Entre Cenas y Letras
img img Entre Cenas y Letras img Capítulo 4 Menú de fuego
4
Capítulo 6 No te rindas, aunque esté sellado a fuego lento img
Capítulo 7 Haiku en mousse y silencio img
Capítulo 8 La cuenta invisible img
Capítulo 9 Puffs, impresoras y karma gourmet img
Capítulo 10 El fuego que no puedes pagar img
Capítulo 11 Y si fingimos que esto es real img
Capítulo 12 Bienvenida al ecosistema img
Capítulo 13 Barra libre de problemas img
Capítulo 14 El arte de limpiar y casi romper una relación ficticia img
Capítulo 15 La Transformación img
Capítulo 16 La nota img
Capítulo 17 Lo siento img
Capítulo 18 Transmisión en vivo img
Capítulo 19 Una cena, una rosa img
Capítulo 20 La Esposa Llega Sin Reservación img
Capítulo 21 Dormir en casa img
Capítulo 22 Despertar... Con amor img
Capítulo 23 Foto... de amor img
Capítulo 24 Nos vamos, princesa img
Capítulo 25 Una camisa en la almohada img
Capítulo 26 Enferma de amor img
Capítulo 27 Zona VIP de Tentaciones img
Capítulo 28 El regreso img
Capítulo 29 Un beso que borró el mundo img
Capítulo 30 Problemas con sabor a menta img
Capítulo 31 Primer Tiempo: Capas de Deseo img
Capítulo 32 Segundo Tiempo: El Jardín del Instinto img
Capítulo 33 La Rubia de Ojos de Chocolate img
Capítulo 34 El Menú del Edén de Mi Diosa Rubia img
Capítulo 35 Limpieza Profunda img
Capítulo 36 Esposa... Domestica img
Capítulo 37 Mr. Right img
Capítulo 38 La Mesa Número 1 img
Capítulo 39 Caricias violetas img
Capítulo 40 Ursus img
Capítulo 41 Nuestra historia img
Capítulo 42 Mi desayuno quemado favorito img
Capítulo 43 Mi suegro img
Capítulo 44 ¿También es su hija img
Capítulo 45 Solo mío img
Capítulo 46 Amor, con A de Ay, este hombre img
Capítulo 47 Desayuno a la Carta img
Capítulo 48 El Eco del Silencio img
Capítulo 49 Te amo, así, completa img
Capítulo 50 La Propuesta Cromwell img
Capítulo 51 Porque eres tú img
Capítulo 52 Detalles que hablan más alto que mil palabras img
Capítulo 53 Bienvenida a Boreal img
Capítulo 54 Rosas y Corazones img
Capítulo 55 El peso del vacío img
Capítulo 56 Promesa entre versos y diamantes img
Capítulo 57 Armas biológicas y amor verdadero img
Capítulo 58 La Velada Valkiria img
Capítulo 59 Llama Primigenia img
Capítulo 60 Soufflé de Recuerdos img
Capítulo 61 La Valquiria Cazadora img
Capítulo 62 Valkiria al Valhalla img
img
  /  1
img

Capítulo 4 Menú de fuego

Lucia no esperaba que el aire oliera tan bien.

Lo primero que sintió al entrar a Dragón Estelar fue una mezcla inesperada de humo suave, limón verde y madera mojada. Un aroma perfectamente equilibrado entre frescura y peligro. Como una tormenta recién contenida.

Lo segundo que notó fue que el lugar estaba... casi vacío.

-Reservaron menos personas de las que creí -susurró Lucia, acomodándose la blusa color marfil mientras pasaban junto a una lámpara colgante hecha de cucharones viejos y tubos de cobre.

-Perfecto -respondió Victoria sin el más mínimo rastro de decepción-. Menos testigos para cuando derritas la dignidad frente al chef.

Lucia le lanzó una mirada fulminante, pero antes de poder replicar, una voz los interceptó desde el centro del salón.

-Ey... la chica de la ventana y su amiga.

Ambas se giraron.

Y ahí estaba.

Naethan Goodfry.

Cabello oscuro, ligeramente azulado, como si la noche le hubiera dejado huellas en la melena. Despeinado, sí, pero no por descuido, sino por rebeldía premeditada.

Ojos verdes esmeralda, de esos que no solo miran: estudian, sostienen, y dejan una incómoda sensación de haber sido leída por completo.

Camisa negra ceñida al cuerpo, revelando sin alarde que debajo de todo ese caos creativo había horas de gimnasio, disciplina y genética bendita.

Pantalón entallado, botas de cuero café, cinturón con hebilla plateada y el detalle final: ese perfume amaderado con notas cítricas que golpeaba primero la nariz y luego el subconsciente.

Lucia se quedó inmóvil un segundo. Fue un parpadeo, apenas un gesto. Pero lo suficiente para que Victoria la codificara por completo.

-Buenas noches -dijo Naethan con una media sonrisa que era todo lo contrario a Charles: genuina, traviesa, con un dejo de "te reconozco, pero no voy a decírtelo todo todavía".

-Hola -respondió Victoria encantada, estirando la mano como si tuviera intención de pedirle matrimonio en cinco minutos.

Lucia, en cambio, se cruzó de brazos.

-Pensé que un chef con tanta energía no tendría tiempo para atender en persona.

Naethan ladeó la cabeza, divertido.

-Solo a los casos especiales. Y ustedes están en mi lista desde que descubrí que alguien me miraba como si fuera una amenaza pública con errores ortográficos.

Lucia alzó una ceja.

-Lo sigo considerando un crimen contra el idioma.

-Y yo sigo creyendo que los mejores platos son los que no siguen la receta -respondió, sin perder esa sonrisa desarmante.

Victoria rió, encantada.

-¿Dónde nos sentamos, chef Goodfry?

-Por acá -dijo, guiándolas hacia una mesa junto al ventanal. El lugar estaba apenas decorado: luz cálida, paredes con pizarras escritas a mano, mesas de madera clara sin mantel y servilletas de lino dobladas con precisión militar. La cocina, visible desde la barra, rugía suavemente con los primeros platos.

Naethan les entregó dos menús cortos, ilustrados a mano.

-Esta noche es algo experimental -explicó- Tres tiempos. No se preocupen por elegir. Solo relájense y déjense llevar.

-¿Y si no nos gusta? -preguntó Lucia, aún con ese filo en la voz.

-Entonces me sentiré personalmente ofendido, pero igual no les cobraré el postre -dijo él con una reverencia irónica.

Lucia sostuvo la mirada.

Él también.

El primer asalto quedó en empate técnico.

Naethan se fue con un guiño y una promesa de volver con vino. Victoria se giró apenas el chef desapareció detrás de la barra.

-Por favor, dime que viste eso.

-¿El mal uso del vocativo en su saludo?

-No, Lu. ¡Su espalda! Y su cara. Y esa voz de anuncio de whisky caro.

Lucia rodó los ojos, pero su mano se fue inconscientemente al cuello. A ese pequeño lugar justo debajo de la mandíbula donde aún quedaba el rastro del perfume.

-Está bien. Admito que... tiene presencia.

-Presencia, mi amor, es lo que tiene una lámpara. Este hombre tiene otra cosa. Magnetismo. Fuego. Espíritu salvaje. Y brazos.

-Me recuerda al tipo de libro que sabes que no deberías leer porque es puro placer culpable, pero igual lo abres y en el capítulo uno ya estás llorando y respirando con dificultad -dijo Lucia casi sin darse cuenta.

Victoria se la quedó viendo con una sonrisa maliciosa.

-Lucia Justin, ¿te estás autoanalizando como personaje literario?

-¡No! Digo... bueno, tal vez. Pero no significa nada.

-Claro. Nada. Igual que el lunar en su clavícula que observaste durante seis segundos exactos.

Lucia abrió la boca para protestar, pero justo en ese momento Naethan regresó con dos copas de vino blanco y una pequeña bandeja de bienvenida: un bocado de salmón curado con crema de eneldo, albahaca fresca y gotas de algo brillante y anaranjado.

-Esto no está en el menú -dijo, sirviendo las copas-. Pero me pareció que una crítica como tú merecía algo especial.

Lucia entrecerró los ojos.

-¿Cómo sabes que soy crítica?

-Deducción -dijo encogiéndose de hombros-. Nadie juzga tan fuerte a un cartel ortográficamente fallido si no ha corregido ensayos académicos a las tres de la mañana.

Victoria tomó su copa con un suspiro dramático.

-¿Te das cuenta que este hombre puede oler tu currículum desde diez metros?

Lucia miró la copa. Luego el bocado. Luego a Naethan.

-Está bien. Me rindo. Haré como tú dijiste: me relajo y me dejo llevar.

-Buena decisión -respondió él, inclinándose apenas-. Y si todo sale bien... puede que esta noche también redima mi "v" con una cena que no vas a olvidar.

Lucia no contestó. Pero sus ojos cafés chispearon con algo que no era solo sarcasmo.

Y ahí estaba. El primer plato no había llegado aún, pero el fuego ya estaba servido.

Victoria cerró los ojos al probar el salmón y soltó un suspiro que rozaba lo indecente.

-¿Esto es legal? Porque si no, que me arresten.

Lucia lo saboreó con cautela, pero no pudo evitar asentir.

-Equilibra perfecto con el vino. Ácido, cremoso, suave...

-Y adictivo -interrumpió Victoria-. Como su sonrisa.

-Concéntrate en el plato.

-Estoy concentradísima... en todo su menú.

Lucia rodó los ojos, pero sonrió.

-Lo odio un poco menos ahora.

-Yo ya lo estoy considerando marido.

-No puedes casarte con un aperitivo.

-Reto aceptado.

Lucia y Victoria se echaron a reír como no hacían hace mucho tiempo, mientras en la cocina Naethan estaba preparando algo especial.

            
            

COPYRIGHT(©) 2022