Me rompiste el corazón y ahora pides que vuelva
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Capítulo 3 3

Capítulo 3

Aquella noche, Chloie Ellis durmió en el dormitorio de Brendan Maynard.

Jayde sabía que eran pareja y que era natural que pasaran la noche juntos. Aun así, los murmullos, suaves y ambiguos, que se filtraban a través del silencio de la casa la mantenían en vela.

Encendió otro cigarrillo. Observó el humo serpentear entre sus delgados dedos antes de darle una profunda calada. El sabor, amargo y acre, era un eco de la amargura que sentía.

A la mañana siguiente, Jayde bajó las escaleras con los ojos hinchados.

"¡Jayde!", la llamó Chloie, tomándola del brazo para sentarla en el sofá. Una leve marca rojiza destacaba en su cuello. "El cumpleaños de tu hermano se acerca. Quiero organizarle una fiesta, ¿sabes qué estilo le gusta?".

La pregunta de Chloie la sacó de su ensimismamiento y la transportó a una conversación que había tenido con Brendan tiempo atrás, mientras paseaban por la playa.

Le había confesado su amor por el océano resplandeciente, por el murmullo de las olas y por la sensación de la mano de él en la suya mientras caminaban sobre la arena al amanecer. Aquel día, Brendan le sostuvo la mano y caminó a su lado durante un tiempo que pareció infinito.

"Pequeña, te encanta la playa", le había dicho él. "Así que, de ahora en adelante, celebraremos todos los cumpleaños junto al mar. Lo que a ti te guste, a mí también me gustará".

En aquel entonces, el mundo de Brendan giraba en torno a ella. Ahora, no solo la evitaba, sino que parecía haber olvidado todo lo que ella alguna vez amó.

Una amargura familiar le oprimió el pecho. Le costó un instante encontrar la voz. "Yo...".

Estaba a punto de responder cuando Brendan se acercó, interrumpiéndola. "Si es sobre mí, deberías preguntarme a mí".

Chloie se aferró a su brazo y protestó con voz melosa. "Solo pensaba que, siendo mujer, tendrías más intuición. Pero ya veo que ni su propia hermana lo conoce del todo".

Jayde forzó una sonrisa. "Sí, es cierto. En realidad, no lo conozco".

"Los dejo para que hablen. Tengo que irme", dijo, tragándose la amargura. Al darse la vuelta para marcharse, vio ensombrecerse la mirada de Brendan.

"Es muy temprano. ¿Qué asunto tan urgente puedes tener?".

Su voz gélida le heló el corazón. ¿Acaso todavía le importaba lo que ella hacía?

Jayde respondió con honestidad. "Tengo una cita para tramitar el visado hoy".

La sorpresa se dibujó en el rostro de Chloie. "¿Te vas de viaje? ¿Con amigos? ¿O con tu novio?".

Brendan la miró con el ceño fruncido, su tono cargado de acusación. "Jayde Rosario, acabas de terminar el instituto. No te juntes con malas compañías antes de empezar la universidad".

Su fría reprimenda fue como una bofetada que la dejó sin fuerzas para replicar.

En el tenso silencio que se instaló, Chloie intentó aligerar el ambiente. "Es normal que una chica de su edad salga con alguien. Brendan, no seas tan duro con ella".

Luego se volvió hacia Jayde y, con voz suave y conciliadora, añadió: "Si te gusta alguien, debes amar con audacia. Los dieciocho solo se cumplen una vez. No le hagas caso a tu hermano".

Acto seguido, Chloie tomó la mano de Brendan y se marcharon. Mientras los veía alejarse, Jayde apretó los puños con una lentitud dolorosa.

Solo se cumplen dieciocho una vez, y los suyos ya se los había entregado a Brendan.

Catorce días más. Después, se marcharía. No permitiría que su juventud se consumiera en ese pantano de indiferencia.

Jayde salió de la casa. Afuera estaba neblinoso y caía una llovizna fina. Aunque era verano, la humedad de la lluvia la hizo estremecerse.

Antes, en los días de lluvia, Brendan siempre insistía en llevarla en coche. "Mi pequeña no puede mojarse", decía. "Mis brazos son tu refugio".

Pero ahora, debía acostumbrarse a caminar sola.

Bajó la mirada y se adentró en la lluvia, guarecida bajo el paraguas.

Tras tramitar el visado, estaba a punto de pedir un taxi cuando vio una notificación en su teléfono. Una notificación especial, de la actividad de Brendan en redes sociales. Su pulgar se deslizó sobre la pantalla, casi por voluntad propia, y la abrió.

Brendan, que solía publicar algo una vez cada seis meses, tenía un nuevo estado.

*Los días de lluvia son perfectos para oficializar una relación.*

La imagen lo mostraba a él, ataviado con un esmoquin de corte impecable, abrazando a Chloie Ellis, quien lucía un vestido de novia de corte sirena. Él sonreía con una inconfundible dulzura a la cámara.

La escueta frase y la fotografía de boda dejaron a Jayde atónita. Sus ojos, ya enrojecidos, le ardían. La sección de comentarios rebosaba de felicitaciones; todos decían que eran la pareja perfecta, que estaban hechos el uno para el otro.

Jayde se quedó con la vista fija en la pantalla, completamente vacía por dentro. El dolor familiar en su pecho se había desvanecido.

Con una calma gélida, escribió un comentario.

"Que estén juntos para siempre".

            
            

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