie me miró cuando pasó a mí lado y me dedicó una sonrisa sin levantar los labios.
Karl me dio un codazo.
⏤¿Qué? ⏤le pregunté cuando me miró con una sonrisita pícara.
⏤Nada... ⏤canturreó.
Negué con la cabeza y saqué mi móvil.
Lucien: Necesito tu ayuda.
Natalie: ¿En qué?
Lucien: Algo fantasmal y humano al mismo tiempo...
Lucien: Salvaremos una vida humana.
Natalie: ¿En serio? ¿Por qué?
Lucien: No lo sé, pero Jace me insistió y tuve que aceptar, aunque corro el riesgo de que me encierren en un manicomio o muera. Lo que pase primero. Pero no dejaré que eso te pase a ti, ¿de acuerdo? Así que estas en todo tu derecho de negarte a participar en esta estupidez.
Natalie: No, quiero ayudar.
Lucien: ¿Segura?
Natalie: Muy segura.
Lucien: Bien. ¿Ves a la pareja que está al final, cerca de el baño?
Natalie: Sí.
Lucien: Pues el hombre quiere matarla, pero la salvaremos.
Natalie: ¿Puedes saber cuándo alguien va a morir?
Lucien: No, Jace me contó todo. Te diré lo demás en persona. Esta noche.
Natalie: Bien.
⏤¿Es Natalie? ⏤me preguntó Karl, y yo di un respingo.
Apagué el móvil con rapidez.
⏤No, es mi padre.
Luego de eso siguió leyendo su cómic. Miré atrás, buscando a Jace; seguía al lado de la pareja, mirándolos fijamente. Me levanté cuando no me miró y caminé hasta el baño, fingiendo que entraría, pero estaba ocupado. Saqué mi móvil y fingi que llamaba a alguien.
⏤Hola, Jace ⏤me miró con brusquedad, ceñudo⏤. Solo llamaba para saber qué harás ahora. No me has dicho nada.
Volvió a la normalidad cuando se dio cuenta de lo que hacía.
⏤Voy a seguirlos.
⏤¿Y luego?
⏤Te buscaré cuando encuentre su ubicación. Ya sé dónde te quedarás.
⏤De acuerdo, solo ten cuidado, y no hagas ninguna estupidez ⏤y colgué para luego ir de nuevo a mi lugar.
Cuando llegamos ya era de noche, y todos estábamos exhaustos. Nos llevaron al hotel en donde nos quedaríamos, ya sin Jace.
Esperé a que Karl se durmiera para poder salir, pero por suerte al acostarse se quedó dormido. Bajé las escaleras y me quedé al lado de una máquina expendedora.
Lucien: Estoy abajo.
Natalie: Ya te vi.
Alcé la vista, y la vi bajando las escaleras.
⏤¿Jace está aquí? ⏤me preguntó al estar frente a mí.
⏤No, él está siguiendo a la pareja. Me buscará cuando descubra dónde se quedarán.
⏤Bien, ¿y la pareja cómo se llaman?
⏤Olivia Volkov y Hall Volkov.
⏤Hay que investigar quiénes son, a qué se dedican y si tienen hijos ⏤propuso.
⏤Buena idea.
⏤Iré por mi laptop, espérame aquí ⏤se fue corriendo escaleras arriba.
Nuestro lado detectivesco se activó.
De repente, mi móvil vibró.
Natalie: Ven a la habitación 13, mi compañera está con su novio.
Admito que me puse nervioso ante la idea de estar a solas con ella en una habitación de cuatro paredes, pero me force a actuar con normalidad y subí.
Cerré la puerta de la habitación y me senté en la cama cuando Natalie me hizo una seña. Ella estaba en posición de indio sobre la cama, con el portátil frente a ella.
⏤Olivia Volkov... ⏤decía mientras googleaba su nombre.
Al final encontramos su Facebook, donde descubrimos que fabricaba jabones⏤muy lindos y originales por cierto⏤, que tenía dos hijas y que su esposo era abogado. Pero, mientras Natalie deslizaba hacia abajo, vi algo que me heló la sangre.
⏤No puede ser... ⏤murmuré, con los ojos bien abiertos.
⏤¿Qué? ⏤me miró, ceñuda.
Señalé con mi dedo la fotografía de la publicación de Olivia⏤la cual publicó hace un año⏤, en donde había un chico de cabello desordenado y castaño, ojos pequeños y marrones, algunas pecas, nariz larga, y un lunar cerca del ojo derecho.
⏤Ese es Jace ⏤contesté, todavía perplejo.
⏤¿El fantasma?
Asentí.
La mujer mencionaba en la publicación sobre el aniversario de la muerte de su hermano menor; Jace Volkov, el cual murió en un asalto.
⏤¿No te dijo que era su hermano?
⏤No...Ahora entiendo del por qué tanta insistencia.
⏤Bueno, eso nos servirá.
A la mañana siguiente Karl me había despertado, pegándome con la almohada.
⏤¡Oye, eso sí dolió! ⏤me quejé, y le quité la almohada de un manotazo.
⏤No despertabas, y la maestra vino dos veces.
Ya despierto, noté que estaba vestido. Miré la hora de mi móvil: «10:20 a.m.»
⏤Mierda ⏤me levanté con rapidez y busqué mi maleta.
⏤Ah, por cierto, tu gato está aquí ⏤dijo Karl de pronto, y yo lo miré con desconcierto.
⏤¿Eh?
Señaló bajo la cama.
Aún desconcertado, miré abajo. Y en efecto, ahí estaba.
⏤¿Por qué lo trajiste?
Lo llamé y Ambrose se acercó a mí, y me ronroneo. Lo cogí entre mis brazos y me fijé en su collar: «Ambrose. B.»
⏤Yo no lo hice...
⏤Entonces, ¿solo se metió en tu maleta? ⏤no me creyó.
⏤Karl, en verdad, no sé qué hace Ambrose aquí, ni cómo salió de la maleta o por qué los del aeropuerto no lo vieron.
⏤Cierto, se habrían dado cuenta... ⏤murmuró para sí mismo⏤. ¿Entonces? Los maestros, ni nadie, lo pueden ver.
⏤Se quedará aquí.
Suspiró.
⏤Bueno, ya debemos irnos, nos están esperando abajo.
Le dejé comida y agua antes de irme.
⏤Quédate aquí, amigo ⏤le dije, y nos fuimos.
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