Elena arqueó la espalda con un gemido. "Eres demasiado bueno en esto, Liam... Pero ¿cuándo te vas a divorciar de esa mujer? Escuché a la gente chismear hace un momento...".
Ante sus palabras, Liam frunció el ceño con fastidio. "Voy a enviar a alguien ahora mismo. Mañana por la mañana, esos chismosos van a tener problemas".
Sus ojos inyectados en sangre dejaban claro que no estaba bromeando.
Elena se rio, se dio la vuelta y susurró en su oído: "No hace falta... Tengo una idea".
Los puños de Luna se apretaron. Se giró para irse en silencio, solo para chocarse con un bote de basura que resonó con un fuerte estruendo.
El cuerpo de Liam se tensó. "¿Quién está ahí?".
La atmósfera se volvió tensa. Luna no tuvo más remedio que salir.
Liam se relajó ligeramente al verla, pero luego recordó que todavía estaba dentro de Elena.
Instintivamente trató de alejarse, pero Elena se aferró más fuerte a él con una sonrisa maliciosa. "No te detengas, Liam. Sigue...".
Liam tragó saliva y reanudó sus movimientos. Al mismo tiempo, intentó explicar: "Cariño... Elena está embarazada. Si se altera demasiado, podría afectar al bebé".
Elena le lanzó a Luna una mirada de satisfacción y levantó una ceja con provocación. "Luna, se nos acabaron los preservativos. Sé buena y tráenos una caja, ¿quieres?".
Luna se quedó congelada, su corazón palpitando de furia.
Liam se relajó y se volvió hacia ella. "Por favor, mi amor. Solo ayúdanos esta vez".
Ella los miró, esta cruel farsa de intimidad, y forzó una risa entre lágrimas. Luego se dio la vuelta y salió.
Fue a la tienda más cercana, todavía vestida con el traje de gala que Liam había elegido para ella, y compró una caja de condones.
El cajero le lanzó una sonrisa de complicidad, asumiendo que se preparaba para una noche divertida.
Caminó de regreso con la caja en la mano, el viento nocturno afilado como cuchillos contra su piel.
Si tan solo el cajero supiera. No eran para ella. Eran para su esposo y la amante que llevaba su hijo.
Cuando regresó al lugar, risas y charlas groseras se escapaban desde dentro.
"Vaya, el cuerpo de Luna es increíble...".
"Si yo fuera Liam, estaría con ella todos los días".
"Incluso los mejores cuerpos se vuelven aburridos. Probablemente por eso trajo a Elena".
Sus mejillas ardieron mientras empujaba la puerta bruscamente.
En el momento en que entró, se paralizó.
En la enorme pantalla detrás del escenario, se estaba reproduciendo una presentación de imágenes que nunca quiso que nadie viera. Una mostraba su rostro dormido, otra capturaba su silueta desde fuera de una puerta de ducha empañada. Incluso había tomas de ella probando lencería, sonriendo incómodamente mientras Liam tomaba fotos.
Al verla entrar, con una caja de preservativos en la mano, la sala estalló en un frenesí.
Primero llegaron los silbidos. Luego los comentarios obscenos.
Su mente se quedó en blanco. Sus dedos se aflojaron, y la caja cayó al suelo.
Esas fotos... Solo Liam tenía acceso a ellas.
Así que fue él. Él fue quien proyectó sus momentos más privados en esa pantalla para que todos los vieran.