No Voy a Caer en la Misma Trampa
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Capítulo 1

Sofía Valdés despertó.

El sol entraba por la ventana de su habitación.

Un nuevo día, pero no uno cualquiera.

Era el día antes de la Selectividad, el examen que decidiría su futuro universitario.

En su vida anterior, este día había sido el comienzo del fin.

Hoy también era el cumpleaños de Lucía "Luci" Herrera, la abeja reina del instituto.

Sofía se levantó, se vistió con la ropa de siempre, sin esmero.

Ya no era la delegada de la clase de "bachillerato de excelencia", la chica responsable que intentaba guiar a todos.

Esa Sofía había muerto.

Bajó a desayunar.

Su padre, el Dr. Ernesto Valdés, ya estaba tomando café, leyendo las noticias en su tablet.

Era cardiólogo en el hospital principal, un hombre respetado.

Su madre, Isabel, una contadora que trabajaba desde casa, le sonrió desde la cocina.

"Buenos días, cariño. ¿Nerviosa por mañana?"

Sofía negó con la cabeza.

"No, mamá. Estaré bien."

Sus padres se miraron, extrañados por su calma.

En el instituto, el ambiente era eléctrico.

Los pasillos bullían con la mezcla de ansiedad por el examen y la excitación por la fiesta de Luci.

Al entrar en el aula de excelencia, vio a Mateo Vargas, el carismático presidente del consejo estudiantil, rodeado de admiradores.

Mateo, su amigo de la infancia, el chico por el que una vez sintió mariposas.

Ahora era el novio de Luci.

Luci llegó tarde, como siempre, haciendo una entrada triunfal.

Era una influencer de belleza y estilo de vida en Instagram, cada gesto estudiado para la cámara imaginaria.

"¡Chicos, chicos!" anunció Mateo, con su sonrisa perfecta. "Esta noche, para celebrar el cumple de mi increíble Luci y para liberar tensiones antes del examen, ¡nos vamos todos a 'Eclipse', la nueva discoteca de moda!"

Un murmullo de aprobación recorrió la clase.

Todos miraron a Luci, que sonreía complacida, como una reina recibiendo tributo.

Sofía recordó.

En su vida anterior, ella se había opuesto.

Había suplicado, advertido.

Nadie la escuchó.

Esta vez, Sofía permaneció en su sitio, en silencio.

Observó las caras emocionadas, la superficialidad, la ceguera.

Decidió.

No intervendría.

Sus destinos ya estaban escritos por ellos mismos.

Ella solo se preocuparía por su propia supervivencia y la de sus padres.

            
            

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