El Duelo del Alma
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Capítulo 1

El aire frío de la habitación me golpeaba el rostro, un frío que parecía venir de la muerte misma, un recuerdo helado de mi último aliento en esa otra vida, la que acababa de terminar. El dolor en mi pecho no era físico, era el peso de una traición tan profunda que me había ahogado, la traición de mi propia sangre, mi prima Isabella. La imagen de su sonrisa triunfante mientras yo era expulsada del escenario, acusada falsamente, despojada de todo, se repetía en mi mente como una pesadilla sin fin.

Me habían quitado mi beca, mi futuro, mi honor, y todo por un diseño de vestuario que ella me robó, un diseño que era el alma de mi baile, el legado de mi abuela.

Y luego, la oscuridad. Una caída al vacío, el fin.

Pero ahora... ahora estaba aquí.

Abrí los ojos de golpe, el corazón latiéndome con una fuerza brutal en la garganta. La luz del sol se filtraba por la ventana de mi antiguo cuarto en la academia, el mismo cuarto del que fui expulsada. Mi mano temblorosa buscó mi teléfono sobre la mesita de noche, la pantalla se iluminó mostrando la fecha, el día del concurso, el día en que todo se derrumbó.

No estaba muerta, había regresado.

Había regresado al momento justo antes de la catástrofe.

Los recuerdos de esa vida pasada me inundaron como una marea violenta, cada detalle, cada humillación, cada lágrima. Recordé cómo Isabella, con sus ojos de serpiente y su voz melosa, se había acercado a mi mesa de trabajo. Recordé cómo Marco, mi prometido, me dio la espalda, creyendo sus mentiras. Recordé la soledad, la desesperación, el frío final.

Pero esta vez, el conocimiento era mi arma, el dolor era mi combustible.

La puerta de mi habitación se abrió suavemente y allí estaba ella, Isabella, con la misma sonrisa falsa y la misma mirada codiciosa que recordaba tan bien. Llevaba una bandeja con té, una ofrenda de paz antes de la guerra que solo yo sabía que estaba a punto de desatar.

"Sofía, primita, te traje un té para los nervios," dijo, su voz era puro veneno endulzado. Sus ojos se desviaron hacia mi escritorio, donde reposaba el boceto del vestido de flamenco, el diseño rojo y negro que representaba mi corazón.

En mi vida pasada, le había sonreído, ingenua, y le había permitido acercarse.

Esta vez no.

Me levanté de la cama con un movimiento rápido, mi cuerpo moviéndose con una determinación que la sorprendió. Me interpuse entre ella y el escritorio, bloqueando su camino.

"¿Qué haces, Isabella?" mi voz sonó fría, desprovista de la calidez que siempre le había ofrecido.

Ella parpadeó, confundida por mi repentino cambio. "Solo... solo quería ver tu diseño de cerca, es hermoso..."

"No," la interrumpí, mi mirada fija en la suya, sin pestañear. "Sé exactamente lo que quieres."

Sin esperar su respuesta, tomé el boceto de mi escritorio y lo sostuve contra mi pecho. Luego, con una calma aterradora, me acerqué a su bolso, que había dejado sobre una silla. Metí la mano y saqué la pequeña cámara que llevaba escondida. La misma cámara con la que había fotografiado mi diseño en la otra vida.

Se la mostré, sosteniéndola frente a su rostro pálido.

"¿También querías ver de cerca con esto?"

El color desapareció por completo de su cara, sus labios se separaron en un jadeo silencioso. El shock en sus ojos era real, puro, delicioso.

"Yo... no sé de qué hablas," tartamudeó.

No le di tiempo a inventar una excusa. Abrí la puerta de mi habitación de par en par, revelando el pasillo donde otras bailarinas se preparaban, y alcé la voz para que todas pudieran oír.

"¡Isabella, mi querida prima, intentando robar mi diseño antes del concurso más importante de nuestras vidas!" declaré con una voz clara y fuerte. "¡Una ladrona en la Academia de Flamenco de la Familia Reyes!"

El pasillo quedó en silencio. Todas las miradas se clavaron en nosotras, en la cámara que sostenía en mi mano y en el rostro aterrorizado de Isabella. La primera batalla por mi nueva vida acababa de comenzar, y esta vez, yo no iba a ser la víctima.

            
            

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