Elena se lanzó a sus brazos y bajó la cabeza para lamer el dorso de su mano. "Mi amor, siempre me quieres más", ronroneó.
Luego, cuando nadie miraba, le lanzó a Luna una mirada burlona y de triunfo.
Esta los vio irse y soltó una risa vacía.
Liam no la había elegido a ella, ni hoy, ni nunca.
Uno de los secuestradores se lamió los labios y se acercó a Luna, con una sonrisa cruel extendiéndose por su rostro.
¿Así que esta era la mujer con la que el Don estaba casado? Qué premio. No esperaba que hoy resultara tan bien.
Ignorando sus desesperadas luchas, la inmovilizaron y comenzaron a arrancarle la ropa.
Los ojos de Luna se llenaron de lágrimas, su voz ronca por el llanto.
Justo entonces, un grupo de hombres de Liam irrumpió en el almacén. El sonido agudo de un disparo resonó en la habitación.
El hombre encima de ella se paralizó, con los ojos abiertos por la conmoción. La sangre floreció en su pecho.
Luna lo empujó en pánico. Un segundo después, uno de los guardias la desató.
"Señorita", dijo uno de ellos, "el señor Moretti nos tenía apostados cerca todo el tiempo. Ya investigó a estos matones: no son nadie. No son enemigos de su familia, solo aficionados. Sabía que no se atreverían a matarla".
Luna se sentó inmóvil, con la mirada perdida, mientras le explicaban.
Pero, ¿y qué? Aunque no hubiera muerto hoy, casi había sido violada.
Y Liam lo había sabido. Aún así eligió a Elena.
Para él, ella no significaba nada.
Mientras tanto, Luna había sido subida a un auto. Para cuando volvió a la realidad, ya estaban llegando a la finca de Liam.
Luna también fue llevada a casa. Al ver cómo los guardias parecían aliviados de haber completado su tarea, no les complicó las cosas.
Después de todo, Liam era conocido por su crueldad. Si alguien fallaba, antes del amanecer estaría alimentando a los tiburones.
Tomando una respiración profunda, Luna se obligó a abrir la puerta del dormitorio. Pero al ver lo que ocurría dentro, se paralizó.
Elena estaba acostada en la cama, medio cubierta por las sábanas. Liam estaba arrodillado a su lado, con las mangas arremangadas, limpiando cuidadosamente su cuerpo con una toalla.
Sus movimientos eran lentos, meticulosos: tan gentiles como si estuviera tratando con porcelana fina.
El cuerpo de Luna se puso rígido. Quería darse la vuelta e irse, pero sus piernas no se movían. Así que se quedó allí, mirando en silencio al hombre que amaba cuidando a alguien más con tal ternura.
Entonces Liam levantó la vista y sus ojos se encontraron.
"¿Qué haces ahí?". Su ceño se frunció. Su voz era baja y fría, teñida de irritación.
Luna giró la cabeza, tratando de mantenerse calmada. "Tus hombres me trajeron de vuelta".
Solo entonces pareció recordar Liam. Se acercó y la envolvió en sus brazos, examinando su brazo. "Cariño, ¿estás herida?".
La falsa preocupación en su voz hizo que Luna quisiera vomitar.
Ella negó con la cabeza y retiró su brazo de su agarre lentamente. "Estoy bien".
Sus ojos se dirigieron a la cama, donde Elena todavía yacía.
Liam lo notó e inmediatamente trató de explicar. "Cariño, Elena está embarazada. Una vez que dé a luz, la enviaré lejos. Pero ahora mismo... está esperando. No tengo opción".
Luna soltó una suave y amarga risa. Luego alzó los ojos y lo miró.
Ese rostro apuesto era una máscara, ya no era el hombre que una vez la amó tan profundamente.
"Está bien", dijo fríamente. "Entonces lo haremos a tu manera".