Obsesión Carmesí.
img img Obsesión Carmesí. img Capítulo 4 Capitulo Cuatro.
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Capítulo 7 Capitulo Siete. img
Capítulo 8 Capitulo Ocho. img
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Capítulo 4 Capitulo Cuatro.

Jasper Volkova.

Todos al finalizar la conferencia llenaron el amplio salón con sus eufóricos aplausos, eso me hizo volver a cobrar el aliento, disipando esa angustia molestia que suele estar adherida en mí cada vez que me subo a un escenario. Alejándome del pódium y dirigiéndome hacia la parte trasera, me topé con un grupo de hombres trajeados, disimulé a toda costa evitar tornar los ojos en blanco, en ocasiones la gente puede llegar a ser demasiado molesta. Y Dios no tuvo mucha piedad conmigo dotándome de escasa tolerancia hacia el resto.

-Ha estado brillante como siempre señor Volkova, su conferencia ha sido brillante.

Nada que no sepa, nada que necesite ser dicho.

-Muchas gracias, realmente es un honor para mí.-Sonreí forzando mis labios a mostrar mis dientes.- Ahora, si me disculpan, debo retirarme, me ha surgido un inconveniente personal.

Mentí dirigiéndole una mirada fugaz pero con mucho entendimiento a mi asistente, estar aquí me volvería loco, todos saben acerca de mi peculiar personalidad y el poco contacto que me gusta tener con el entorno, y no hablo desde del ego, va más allá de eso.

-En el estacionamiento está el señor Mikkels esperándolo en la camioneta, hay un grupo de jóvenes allí, imagino que quiere evitarlos.

Caminé un poco más rápido, no quiero sonar adulto centrista, pero el público juvenil puede actuar de manera tan eufórica y a veces es muy irritante para mí, sin despedirme ni esperar más elogios y mensajes de supuesta admiración que se alargarían a conversaciones que no conducen a nada.

Con pasos decididos y dispuesto a tener que cargar el título de egocéntrico, al llegar al estacionamiento, en cuestión de minutos me rodeó un pequeño grupo de chicos, algunos con mis libros en sus manos y otros tomando fotos de forma apresura, le sonreí y me abrí paso en la multitud de forma delicada, después de todo, ello son quienes me hacen rico.

Subiendo a la range rover, inmediatamente saqué mi móvil, el cual no paraba de sonar. Al ver el nombre de Laura en la pantalla, la que posiblemente se esté catalogando como mi novia. Decidí ignorarla, no por falta de responsabilidad afectiva o porque amo ser algún hijo de puta, sino que simplemente a buen entendedor pocas palabras, y me he cansado de explicarle el rol que cumple en mi vida. Simplemente no quiero más ni menos de alguien, quiero que aporten lo que necesito y ya.

Han pasado exactamente cuatro años desde que Carlisse ya no está en mi vida, sus recuerdos siempre hacen que mi corazón se acelere y estallé en un abstracto frenesí, una explosión que expande mis más profundos deseos y temores, esos que tanto trato de ocultar y doy a conocer entre letras y líneas.

Puedo estar hundido, la capacidad de amar parece esfumarse por completo después de haberlo perdido todo, es como si te sacudieran tan bruscamente que todas esas bellas cualidades que resaltan a la hora de vinculare desaparecieran por completo, sintiéndote tan hueco y carente de alguna emoción o momento que te haga sentir nuevamente vivo.

Carlisse, mi bella y pelirroja Carlisse, musa eterna de mis poemas y dueña de cada uno de los latidos de mí corazón, esa mujer de tez tan pálida y elocuente, decidió marcharse en ese eterno camino en donde pensar en un retorno es una idea descabellada, y aun así, no pierdo la esperanza de reencontrarme con ella, ya sea en ésta vida o en la otra, en el plano que sea. Mi más grande anhelo es volver a tenerla, a conformarme con unos miserables segundos con tal de besarla y decirle lo mucho que la adoro.

Éste libro habla un poco sobre ella, nadie lo sabe y probablemente nunca lo sabrán, mi amante la suicida no es algo que resuene en los medios de comunicación, y tampoco espero que lo sepan, me encargué de mantenerme en la vida de Carlisse como un espectro, uno que se preocupó en amarla y decirle en todos los lenguajes del amor lo mucho que la adoraba...lo mucho que la adoro.

Y ahora debo conformarme en tener poco de placer a través de la indiferencia, no ofreciendo nada porque tampoco espero grandes cosas, revolcándome en una incertidumbre que no acabará. Es difícil cuando ya conociste a esa persona con la que pudiste haberlo tenido todo, la que te ayudó a ver el mundo desde tus anhelos y no desde tus batallas internas, Carlisse es todo lo que fue y lo que jamás volverá a pasar, sólo vive sonriente e inocente en mis pensamientos, y debo limitarme a amarla así, y no caer en la esquizofrenia o en algún otro desborde psicótico.

Pero, es imposible no atarse a aquello que nos hizo sentir increíble en algún momento de nuestras vidas, por muy duro que haya sido el golpe de su perdida, quizás es porque ella así lo quería. Todas las mañanas al despertar, el primer pensamiento es el mismo: Carlisse se ha marchado, ya no está y jamás volverá, su mente fue mucho más oscura y tuvo más poder que el resto, ya nada volvería a ser lo fue.

Cuatro años probablemente se oye como un largo lapso de tiempo para muchos, pero para mí, aún sigue siendo como un par de días, como si esa devastadora noticia se me fuese dada hace minutos atrás. Es como un videocasete que se ha quedado en la toma más dolorosa, y yo, soy un débil espectador que no quiere levantarse del sofá a cambiar de película y tratar de digerir lo que vio, en cambio, me quedó allí con las encandilas hecha pedazos porque no tendrá el final que esperaba tener, igualmente, ¿qué ironía verdad? Que ahora mi mente no sea capaz de escribir versos que griten acerca de un amor lleno de sutileza y ese encanto tan humano que nos caracteriza como especie, al contrario, decidí sumergirme en un abismo de total locura, en donde la única sirena que navegaba con majestuosa gracia en las profundidades de mi ser era ella... Carlisse Lewis se ha quedado tatuada en cada parte de mí.

            
            

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