Sangre y Mentiras: El Doctor Traicionado
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Capítulo 2

"Máximo, atiéndelo primero. Ya hablaremos después".

Máximo no dijo más y llevó a Kieran a un box.

Tras examinarlo y confirmar que no era nada grave, se disponía a marcharse cuando Luciana lo detuvo.

Su rostro estaba serio. "Máximo, quiero hablar contigo de algo".

Lo miró fijamente y dijo, palabra por palabra:

"Vamos a divorciarnos".

Máximo abrió los ojos como platos. Antes de que pudiera responder, Luciana continuó.

"No me malinterpretes. Es un divorcio falso. El hijo de Kieran y mi compañera está a punto de nacer, y necesito esto para poder registrarlo con mis apellidos y darle cobertura".

Máximo frunció el ceño. Antes de que pudiera hablar, Kieran se arrodilló ante él.

"Hermano, por favor, ayúdanos. Somos un padre y un hijo solos en el mundo".

"No afectaré a tu relación con Luciana. Solo quiero que mi hijo no nazca sin una madre en sus papeles".

Tenía la cara cubierta de lágrimas. Cualquiera que pasara pensaría que Máximo lo estaba maltratando.

Luciana ayudó a Kieran a levantarse, con un destello de compasión que Máximo captó al instante.

"Máximo, no culpes a Kieran".

"Además, lo hago por nuestro futuro. Ya sabes que nosotros..."

Luciana guardó silencio. Máximo sabía que se refería a su incapacidad para tener relaciones con él.

"Podemos ser los padrinos del hijo de Kieran. ¿No habías pensado ya en adoptar? Así nos ahorramos trámites".

Si antes Máximo albergaba alguna duda, ahora estaba seguro. La relación entre Luciana y Kieran no era tan simple como decían.

Conocía a su esposa. No sabía mentir. Cada vez que lo hacía, se tocaba inconscientemente el lóbulo de la oreja.

Y acababa de hacerlo cuatro o cinco veces.

Máximo sonrió con amargura.

"No he dicho ni una palabra desde que has empezado a hablar. ¿De dónde sacas que lo estoy culpando?"

Luciana se quedó sin palabras. No se había planteado esa pregunta, simplemente asumió que a Máximo le importaría.

"Acepto el divorcio. ¿Cuándo vamos al registro?"

Al ver que Luciana no reaccionaba, Máximo añadió:

"Hoy es tarde. Mañana. Nos vemos en la puerta del Registro Civil por la mañana".

Se dio la vuelta para irse, pero Luciana lo agarró del brazo.

"Máximo, ¿estás bien?"

Luciana lo miraba con preocupación.

Máximo se soltó bruscamente, conteniendo su ira.

"Estoy perfectamente. Para evitar rumores sobre la situación del niño, después del divorcio deberíamos mantener las distancias. No vuelvas a tocarme así en público".

La fulminó con la mirada y se fue.

Viendo su espalda alejarse, Luciana sintió que algo había cambiado para siempre.

A la mañana siguiente, Máximo vio a Luciana esperando nerviosa en la puerta del Registro Civil.

"Llevas mucho esperando", dijo él con un saludo distante.

Luciana quiso decir algo, pero Máximo ya había entrado, así que lo siguió en silencio.

Con el certificado de divorcio en la mano, Máximo se sentía como si estuviera en un sueño irreal.

Sus ojos se llenaron de amargura. Tres años atrás, nunca habría imaginado que la Luciana que lo adoraba lo traicionaría de esa manera.

Le dijo a Luciana que se fuera a casa. Él se dirigió a la estación de autobuses y compró un billete para el primer autobús que saliera.

En siete días, se iría de allí para siempre.

Entonces, él y Luciana no volverían a tener nada que ver.

            
            

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