La misteriosa esposa que me robó el corazón
img img La misteriosa esposa que me robó el corazón img Capítulo 4 ¿Cómo pudo alguien haberla rastreado
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Capítulo 7 Está harta de basura como tú img
Capítulo 8 El amor siempre se trató de elegir bando img
Capítulo 9 Perro desdentado img
Capítulo 10 No se acercaba a una venganza img
Capítulo 11 Una lucha feroz contra la muerte img
Capítulo 12 Una leyenda real en el mundo de la medicina img
Capítulo 13 ¿Te tragas todo lo que te dicen img
Capítulo 14 Un trato entre dos adultos img
Capítulo 15 Eso es extorsión img
Capítulo 16 Lo estás devolviendo img
Capítulo 17 Conocer a su familia img
Capítulo 18 Las políticas familiares ocultas al descubierto img
Capítulo 19 Me volverás loco de la rabia img
Capítulo 20 Lo haremos a mi manera img
Capítulo 21 La esposa de Kristopher img
Capítulo 22 Te casaste para sabotear su futuro img
Capítulo 23 Oportunidad de demostrar tu valía img
Capítulo 24 Mantener su mundo bien protegido img
Capítulo 25 Gracias a Dios que solo fueron tres años img
Capítulo 26 Un sueño maravilloso img
Capítulo 27 Necesito un favor img
Capítulo 28 La cima img
Capítulo 29 Mi elección img
Capítulo 30 Heridas compartidas img
Capítulo 31 Me obligaste a hacerlo img
Capítulo 32 Fantasmas del pasado img
Capítulo 33 Le debías img
Capítulo 34 Difamación img
Capítulo 35 Donde más duele img
Capítulo 36 Alto riesgo img
Capítulo 37 Nunca aparecen juntas en el mismo lugar img
Capítulo 38 Te lo mereces img
Capítulo 39 Vete al infierno img
Capítulo 40 Respaldarla img
Capítulo 41 Un tonto con un gran ego img
Capítulo 42 Torpe fingimiento img
Capítulo 43 El accidente de Kristopher img
Capítulo 44 Terminamos img
Capítulo 45 Una red de mentiras img
Capítulo 46 La prometida de Kristopher img
Capítulo 47 Un romance no correspondido img
Capítulo 48 Kristopher se desmaya repentinamente img
Capítulo 49 Una simple fantasía mediática img
Capítulo 50 Despedido img
Capítulo 51 Alterar su medicina img
Capítulo 52 Una desgracia para la familia img
Capítulo 53 Todo es solo una estratagema img
Capítulo 54 Una verdad diferente img
Capítulo 55 Amar a alguien es como cuidar flores img
Capítulo 56 Un asesino img
Capítulo 57 Un accidente terrible img
Capítulo 58 Otro Hudson img
Capítulo 59 ¿Qué opinas de él img
Capítulo 60 Con quién diablos estás img
Capítulo 61 Cómo pudiste hacerme esto img
Capítulo 62 Obsesión img
Capítulo 63 Ya nos divorciamos img
Capítulo 64 Los secretos tenían una forma de salir a la luz img
Capítulo 65 Cliché img
Capítulo 66 ¿Eso es una amenaza img
Capítulo 67 ¿Qué hizo ella para merecer tanta furia img
Capítulo 68 Manchas del pasado img
Capítulo 69 El maestro de este elaborado juego img
Capítulo 70 Heridas del pasado img
Capítulo 71 Ni siquiera le llegas a la suela del zapato img
Capítulo 72 El segundo favor img
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Capítulo 4 ¿Cómo pudo alguien haberla rastreado

Kristopher se tensó en el momento en que escuchó a Dayna.

Detrás de su mirada helada, una sombra se agitó en silencio, despertando viejas sospechas.

¿Qué pretendía ahora? ¿Realmente había pronunciado esas palabras? ¿Era parte de otra farsa? ¿Una nueva jugada en su inagotable repertorio de engaños?

La miró con los ojos entrecerrados durante unos segundos y luego dejó escapar una carcajada áspera. "Parece que el miedo es algo que simplemente no conoces".

Ella se encogió de hombros, como si todo eso no tuviera mayor relevancia.

Con tranquilidad, tomó el diagnóstico médico de la mesa y se lo arrojó. "Después de casi morir una vez, hay pocas cosas que realmente me asustan".

Kristopher se mantuvo en silencio. Giró su silla de ruedas y comenzó a alejarse sin mirar atrás.

Al verlo tan resuelto, Dayna frunció el ceño. No estaba lista para dejarlo marchar.

"Confíes en mí o no, me casaré contigo", declaró con firmeza. "Solo necesito un poco de tiempo. Voy a cerrar el capítulo con Declan primero. Después de eso, desaparecerá de mi vida definitivamente".

Kristopher no miró hacia atrás. Sin embargo, en la sombra, la esquina de su labio se elevó ligeramente.

"Tienes un mes", murmuró con frialdad. "Si vuelves a jugar conmigo, te aseguro que desearás no haber sobrevivido".

Mientras lo veía alejarse, un estremecimiento recorrió el cuerpo de Dayna.

Si hubiese tenido otra opción para destruir a Declan, no estaría recurriendo a un hombre como Kristopher.

Pero en ese momento, no le quedaba más salida.

...

Mientras tanto, Declan ya había regresado a casa.

La sala de estar estaba tan pulcra como si ningún secuestro hubiese tenido lugar allí. Las sirvientas habían trabajado meticulosamente para borrar toda huella del caos reciente.

Durante todo el día, había estado ocupado resolviendo crisis derivadas del secuestro de Madison. Por suerte, los secuestradores la liberaron tras recibir el rescate. Ni siquiera había sufrido un rasguño.

Agotado, aflojó su corbata y levantó la voz como era costumbre. "Dayna, tráeme un vaso de agua".

En otras ocasiones, ella ya estaría a su lado, con el vaso en una mano y su chaqueta doblada en la otra.

Pero esta vez, solo el silencio le respondió.

Su mandíbula se tensó. Quitándose la corbata con frustración, preguntó en voz alta: "¿Dónde se ha metido ahora?".

Una criada apareció rápidamente, portando el vaso de agua y con una expresión claramente incómoda. "Señor Foster... la señora aún no ha regresado".

"No puede ser. ¿De qué estás hablando?", respondió con incredulidad.

La joven bajó la mirada, visiblemente nerviosa. "D-desde lo de la señorita Reid... nadie la ha vuelto a ver...".

¿Desde el secuestro de Madison?

Su rostro se endureció de inmediato y una sonrisa torcida asomó en sus labios. "Así que al fin se armó de valor. ¿Se cansó de manipularme y ahora intenta hacerse la víctima? Que se quede fuera. No la necesito cerca ni un segundo más".

Según él, ya había sido excesivamente generoso al no hacerla responsable del incidente con Madison. ¿Y ahora pretendía victimizarse?

En ese preciso momento, otro sirviente llamó desde la ventana. "¡Señor! La señora Foster acaba de llegar".

Una mueca satisfecha deformó los labios de Declan. Claro que volvería. Siempre lo hacía. Sin él, no valía nada.

El silencio fue roto por el clic suave de la cerradura.

Dayna apareció y, antes de que pudiera dar un paso más, la voz impregnada de sarcasmo de su esposo la recibió. "Mira quién se dignó a volver. ¿No fue suficiente drama escupir sangre? ¿O querías toda una ovación?".

Ella no respondió. Pasó junto a él subiendo las escaleras como si ni siquiera existiera.

Declan entrecerró los ojos. Ese gesto de indiferencia hizo que le hirviera la sangre.

¿Lo estaba ignorando?

¿Cómo se atrevía?

"¡Dayna!", gritó, su voz resonando en el salón. "¿Ahora también eres sorda? ¿O simplemente finges que no me oyes?".

En dos zancadas, se interpuso en su camino, bloqueándole el paso.

La joven sentía un dolor sordo en el pecho. No podía aguantar un segundo más con su esposo. "Quítate".

Una sola palabra, plana y sin emociones, pero para Declan fue como una bofetada directa. Su ceño se frunció al instante.

"¡Dayna!", exclamó con voz ronca, atrapando su muñeca con fuerza. "Haz otro movimiento y te arrepentirás de haber nacido".

Ella no retrocedió. En cambio, una sonrisa fría curvó sus labios, y lo miró con frialdad.

"¿De verdad?", susurró con tono acerado. "Me viste desangrándome y te alejaste sin mirar atrás. ¿Planeas terminar el trabajo ahora?".

Sus palabras lo golpearon como un puño cerrado. Se quedó mudo, con la mente en blanco. Esa no era la mujer que conocía.

La Dayna de antes era sumisa hasta el agotamiento. Vivía por su aprobación y temía su rechazo. Pero esta figura frente a él... era una estatua de hielo.

"¿Qué significa eso?", exclamó, incrédulo. Estaba convencido de que solo estaba armando otro de sus espectáculos emocionales.

Enderezándose, adoptó nuevamente su tono autoritario. "Te perdoné por lo de Madison y ahora, ¿me vienes con este acto de mártir?".

"¿En serio piensas que yo orquesté el secuestro? No me sorprende. Eres tan fácil de manipular que sería un insulto llamarte ingenuo".

Una risa amarga salió de sus labios, cargada de decepción y años de silencioso sufrimiento.

¿Qué clase de amor era el que alguna vez le ofreció a un hombre como él?

No dijo una palabra más. Se giró con una serenidad desgarradora y subió las escaleras, dejando atrás el eco de lo que alguna vez fue su amor.

A Declan le hervía la sangre. Las palabras no fueron lo que más lo hirieron, sino la forma en la que las dijo. Esa mirada indiferente que lo traspasó como si ya no importara en absoluto.

Jamás lo había mirado así.

Sus manos se apretaron con fuerza, temblando por la rabia.

"Regresa ahora mismo. Tienes tres segundos, Dayna, o presentaré la solicitud de divorcio", exclamó con furia.

Ella se detuvo de inmediato. Sus hombros se tensaron, pero no giró el rostro hacia él.

Una mueca de triunfo apareció en el rostro de Declan. Estaba convencido de que, una vez más, había logrado imponerse.

No obstante, antes de que pudiera saborear su aparente victoria, la voz de ella le llegó como un susurro tranquilo y distante. "Entonces, adelante. Estoy más que preparada".

Irónico, ¿no? Aunque ante la ley ella seguía siendo su esposa, en su mundo jamás había pasado de ser una sombra. Un estorbo prescindible.

Su memoria la arrastró hasta la noche en que él la había sujetado por el cuello con desprecio, escupiendo cada palabra como si fuera cuchilla. "Me das asco. ¿Te atreves a engañarme justo antes del día de nuestra boda? No eres más que una cualquiera sin valor. No te tocaría ni aunque fueras la última mujer sobre la Tierra".

A pesar de todo, ella había permanecido a su lado. Se había aferrado con obstinación a una ilusión.

Pensaba que si solo lo amaba con más fuerza, si soportaba un poco más, algún día él comprendería que nunca lo había traicionado. Que su lealtad siempre le había pertenecido.

Pero para él, su imagen estaba permanentemente manchada, sin posibilidad de redención.

Y ahora, lo único que podía hacer era reírse de lo que fue. De esa versión ingenua, sumisa y rota de sí misma.

"Perfecto", dijo Declan con los dientes apretados. "¿Así que quieres terminar esto? Lo haremos oficial".

Sin perder tiempo, se dirigió al estudio con paso decidido. Regresó segundos después y lanzó sobre la mesa un acuerdo de divorcio.

Su mirada transmitía crueldad, como si confiara plenamente en que ella jamás se atrevería a firmar esos papeles.

Sin embargo, Dayna mantuvo la calma. Tomó el documento y comenzó a revisarlo página por página. Él la había declarado culpable de la separación, razón por la cual no recibiría ninguna compensación económica. Aun así, su expresión no se alteró ni un poco.

Nunca le había importado el dinero. Con un gesto sereno y firme, estampó su firma.

Y así, ese vínculo legal que había nacido de la conveniencia y no del amor llegó a su fin.

Declan la observó, sin saber cómo reaccionar.

¿Qué significaba esto? ¿Lo había firmado sin discutir?

Su rostro se endureció al instante.

"Tú...", murmuró, aunque no logró completar la frase. En ese preciso momento, su celular vibró con insistencia en el bolsillo de su pantalón.

Molesto, bajó la mirada hacia la pantalla y luego alzó los ojos hacia Dayna, quien ya había comenzado a subir las escaleras.

Durante un segundo titubeó, pero finalmente contestó. "Más te vale que esto sea urgente".

Tras unos segundos de silencio, su expresión cambió por completo al escuchar las palabras del otro lado de la línea. "¿Qué dijiste? ¿Lograron encontrar a Espectro? Espérame un poco. Salgo de inmediato".

Dayna se detuvo a medio tramo de la escalera. ¿Había oído bien? ¿Espectro?

Sus ojos se entrecerraron mientras una profunda arruga cruzaba su frente. Esa situación era imposible. No entendía cómo alguien podía haberla rastreado sin que ella lo hubiera detectado antes.

            
            

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