Más allá de las cenizas
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Capítulo 3

Evelyn caminó cinco millas antes de encontrar un taxi.

Al llegar a casa, comenzó a arder de fiebre. Pero siguió adelante, preparando uno por uno los documentos para la demanda.

Cuando Aidan regresó tarde en la noche, encontró la casa a oscuras, lo que le sorprendió.

No importaba lo tarde que volviera, Evelyn siempre dejaba una luz encendida para él. ¿No habría regresado hoy?

Abrió la puerta del dormitorio y vio la figura de Evelyn acurrucada bajo las mantas, sintiendo una punzada en el corazón.

La última vez que la vio así fue cuando él tuvo un resfriado fuerte y Evelyn, cuidándolo, lo contrajo y se desmayó en la cocina con una fiebre de 40 grados.

Ese incidente le dejó secuelas, siempre que tenía fiebre, le provocaba convulsiones.

Sus ojos se oscurecieron mientras la llamaba suavemente. "Cariño, ¿tienes fiebre? ¿Has tomado alguna medicina?".

Al oír la voz de Aidan, Evelyn, aturdida, quiso alejarse de él, pero no tenía fuerzas.

"No hay medicina en casa". Su voz era áspera, con la garganta adolorida y seca.

Aidan frunció el ceño, se puso de pie para comprar medicina, pero notó una carpeta junto a la cama. "¿Qué es esto?".

Evelyn la miró con calma: eran los documentos de la demanda que no había escondido a tiempo. "Nada, solo archivos de trabajo".

Desde que se graduó, trabajaba en el departamento de traducción de la empresa de Aidan y a menudo llevaba archivos a casa, así que él no sospechó nada. "Quédate en la cama. Iré por la medicina".

Su teléfono sonó, y Evelyn vio "Pequeña Traviesa" en la pantalla, sabiendo que era Dayna.

"Hola, ¿qué pasa?". Aidan salió, contestando la llamada. Evelyn se esforzó por levantarse, necesitando tomar agua en la sala.

"¿Qué? ¿Max vomitó? No llores, voy a llevarlo al veterinario ahora mismo". Aidan salió apresurado, con los ojos llenos de preocupación, olvidando decirle a Evelyn.

La puerta se cerró de golpe, y un dolor agudo le atravesó el pecho a Evelyn.

Max, el perro que Dayna y Aidan criaban juntos, nunca se encariñó con Evelyn a pesar de sus tres años de cuidado.

En el corazón de él, ni siquiera ella alcanzaba el lugar de un animal.

Por primera vez en tres años, Aidan no regresó a casa esa noche.

Evelyn ardió de fiebre toda la noche, y solo comenzó a recuperarse la tarde siguiente.

Bajó a comprar comida pero escuchó ruidos desde el garaje.

El vecindario tenía buena seguridad, así que no podía ser un ladrón. Al acercarse, reconoció los sonidos de un hombre y una mujer en pasión.

En el mismo auto donde su padre murió, Aidan sostenía estrechamente entre sus brazos a una Dayna desnuda.

Sus gemidos ahogados se mezclaban con los suaves jadeos de Dayna, perforando los oídos de Evelyn.

Se tapó la boca para ahogar sus sollozos. ¿Cómo podían hacer eso en ese auto? ¿No tenían miedo de que el espíritu de su padre les perturbara los sueños?

"Ah... Aidan, hacerlo aquí... ¡Es tan emocionante!". Dayna inclinó la cabeza, ofreciéndose a los labios de Aidan, riendo mientras besaba su frente.

Aidan, provocado, se volvió más ferviente, los golpes rítmicos resonando en el silencioso garaje. "Pequeña diablilla, siempre con tus ideas atrevidas, insistiendo en hacerlo aquí".

Dayna le mordisqueó el lóbulo de la oreja, y Aidan gimió, sus movimientos volviéndose frenéticos.

...

Las lágrimas corrían entre los dedos de Evelyn. Quería huir, pero sus ojos se encontraron con los de Dayna.

Dayna le sonrió burlonamente, con los ojos llenos de provocación. "Aidan, ¿a quién amas más, a mí o a Evelyn?".

Dayna miró fijamente a Evelyn, alzando la voz para preguntarle a Aidan.

Perdido en la pasión, Aidan jadeó: "Por supuesto que a ti, cariño. Nunca he amado a Evelyn".

El rostro de Dayna brilló de triunfo, pero Evelyn sintió un escalofrío recorrerle todo el cuerpo.

Ya había decidido irse y no le importaba si Aidan la amaba, pero oírle decirlo aún le hacía sentir un dolor en el corazón hasta apenas poder respirar.

Incontables noches, Aidan la había sostenido de la misma manera, susurrándole amor al oído. Ella había sido demasiado ingenua, creyendo que lo decía en serio.

Los sonidos del garaje continuaron, pero Evelyn ya no escuchó nada más.

En el momento en que se dio la vuelta, dejó a Aidan atrás en sus recuerdos para siempre.

            
            

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